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El Hobbit - Peter Jackson explica la precipitación del rodaje

Mar Rascón Sánchez

Crítica de El hobbit: la batalla de los cinco ejércitos
El Hobbit fue un auténtico desastre tanto en taquilla como en su rodaje, Peter Jackson hizo “lo que pudo” en tan poco tiempo, ya que fue el sustituto de Guillermo del Toro, que abandonó el proyecto casi inmediatamente.

No lo digo yo, lo dice el tiempo y el resultado de taquilla, la trilogía de El Hobbit fue un auténtico desastre. En su momento, han pasado 5 años desde el estreno de la primera película y unos dos años desde la última, había muchos fans tanto de la película como de los libros impacientes, y habiendo pasado unos 10 años desde la primera parte de El Señor de los Anillos, muchos esperaban que “los pocos errores” que tuvo Peter Jackson se subsanaran en las nuevas películas, pero no, fue peor, algo mala para algunos y muy, pero que muy mala para otros, entre los que me incluyo.

Quizás fueron las expectativas las que jugaron una mala pasada a los fans, o quizás fue el rodaje a contrarreloj que tuvo Peter Jackson. Para quien no lo sepa, Jackson no fue la primera opción de la productora para dirigir la adaptación cinematográfica de El Hobbit, de hecho, era Guillermo del Toro quien se iba a encargar, pero este abandono casi inmediatamente la producción. Jackson era el plan de reserva, así que en el último minuto (algo habitual en Hollywood) llamaron al realizador, pero claro, las opciones de diseño de Del Toro no le gustaron y tuvo que reconstruirlo todo desde cero, y no había tiempo. Para El Señor de los Anillos se había tomado años en su planificación, pero para El Hobbit sólo disponía de algunos meses.

El resultado fue el que fue, Peter Jackson tuvo que improvisar a lo largo de toda la producción, poniendo a los actores frente a las pantallas verdes y simplemente pasando de cosas tan simples e importantes como los "storyboards" y "scripts", en este caso eran lujos raros que no se podía permitir, y casi a última hora (en la línea habitual) tuvo que convertir dos películas en tres porque no podía imaginar cómo realizar la batalla final. Si la comparamos con El Señor de los Anillos pensado como si esta fuera el plato de un buen restaurante, El Hobbit se queda en una lata caducada de sardinas, o algo así.

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