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¡Niño, deja ya la consolita!

Óscar Díaz

imagen por defecto contenido opinión

 Hoy no va la cosa de otras tierras imaginarias, sino de la que pisamos cada día. Igual esto que voy a comentar no le interesa a nadie por aquí. Pero creo que la labor de psicólogos, educadores e incluso psiquiatras y políticos puede verse beneficiada (de forma positiva para el resto de la sociedad) con cualquier apoyo por parte de individuos con acceso a los demás. Dicho esto, espero que nadie se tome estas líneas como un ataque personal, ni una forma de interferir con gustos o aficiones particulares. Tengo una opinión, pero quiero limitarme a exponer, en un principio... ya habrá tiempo de dar palos.

Hace un par de años, un personaje muy reputado del sector de los videojuegos, me dijo una frase parecida a esta "cualquiera le decía a mis padres que jugar a videojuegos me iba a dar para comer y, de paso, para mantener otras aficiones muchísimo más caras". No recuerdo con exactitud las palabras, pero confío en haber plasmado la idea de alguien que ha pasado por la propia Hobby Press, Electronic Arts, que ha sido hasta Evangelist en Microsoft... vamos, una carrera digna de admiración para muchos que estamos a este lado de la partida.

 

Tenemos el mismísimo caso de José Luis Sanz, que ha dedicado buena parte de su vida al Real Madrid, a los videojuegos, consolas, ordenadores para jugar, juegos de ordenador, simuladores de vidas virtuales, le consuelan los últimos videojuegos y vive entre sus consolas. Bueno, algo así debe ser, cuando sus colecciones dejan en ridículo a algunos de esos museos de la informática y el ocio interactivo que surgen como setas en medio mundo. ¿Cómo se llega a amar tanto un hobby, como para dedicarle el presupuesto de un país pequeño... bueno, uno ínfimo?

Seguro que la frase del título os suena a muchos. Que dejéis de jugar. Que ya lleváis mucho delante de la dichosa pantallita. Que salgáis a la calle. Que os pongáis a estudiar... ¡Pero si es lo que hacemos! Aprender videojuegos. Pero esta frase, no hay que tomarla a la ligera. ¿Cuánto es jugar mucho? ¿Acabarme Uncharted 3 en una noche, jugar al multijugador y volver a él al día siguiente para aclarar flecos es pasarme? ¡Pero si me pagan por ello! Bueno, quizá no por eso, pero sí por tener la información al alcance de todos vosotros.

Llegados a este punto, lo que me gustaría aclarar es que no pido a nadie que deje de jugar. Pero tampoco soy bueno poniendo ejemplos. Quizá debería haber añadido los de algunos conocidos que, debido a los videojuegos, han visto cómo sus vidas laborales y personales no llegaban donde ellos habrían querido. Bien es cierto que tener una ilusión o usar el ocio como vía de escape merecen mucho la pena. Pero si acabarse el mejor de los juegos cuanto antes o subir de nivel sustituyen una nota buena en una asignatura, quizá sea el momento de replantear las cosas. ¿Tanta falta hacen los videojuegos, el cine o las novelas? Está claro que para muchos de nosotros, son parte de nuestras vidas. Una difícil de sustituir. Pero no porque existan vamos a dejar de lado lo que realmente es importante... lo que debe serlo, al menos.

¡Niño, deja ya la consolita!

Seguramente, alguno contestará que los juegos, gracias a Xbox LIVE, PSN o cualquier otra red social aportan algo que se estaba perdiendo, la comunicación. Bien, lo admito. Tengo amigos a los que durante casi 365 días al año sólo veo o hablo con ellos a través de un micro conectado a un auricular. Pero, a estos, antes les tenía incluso más lejos. Por favor, no sustituyáis la posibilidad de ver a alguien, de compartir algo más que unos 'frags' o a vuestras familias por algo que va a estar ahí cualquier otro día. Incluso dentro de unos años, seguro que vuestro marginado sigue igual de guapo en Dark Souls cuando os de por volver a jugar con él. ¡Estoy seguro!

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