El pasado viernes 28 de julio, Sony anunció el aumento de precio en las tarifas de PS Plus, la suscripción necesaria para jugar online con PS4. Esta subida se hará efectiva a partir del próximo 31 de agosto, y no afectará a los meses que ya hayamos contratado. El precio de PlayStation Plus quedará de la siguiente forma:
- Suscripción 1 año: antes 49,99€. Tras el cambio se pondrá a 59,99€.
- Suscripción trimestral: antes 19,99€ y, tras el cambio, 24,99€.
- Suscripción mensual: pasará de 6,99€ a 7,99€.
La subida es considerable, en particular en el paquete trimestral (que sale más caro que contratar tres suscripciones de un mes por separado). Con las nuevas tarifas, el precio anual de PS Plus se queda igual que los 12 meses de Xbox Live Gold, aunque los precios varían según el distribuidor. No es una buena noticia, y la explicación que ha dado la compañía, en su cuenta oficial de Twitter, no es del todo satisfactoria. Entre las respuestas a los usuarios, podemos citar "Queremos ofrecer un servicio a la altura de la comunidad, para que disfrutes de mayor estabilidad y seguridad en tus partidas" o "Queremos seguir ofreciendo mejores incentivos (como estos meses), mejorar la estabilidad, las #rewards y la oferta de valor".
El mes de junio estos incentivos fueron los juegos Killing Floor 2 yLife is Strange para PS4, en julio, el "survival horror" Until Dawn, y la primera temporada de Game of Thrones de Telltale Games, y en agosto son Just Cause 3y Assassin´s Creed Freedom Cry. Vosotros mismos podéis juzgar si, en efecto, la calidad de los incentivos ha mejorado, o si compensa la subida de precios. Pero lo que yo quiero discutir es qué importancia tiene este movimiento.
Una vieja práctica
Tristemente, es algo que hemos vivido muchas veces. El primer ejemplo que se me viene a la cabeza es de 1987. Hace treinta años. los usuarios de Nintendo en Estados Unidos recibían de forma gratuita la revista del Nintendo Fun Club (en España el Club Nintendo). En menos de un año (siete números de la revista, para ser exactos) tuvieron que pasarse a Nintendo Power, una publicación de pago que en España sería nuestra Nintendo Acción (ahora Revista Oficial Nintendo). Pero los ejemplos de subidas de precio son tan frecuentes (y dolorosos) que no merece la pena listarlos.
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Sin ir más lejos hace dos generaciones, el juego online era gratuito en todas las plataformas. En 2018, cuando Nintendo Switch Online inicie su andadura, las tres grandes consolas de sobremesa se habrán pasado a modelos de pago, sin que los usuarios hayamos podido evitarlo.
Y sólo podemos culpar de ello a los tiempos que corren. No es una maniobra que responda al dominio del mercado, como algunos se han apresurado a afirmar en las redes. Existe un tribunal de la competencia (ahora Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) que vela porque no se produzcan prácticas abusivas, pero es que, además, el lanzamiento de Nintendo Switch ha sido capaz de amenazar la posición privilegiada de PS4 en las listas de ventas. Quizá sea el peor momento para una subida en los precios.
Derecho a quejarnos
Cuando se trata de asumir la subida de determinados servicios, la legislación europea nos ampara. Los usuarios tienen derecho a conocer el motivo y el modo de variación del precio e incluso derecho a impugnar la subida de precios manteniendo las condiciones iniciales (Sentencias del Tribunal de Justicia Europeo de 21 de marzo de 2013, asunto c-92/11, RWE Vertrieb y de 23 de octubre del 2014, asuntos acumulados C‑359/11 y C 400/11, Schulz). Pero una cosa es tener la ley de nuestro lado, y otra muy diferente es que merezca la pena embarcarse en una odisea judicial por una subida de 10 euros anuales de PS +.
Y lo mismo ocurre si pensamos en que la comunidad de usuarios de PS Plus se una y denuncie la práctica a Facua o a otras organizaciones de consumidores y usuarios. Habría que demostrar que la calidad del servicio se ha mantenido inalterada, que la subida es arbitraria, y que se produce en un momento de indefensión de los jugadores... la verdad es que parece que no merece la pena.
Lo único que nos queda, me temo, es protestar en las redes sociales y confiar en que la subida de verdad se traduzca en mejores juegos, más rewards y un servicio más sólido para jugar online, pero estamos atados de manos. Al final, terminaremos acostumbrándonos, como cuando se suben las tarifas de telefonía o del combustible.
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