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De la NES a la next gen

Javier Abad

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La casualidad ha querido que justo en estas fechas en las que estamos en pleno calentón previo al lanzamiento de PS4 y Xbox 360 se celebre también el 30 aniversario del nacimiento de NES, la consola de Nintendo que con su éxito puso los cimientos para que los videojuegos hayan alcanzado la formidable repercusión que tienen hoy en día.
 
No quiero ponerme en plan abuelete con el típico rollo de “cualquier tiempo pasado fue mejor”, pero comparando lo que suponía la llegada de una nueva consola entonces y ahora, estoy por decir que hemos salido perdiendo con el paso del tiempo. Y es que todo se ha vuelto más complicado, los mensajes que nos lanzan las compañías son cada vez más confusos (ahora nos venden experiencias, no máquinas) y los usuarios lo tenemos más difícil para decidir en qué consola nos vamos a dejar los ahorros. En la época de NES, sin embargo, todo era así de sencillo:

De la NES a la next gen

¿Que dudabas si merecía la pena comprarte "la Nintendo"? Te bastaba con conocer el precio, comprender que funcionaba con unos cartuchos que te ahorraban los tiempos de carga y estar seguro de que su juegos te molaban. Y para rematarlo, en esta página encontrabas la información que te faltaba: “ven al mogollón”. Tócate los badajos, ahora sí que ibas a por ella de cabeza. ¿Qué más queríamos para convertirnos en chavales tan felices como los que aparecían en esa gloriosa página de publicidad?
 
Muchos de esos niños seguramente han seguido disfrutando de los videojuegos hasta hoy mismo, y ahora, a sus "treintaytantos", se enfrentan al mismo dilema que hace tres décadas (bueno, quizá tengan que convencer a su pareja, en vez de a su padre, de lo importante que es para ellos comprarse una nueva consola). Pero discusiones familiares aparte, lo que antes se resumía en un simple “ven al mogollón” ahora se ha convertido en un mogollón, sí, pero de datos, funciones y características que debemos valorar antes de decidir si esta Navidad seremos más felices con una PS4 o con una Xbox One en el salón: precio, capacidad del procesador, uso de la nube, memoria RAM, gigas de almacenamiento, puertos de conexión, catálogo de lanzamiento, juego online, DRM, retrocompatibilidad, servicios multimedia, funciones sociales, uso de segundas pantallas, sensores de movimiento… la comparación constante entre ambas consolas llega a extremos que rozan el ridículo, como hemos visto esta semana con el duelo para ver cuál de las dos consolas grabará más tiempo de partida. Quizá soy yo el raro, ¿pero de verdad es tan importante que sean cinco o diez los minutos a grabar?
 
Todos tenemos asumido que la tecnología está a nuestro servicio y nos hace la vida más fácil, pero la paradoja está en que para acceder a ella los consumidores nos vemos obligados a hacer un ejercicio de cálculo exagerado que me temo que queda fuera del alcance de muchos. Y que conste que no me refiero solo a las consolas: los coches hoy casi se conducen solos, pero yo soy incapaz de descifrar el significado de las siglas que aparecen en los anuncios. Y si quiero contratar una línea ADSL para casa, mejor llamo a un ingeniero informático que me explique lo que me ofrece cada operadora. ¡Como echo de menos los tiempos en los que simplemente te unías al mogollón y eras feliz!

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