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Actualízate, tonto

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Estoy un poco hasta los polígonos de comprar tecnología sin terminar. El otro día, que fue el cumpleaños de mi madre, le regalamos una tele para su habitación. Una SmartTV para más señas. Y adivinad qué nos pidió en cuantito la conectamos a la Wi-Fi. Sí, que la actualizáramos.

Era lo último que me faltaba por ver. La tele :-). Y es que ya me he acostumbrado a que actualizar sea la primera operación que hay que hacer cuando instalas un ordenador, estrenas una tableta o le metes la sim a un teléfono nuevo. Me joribia, pero me he acostumbrado. Pero lo de la tele… No sé, cualquier día de estos me dice la vitrocerámica que la actualice.  El otro día se me colgó (palabrita del niño Jesús) y se me quedó cara de… Tuve que desenchufarla, claro, porque no tiene botón de reset. No quiero comprar electrodomésticos nuevos porque no soportaría tener que conectar la aspiradora a la red Wi-Fi de casa.

No estoy yo en contra de que las cosas se puedan actualizar. Faltaría más. Mola que si los mapas del navegador se me quedan antiguos los pueda modernizar; mola que si de repente se ponen de moda las películas 3-D, mi PS3 se actualice para que las pueda ver (cosa que, por cierto, no he hecho. Mi tele es 2D y nada inteligente, gracias al scroll parallax). Mola que nuestros aparatos mejoren, amplíen sus funciones mediante una descarga y que para disfrutar de avances tecnológicos no tengamos que comprar otro teléfono, ordenador o tableta (aunque es curioso que desde las cosas se pueden actualizar se cambie más de teléfono que de camisa, pero eso otro tema). Mola que si me compro un chisme que tiene un fallo, se pueda solucionar sin pasar por el servicio técnico.

Pero no me mola nada que se aproveche este rollo de los parches y las actualizaciones para vendernos cosas a medio hacer. Sin terminar, sin pensar. Así, con prisas, tiradas para cumplir el expediente y muy fieles a una máxima que ahora está muy de moda, sobre todo en lo que se refiere a cosas que pueden arreglar vía parche: la calidad mata. Sí, mata, pero mata las ganas del usuario de volver a probar determinado producto.

Me pone de mala uva tener que actualizarlo todo, pero lo que me revienta es lo de las consolas. Y más concretamente, lo de las consolas de nueva generación. Y me da igual que se llamen PS4 o Xbox One, que tanto monta, monta tanto. Vamos a ver. Si yo pago 450 pavos (para equilibrar) por una consola que se supone que es multimedia, con la que voy a poder ver pelis en HD, navegar por Internet, hacerme miles de amiguitos virtuales, acceder a no sé cuantos servicios de vídeo, música, jugar online y mil zarandajas más allá de jugar… ¿porqué tengo que descargar nada para utilizarla?

Para ver vídeos Blu-ray en PS4 (cosa que ya hago con PS3), tendré actualizarla nada más sacarla de la caja. Y en Xbox One incluso me tendría que bajar una aplicación específica. De primeras, PS4 no va a reproducir MP3 de música ni CD de audio. Pero no pasa nada, sólo hay que esperar a un parche. Igual que para que funcionen mi auriculares USB. Y habrá que ver (cuando tenga una PS4 final, de tienda, en las manos) cuántas cosas más se van a recuperar (me niego a decir que ver peli en Blu-ray sea actualizar) vía parche.

Me da la sensación de que te venden un producto a medias, supongo que con la idea de tenerlo cuanto antes en el mercado, sin pararse a pensar en la sensación que le produce al usuario. En mi caso es sensación de chapuza. ¿Y si luego el parche fastidia otra cosa? No sería la primera vez… Además, el tiempo, que se dice que es oro, lo pagamos los usuarios. ¿A cuánto estará la hora de trabajo del ingeniero de software? Y también pagamos la conexión de turno, que tendremos una tarifa plan, no digo que no, pero mi idea al contratarla no fue dedicarme a actualizar aparatos varios. Vamos, que no pienso comprarme una SmartTV sólo para no tener que actualizarla cada tres días. Y ya me he acostumbrado al Smartphone, que si no… Hasta las texturas estoy de los chismes que se creen inteligentes.

A veces siento que pertenezco a otro siglo (bueno, vale soy del XX, pero me entendéis), un siglo en el que las cosas que comprabas estaban terminadas y podías usarlas desde el minuto uno, sin tener que hurgar en sus tripas ni conectarlas a nada, más allá de la corriente eléctrica. Hasta mi coche pide una actualización, pero resulta que sólo es compatible con teléfonos "muy extendidos" (nada de iPhone, Galaxy o Blackberry ¿?) y necesito una actualización para actualizarlo. ¿Me lo harán en el concesionario o me tendré que conformar con no disfrutar de un montón de cosas que en teoría podía hacer con su enorme pantalla central? Es que hay que jo…robarse.

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