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Crítica de Barry Seal: el traficante (American Made) con Tom Cruise

Barry Seal el traficante
Crítica de Barry Seal: el traficante (American Made) dirigida por Doug Liman y protagonizada por Tom Cruise, Domhnall Gleeson, Sara Wright y Jesse Plemons. En cines desde el 1 de septiembre de 2017.

Barry Seal, el traficante (American Made) cuenta la historia real de este piloto que se puso al frente de una de las operaciones encubiertas de la CIA más importantes en la historia de los Estados Unidos. Esta hazaña, con la que se logró capturar a varios miembros del cártel de Medellín, estuvo cerca de provocar la caída del gobierno de la Casa Blanca durante la presidencia de Ronald Reagan, a causa del escándalo Irangate

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El guión de Gary Spinelli opta por un tono decididamente cómico mucho más que por un enfoque dramático y por una estructura de metraje encontrado en la cual el propio Seal nos narra sus peripecias aunque no parece buscar la expiación sino más bien dejar el rastro de una historia que de otra manera parecería increíble.

Por desgracia la película no termina nunca de posicionarse quedando la mayor parte del tiempo en el terreno de la ambigüedad moral y no hace sino escarbar en la fina epidermis de un entramado muchísimo más complejo obviando la parte menos lúdica de la historia: la violencia, el dolor... las consecuencias, en suma.

Barry Seal, el traficante (American Made) es una película en la que nos presentan a un personaje que parece sacado de la ficción pero que operó en connivencia con el cártel de Medellín liderado por Pablo Escobar aliándose con los hermanos Ochoa e incluso ayudando a financiar y armar a la Contra nicaragüense. Los hechos que se narran no les resultarán ajenos a quienes hayan visto la serie de Netflix Narcos o la película de Bryan Cranston Infiltrado.

Pero sí que es probable que genere cierto extrañamiento en el espectador informado el enfoque del guión que se decanta por cierta frivolidad y hasta un humor políticamente incorrectísimo que no deja de producir escozor.

Barry Seal

Llama la atención asimismo la elección de Tom Cruise como protagonista y la dulcificación del perfil del individuo retratado, a todas luces un vividor sin sentido del riesgo al que para la ocasión han moderado sobremanera. Ya sabéis esa capacidad que tiene el cine estadounidense de tomar hechos reales (sonrojantes incluso) y empaquetarlos de forma comercial para hacérnoslos engullir sin pensar demasiado. Pero es que en esta ocasión la historia se presta a no dejarse el cerebro fuera de la sala de cine y hasta avergonzarse de que alguien así pudiera llegar a realizar los chanchullos que realizó. Sin excusas, sin redenciones de última hora.

Esa distancia moral y la edulcoración es la que más le pesa a Barry Seal, el traficante. El cinismo que impone la narración de nuestro atribulado piloto hace que dominen los aspectos lúdicos sobre la reflexión seria acerca de la forma en la que es posible no solo vulnerar el sistema, sino alimentarse de él con fines meramente egoístas. No se muestran las consecuencias, no se muestra la cara menos amable del consumo de drogas, ni las muertes violentas, ni las reyertas… Todo es “demasiado limpio”. Y por desgracia, alejado de la realidad.

Nada que objetar respecto a la dirección de Doug Liman, que en breve estrenará en nuestro país otro proyecto bien distinto: The Wall. Sabe colocar la cámara y llevar a los personajes, pero es el fondo de la historia lo que chirría. Si el espectador careciera de recursos para documentarse, nos podrían haber colado una película simpática, de las de echarse unas risas y quizás quedarse con ese personaje transgresor que roza lo kistch.

Doug Liman explica en esta entrevista en exclusiva en qué partes de su vida se basan y qué fue lo que les atrajo a él y a Tom Cruise para desarrollar esta historia, y, como veréis es evidente que se han quedado con la parte más "luminosa" eliminando las sombras y primando el sentido del espectáculo:

Sin embargo lo cierto es que Barry Seal no era un atractivo cincuentón como Cruise y vivió unos convulsos años arriesgando el cuello actuando simultáneamente como informante de la DEA y aliado con narcotraficantes para pasar droga. Es lógico que el relato resulte tan surrealista que sea carne de guión, pero Doublecrossed de HBO ya nos había contado su vida, ¿hacía falta presentarla ahora en un tono casi jocoso? ¿De verdad nos tiene que hacer gracia verlo saliendo de una avioneta empolvado en coca tras estrellarse? ¡Menuda reescritura de la realidad!

Y todo ello acompañado de un torrente informativo que no cesa: datos y más datos que a la postre parecen carecer de importancia en una huida hacia delante desbocada. Hay algo que no falta: velocidad en una narración agitada y trepidante. Funcionar, funciona, pero que de ella se pueda extraer una conclusión enriquecederora más allá del entretenimiento pasajero entra en el terreno de la duda.

VALORACIÓN:

Barry Seal, el traficante (American Made) es una película en la que nos presentan a un personaje que parece sacado de la ficción pero que operó en connivencia con el cartel de Medellín liderado por Pablo Escobar. Es probable que genere cierto extrañamiento en el espectador informado el enfoque del guión que se decanta por cierta frivolidad.

LO MEJOR:

La potencia de Doug Liman como realizador es el punto fuerte de una película rodada con mimo. Domhnall Gleeson hace un buen trabajo.

LO PEOR:

La falta de posicionamiento moral y la elección de Cruise como cabeza de cartel que puede interpretarse como una redención cinematográfica.
Hobby

72

Bueno

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