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Tomb Raider y Bioshock Infinite, retrasados

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Al anuncio del retraso de Bioshock Infinite para 2013 acaba de unirse el del próximo Tomb Raider. Y, ante estas situaciones, uno nunca sabe si alegrarse o cabrearse.

Tomb Raider y Bioshock Infinite, retrasados

A los que lleváis tiempo en este mundo de los videojuegos, no os extrañarán estas noticias. Yo soy incapaz de recordar la de veces que se han retrasado lanzamientos de juegos. En Hobby Consolas, donde estamos curados de espanto, ante la primera noticia de un retraso, tenemos dos posibles reacciones: si se trata de una compañía de probada solvencia, nuestras miradas complices afirman sin necesidad de palabras: lo van a mejorar seguro. Si por el contrario los responsables arrastran una trayectoria más irregular, nuestro gesto se transforma en una mueca de desaprobación acompañado de un leve movimiento de cabeza: mal asunto. 

Y si se produce un segundo retraso en un lanzamiento, la sensación se agrava: esto va a acabar mal.

Ahora bien, dicho esto, voy a romper una lanza a favor de los desarrolladores de videojuegos. La competencia es tan salvaje (y más ahora estando como está todo, como diría uno que yo me sé...) que lanzar un producto con los máximos niveles de calidad exige mucho tiempo. Pero aún hay más, las estrategias de marketing obligan a realizar los anuncios de los juegos con muchísima antelación, incluso concretando una fecha concreta, y esa circusntancia choca frontalmente con la esencia de un proceso creativo. En ese sentido no se me olvida lo que me dijo alguien de Rockstar en una ocasión cuando le pregunté por la fecha de lanzamiento de un juego muy esperado que me acababan de enseñar: el juego saldrá cuando esté listo. Claro, que ellos se han ganado ese priveliegio al alcance de muy pocos. La mayoría, que sí dan fechas por las razones "marketinianas" antes mencionadas, si son incapaces de cumplirlas  -porque la cantidad de problemas que pueden surgir en el proceso de desarrollo de un juego son infintas- se ven obligados a retrasar el lanzamiento.

Y aún hay más. Hace unos meses realicé en Hobby Consolas un reportaje sobre el precio de los juegos. Una de las cuestiones que no por obvia más me hizo reflexionar fue que en el mundo de los negocios los videojuegos están considerados una inversión de alto riesgo. Y el ejemplo que me ofreció la persona con la que hablé -de una compañía que no se caracteriza precisamente por sus fracasos- me lo dejó muy claro: en un videojuego (que pretenda ser un superventas) se invierte un cantidad muy alta de dinero que se tarda años en recuperar, precisamente porque los tiempos de desarrollo son muy largos. Mientras que en el cine una película se puede rodar en 4 ó 6 meses y prácticamente durante el mismo año se estrena y se recupera la inversión, en un videojuego pueden ser 4 años de desarrollo y un ritmo de ventas más lento, lo que puede llevar a 5 ó 6 años para recuperar esa inversión inicial.

Con todo esto quiero aclarar que a veces un retraso de unos meses puede ser la tabla de salvación de una compañía, que tras un fuerte inversión no quiere tirar por la borda todo por salir cuatro o seis meses antes de que el producto esté realmente acabado y con el nivel de calidad que se planearon al comienzo. Las que han obrado de manera diferente, lo han pagado muy caro.

Seamos comprensivos. Tomb Raider y Bioshock Infinite siguen mereciendo todo nuestro crédito a pesar de sus retrasos. 

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