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Que no te cuenten juegos ni batallitas

Óscar Díaz

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Gracias a la gente de Ecetia he conocido un vídeo de Reverse Enginears en el que resumen la historia de los videojuegos para consolas. Me gustaría dedicárselo a todos, no sólo a quienes se hayan incorporado en generaciones recientes. Creo que esta pieza va más allá de lo que es un resumen, bastante interesante, de lo que ha dado de sí lo que ahora se considera una gran industria.

Empecemos por la música. Está creada con sonidos de los títulos mostrados. Con esto cualquiera puede hacerse una idea de la calidad que ofrecían y comprobar cómo ha evolucionado este aspecto a lo largo de décadas. Lo mismo sucede con los gráficos, donde empiezan con Pong. Estamos en plena época de homenajes, lo veo cada día. Aunque algunos son tan grandes que no caben en un vídeo de Youtube ni se merecen quedar en referencias de otros. Hay que 'vivirlos en vivo'.

Lo que más me gusta del vídeo que os presento es algo que lo deja en segundo plano. Hace una semana, en pleno E3 2012, me dio por pasear entre la colección de videojuegos, consolas y ordenadores clásicos de la feria. Me encantó ver que aún se conservan modelos en sus cajas originales, incluso, sin abrir. Era como si se hubiera congelado el tiempo en algunos rincones de esa exposición. Pero también me dio por comentar aspectos de quienes paseaban entre los expositores.

Había profesionales que apenas pasaban de la veintena. Los llamo así porque, aunque en los E3 se cuelan niños con el pase de sus padres, invitados famosos o familiares, se supone que es un evento sólo para quien se dedica laboralmente al sector. Muchos de ellos no habían nacido aún cuando los Amstrad CPC, NES o Atari 2600 estaban en pleno apogeo. Incluso eran demasiado pequeños para haber visto la llegada de las consolas de 32 y 64 bits, con engendros a lo 32X, la infravalorada Amiga CD32 o Atari Jaguar. Es más, seguramente, su primera consola no fue una PlayStation, sino una Xbox, DreamCast, GameCube o PS2.

Que no te cuenten juegos ni batallitas

Mi duda surge a la hora de explicar a los interesados, porque no todos los chavales quieren 'saber de historia', cómo era jugar en aquellas máquinas. Algunos que conozco se jactan de probar todo lo que pueden en emuladores e, incluso, les ha dado por lo vintage y se dejan fortunas (de sus progenitores) en productos de segunda o tercera mano. Sus críticas suelen basarse en las técnicas usadas por los programadores, cómo empleaban las paletas limitadas de color, el número de niveles incluidos o el control preciso para su época. Pero, ¿cómo les cuentas que eso de que debíamos esperar más de media hora a que cargara un Ikari Warrios para, al final, comprobar que había un error de cinta y tener que empezar de nuevo con el azimut en otra posición? ¿Y lo cegados que estábamos al gastar 875 pesetas en lo último de ERBE, como para disfrutar hasta de bodrios apestosos de Atrog (bueno, este en concreto, llegó antes de las ofertas y dudo que alguien lo disfrutara, aparte de la vendedora de One Way Software que me lo recomendó fervientemente).

La ilusión compensaba muchos de esos momentos menos felices, que intento borrar de mi memoria. También me embargaba la emoción al conseguir un cable que provocaba menos interferencias que el RF (venga, algunos a tirar de Wiki). O aquello de grabar las partidas en cintas VHS para verlas decenas de veces o enseñarlas como si fueran fotos de bodas. Cambiar de Joystick QuickShot porque se rompían las pestañas de las direcciones o arreglarlos con planchitas de acero que no sabíamos de dónde habían salido. Quedarme embobado al ver el final de Navy Moves y repetir la escena de las hawaianas después de otra partida, porque a alguien le sonaba que tenía otro final con un perfect… ¿te acuerdas de todo esto o te lo cuenta José Luis en su próximo blog?

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