Estoy preocupada (¡y no, no es por la eliminación del Barça!). El sábado fui a ver a mi sobrino y le llevé el último Zelda para DS. Pensaba que se emocionaría como hacía siempre que le llevaba algo nuevo para la consola. Pero esta vez no. Esta vez fue distinto porque ya tenía el juego en su M3 Real, bueno este juego y otros 40. Por eso, cuando le di con todo mi entusiasmo The legend of Zelda Spirit Tracks, lo cogió, más por quedar bien que por otra cosa, sin ningún tipo de ilusión.
No voy a hablar del daño que hace la piratería en la industria. No voy a ir por ahí porque hoy me preocupa más mi sobrino.
Yo recuerdo que hace unos años cuando conseguía reunir el dinero necesario para comprarme un juego iba a la tienda corriendo y ¡¡con unas ganas tremendas!! Cuando, por fin, lo tenía entre mis manos, era un momento tan esperado. Y cuando lo jugaba lo disfrutaba de una manera muy especial.
Dudo que mi sobrino disfrute de esa forma con los videojuegos porque tiene a su alcance ¡el primer título que se le pasa por la cabeza! Sin ningún esfuerzo, sin ningún deseo. Sólo tiene que cargar la dichosa tarjetita. Creo que lo bonito de conseguir algo es el camino que hay que recorrer para lograrlo y que muchas veces la abundancia hace que no valoremos las cosas. Si puedes tener un número ilimitado de "lo que sea" nada te satisface, es más difícil que algo te sorprenda y, sobre todo, como ha sido tan fácil conseguirlo, lo recibes con menos ilusión.
¿Lo que más me preocupa? Que si en nuestro país la mitad de los juegos que se adquieren, son ilegales, hay muchas personas, que al igual que mi sobrino, no valoran los juegos. Una pena…
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