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Blade Runner 2049: Una deslumbrante secuela en busca de alma

Blade Runner 2049
Dennis Villeneuve nos regala una maravilla audiovisual que sufre la alargada sombra de su inigualable original a la que se enfrenta con respeto y múltiples homenajes.

Cuando se plantea la arriesgada aventura de continuar una obra maestra incontestable como Blade Runner, con un final tan redondo como abierto a la imaginación del espectador, irrumpe una inevitable pregunta: ¿Es necesaria? ¿Realmente queremos saber lo que ocurrió a Rick y a Elsa tras separarse en el aeropuerto de Casablanca? ¿Necesitamos de verdad que nos cuenten cómo afrontaron su incierto futuroDeckard y Rachael tras huir de su pasado? Desde un punto de vista comercial (no hay más que ver cómo están las salas de cine con este estreno) indudablemente, sí. Y hasta los más puristas no podemos evitar sentir la humana curiosidad de dejar que alguien se atreva a contarnos esa potencialmente apasionante continuación. Otra historia es que esa prolongación nos convenza, especialmente a los que, como yo, tenemos a esos dos films entre nuestro particular Olimpo de los Mejores Films de la Historia.

¿Es Blade Runner 2049 una secuela a la altura del original? Si queréis saber mi respuesta sin necesidad de leer todo el artículo, id directamente al último párrafo. A los que os apetezca seguir leyendo (lo que os agradezco sinceramente) os voy a desmenuzar brevemente lo que ha pasado por mi cabeza en las dos horas y media (más la posterior digestión) de esta nueva reflexión sobre lo que realmente significa “ser” humano.

Vaya por delante mi buena predisposición ante este enorme reto, con la garantía de tener al padre de la criatura, Ridley Scott, en la producción, al coguionista de la historia original Hampton Fancher, de nuevo coescribiendo el texto, y a un director como Villeneuve, con un puñado de buenas (y muy buenas) películas a sus espaldas y que parece parido por el propio Scott en su innegable talento para conseguir imágenes de una fuerza visual hipnótica, combinando de forma brillante fotografía, iluminación y dirección artística. Y, desde luego, Blade Runner 2049 no decepciona lo más mínimo en ese sentido. Se trata de una de las películas más apabullantes en el apartado audiovisual (la excelente banda sonora de Hans Zimmer, deudora de la mítica de Vangelis, también ayuda) que he visto en años. Un absoluto deleite de principio a fin. Hasta aquí, impecable.

Blade Runner 2049: Nueva tanda de imágenes inéditas

¿Y qué hay de la historia? Como algunas de las películas que han afrontado empresas similares, el argumento se agarra a tres ideas clave: el homenaje, las explicaciones y el novedoso giro de la trama. En cuanto a la primera, cualquier fan del original puede salir más que satisfecho. Los guiños se suceden, aunque funcionan mejor los sutiles que los evidentes, incluido entre los últimos la estelar (deseada y esperada) aparición de Deckard/Harrison Ford, tan anunciada en los múltiples y excesivamente reveladores trailers (aunque entiendo las razones comerciales, vaya desde aquí mi indignación ante esta fiebre por contar más de los necesario en estos anuncios, puesto que acaban condicionando el visionado del film) que sucede despojada de toda su capacidad de sorpresa (me emociono al pensar el impacto que hubiera causado de no saberlo). 

Blade Runner Montaje del Director en Blu-ray

Por su lado, las explicaciones son abundantes, excesivas. Los guionistas parecen empeñados en que entendamos todo lo que en la primera película se dejaba a la imaginación del espectador (y ninguno echamos de menos). Pero vivimos en una época en la que (salvo que se trate de una película de Darren Aronofsky) hay una tendencia a la sobreexplicación en detrimento de la sutilidad. Las hábiles y certeras pinceladas de la historia original han dado paso a las aclaraciones constantes y a veces innecesarias, quizá también pensando en un público que no conozca la película de Scott. Esto lo sufre la película, que en más de una ocasión resulta reiterativa y que alarga su metraje en exceso, quizá segura de seguir embelesándonos con cada fotograma hasta el final.

Y por último, el nuevo nudo argumental. Tranquilos, no os voy a desvelar nada a los que aún no la hayáis visto. Los guionistas no han hecho sino ahondar en las reflexiones existenciales de la historia original, con giros que son tan forzados y caprichosos como comprensibles (una vez que se decide abordar un texto de infinitas posibilidades) y que, en mi opinión, yerra sobre todo al traicionar el espíritu del original tomando partido. Donde antes solo había víctimas tratando de sobrevivir (uno de los grandes logros de la película de 1982, que en la inicial miopía de los productores trataron de cambiar con la versión comercial de la voz en off y la eliminación del sueño del unicornio), ahora hay buenos y malos. Y, una vez que se introduce en esa eterna lucha, también patina en lo más complicado, encontrar una motivación sólida y creíble para los segundos, cuyos personajes, además resultan insustanciales.

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Con todos estos mimbres, el film fluye con algunos altibajos y cierta frialdad, y desde luego alcanza otro nivel desde la irrupción de Deckard, con un gran Harrison Ford muy por encima de su compañero, Ryan Gosling, demasiado frío (hasta para encajar las múltiples palizas). Una frialdad que se puede aplicar a la mayoría de los personajes del film, algo en lo que también esta secuela palidece en comparación con la obra original

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Blade Runner 2049 es un producto impecable pensado hasta el último detalle, pero sin la irresistible fascinación que provoca la obra de Ridley Scott. Donde allí había pura magia e inspiración, aquí hay mucho presupuesto e indudable talento para explotarlo. La poesía ha dado paso a una prosa tan perfecta como eficaz, pero carente de alma. Así pues, regresando a la gran pregunta, ¿es una secuela a la altura del original? En mi humilde opinión, no. Y no pasa nada. No es ninguna deshonra. Es más, eso no impide que se trate de buen cine de ciencia ficción, sin duda disfrutable, técnicamente deslumbrante, un envoltorio de oro para una historia digna que además respeta y venera a su modelo. Y aunque solo sea por llevarnos otra vez a ese Los Ángeles caótico y futurista, a encontrarnos una vez más con Deckard y recordar su inolvidable historia de amor con una replicante inundada de falsos recuerdos, ya tienen todos los responsables de esta secuela mi eterno agradecimiento.

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