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Simuladores F1 de verdad

Óscar Díaz

Simuladores F1 de verdad

Si cuando os contamos los detalles del próximo F1 2010 de Codemasters os decíamos que el juego para Xbox 360, PS3 y PC se parecía a los simuladores profesionales, no era sólo un detalle para llamar la atención. Después de indagar un poco, hemos comprobado que en algunas cosas son hasta mejores. Eso sí, hay que mirar con respeto el presupuesto que tiene cada puesto de piloto en el mundo real y pensar, desde la humildad, que hay ciertas cosas inalcanzables.

Simuladores F1 de verdad

Empecemos por lo sencillo, el software y los equipos en que corre. Por ejemplo, hay equipos que aprovechan el desarrollo de programas con acceso libre. Sí, en serio. Uno que podemos descargar, en estos momentos, es Racer. Disponible para Windows, Mac OS X y Linux, utiliza física realista y un motor gráfico que pone a prueba los equipos más potentes. En nuestros PCs de casa, podemos tener la misma base que algunas escuderías ponen a disposición de sus multimillonarios pilotos. Eso sí, el trabajo de adaptación y, sobre todo, las cabinas de control se llevan inversiones que nada tienen que ver con nuestros volantes con Force Feedback. Por ahora, con ejemplos como el de F1 2010, al menos podemos equipararnos y superar el nivel gráfico que disfrutan en McLaren o Renault… aunque notemos menor suavidad y nuestras pantallas no cuesten miles de euros.

Simuladores F1 de verdad

Lo que sienten los profesionales, una vez dentro de las máquinas de simulación, es muy cercano a la realidad. Sistemas hidráulicos se encargan de hacer movimientos extremos, que se calculan miles de veces por segundo y que pueden causarle lesiones vertebrales a cualquiera sin el entrenamiento oportuno. Hay empresas que se encargan de diseñar y adaptar este tipo de máquinas, como Cruden BV, que en sus inicios se centraba en la aeronáutica. Pero en la búsqueda de las sensaciones más realistas, junto a trazados milimétricamente perfectos, destacan productos como los empleados en el caso de Fernando Alonso y su Ferrari. Ni más ni menos, que un brazo mecánico industrial que… hay que verlo para creerlo.


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