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Narcos temporadas 1 y 2 - Reseña de la serie de Netflix

Narcos
La temporada 2 de Narcos ya está disponible en Netflix y se han confirmado las temporadas 3 y 4. Analizamos la serie en la que Wagner Moura interpreta a Pablo Escobar.

Narcos está de moda más que nunca y forma parte de los contenidos originales de Netflix que te recomendamos encarecidamente. Desde el pasado 2 de septiembre la segunda temporada de la serie está disponible en la plataforma en España y ha generado un gran alboroto en la red... ¿Por qué razón? Nosotros te lo contamos.

Narcos

De momento vaya por delante que el respaldo del público hará posible que pronto dispongamos de una tercera y cuarta temporada de Narcos, lo que ya se ha anunciado acompañado de imágenes. ¿Sería éste el plan inicial de la serie? Francamente, no lo creo, pero cuando la realidad es tan cruda y tan propensa a una ficción dramatizada como ésta, sería de locos no explotar el filón.

Comencemos por un aperitivo: el tráiler de la primera temporada y unos primeros apuntes sobre la presentación del conflicto y los personajes:

Plata o plomo: poniendo en contexto hechos reales

Narcos se centra en la historia real de la propagación de una red de distribución y venta de cocaína por todo el mundo apoyándose en fotografías, documentos y vídeos reales aunque desarrollando la historia de los personajes principales de forma ficcional.

La serie está narrada en off desde el presente por el único personaje no hispanoparlante, el agente Steve Murphy (Boyd Holbrook) de la DEA mientras sigue la vida de uno de los capos de la cocaína más importante de Colombia, Pablo Escobar. Por otro lado, Javier Peña, agente de la DEA mexicano, es enviado a la localidad para capturar al peligroso líder junto a su compañero Murphy. Y de esta forma conocemos la batalla que hubo entre Escobar y el Cártel de Medellín contra el gobierno colombiano respaldado por los Estados Unidos.

Afinando el oído... O intentándolo...

La primera temporada de Narcos vino con dos polémicas bajo el brazo a cual mayor: el hecho de que narra hechos reales desde un determinado punto de vista uniendo imágenes reales con una dramatización de los acontecimientos (vamos, que es ficción) y el sonido. Ambas estaban ligadas, claro está. El empeño de Netflix fue rodar la serie en castellano para tratar de meter al espectador en un determinado ambiente, tan violento verbal como físicamente como el de Colombia en los años 80. Y para eso hay que escuchar mucho "culicagado" y "gonorreas".

Objetivo conseguido, aunque con un par de peros: el sonido directo de algunos diálogos y los acentos de los actores... Empezando por el del protagonista, Wagner Moura, marcadamente brasileño (mal menor teniendo en cuenta que hace un trabajazo).

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Era obvio que los giros lingüísticos y las expresiones dificultarían en cierta medida la comprensión de determinados segmentos, pero la cruda realidad es que por más que se suba el volumen o se vaya descifrando la jerga, hay pasajes que se pierden por completo e intérpretes a los que es en extremo difícil comprender. Claro, este problema, puede que solo lo tengamos los hispanoparlantes, pero si la serie aspiraba a ser tan realista... Habría sido un punto a su favor tener esto en cuenta. Para nuestra sorpresa, no es algo que se haya "solucionado" en la segunda temporada.

¿Quién cuenta qué y cómo?

Por otra parte, como decíamos, la serie tiene el punto de vista de un estadounidense narrando desde el presente, o, lo que es lo mismo, hay un marcado sesgo en lo que se nos cuenta y cómo se nos cuenta: hay juicios de valor y, a pesar de que la crítica salpica en todas direcciones, se antoja un poco injusto que el foco se ponga desde fuera.

En cualquier caso, los personajes nunca son planos sino que, muy al contrario, se muestran las luces y sombras de todos y cada uno de ellos: vemos la dimensión humana de Pablo Escobar tanto como los escarceos con los límites de lo permisible de la DEA o el Bloque de Búsqueda (especialmente por los métodos de Carrillo) o las alianzas con otros diablos para acabar con el Cártel de Medellín... Que nos llevan de lleno al futuro: ¿quiénes son los herederos del imperio de la coca de Escobar? Bueno, hay que reconocer que la Historia proveerá a los creadores de Narcos de muchas y abundantes continuaciones para una de las realidades más sangrientas como es la del narcoterrorismo.

La flecha en la diana

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Entre sus fortalezas: Narcos es una serie tan adictiva como la sustancia de la que trata, las caracterizaciones son buenísimas (la mayoría de las interpretaciones, también) y el esfuerzo de producción es muy notable, con ciertos picos excelentes. Desde el primer momento se avisa al espectador de que nombres, lugares y situaciones están inspirados en la realidad pero alterados, así que en ese sentido no es tramposa, pero claro, tampoco se puede decir que sea al 100% fiel a los hechos quedando en el terreno del biopic.

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Se viene arriba cuando muestra imágenes de archivo y puede entonces verse esa relación entre el relato y lo sucedido, por lo que la primera temporada es mucho más "activa" en ese plano. Tenemos la evolución de un hombre de simple chanchullero y traficante menor de tabaco a usurpador del negocio chileno que le llevaría a construir su propio imperio y a nutrirlo con el terror más espantoso una vez que sus aspiraciones políticas se frustran.

En la segunda los personajes secundarios cobran tal relevancia como es el caso de Limón (interpretado por el costarricense Leynar Gómez) que llegan a atraparte con sus historias tanto o más que los pesos pesados de la ficción y el ritmo se ralentiza. Eso hace que otros personajes empiecen a ser un poco repetitivos y cargantes como la esposa de Escobar y que se echen en falta a todos los caídos que con su carisma nos habían ido atrapando.

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La extraña relación amor-odio de su propio pueblo y en concreto de Medellín también tiene su traslación a la pantalla: considerado por unos como un héroe local con tendencia a la filantropía y por otros como la misma encarnación de un demonio capaz de vengarse de sus enemigos regresando incluso como un fantasma su figura se mueve entre lo más terrenal y lo mítico, lo que se recalca con la metáfora del realismo mágico y con esa alusión final a su aspecto similar al del Che Guevara. 

Narcos tiene capas, profundiza en cuestiones incómodas y le saca los colores a las instituciones, los individuos corruptos y los sucesivos gobiernos estadounidenses más preocupados por avivar el miedo hacia el comunismo que por luchar contra el gigante que movía el polvo blanco por toneladas cada año en su territorio alimentando unas desigualdades insostenibles.

¿Podría ser mejor? Seguro, pero desde luego está claro que es una de esas series que hay que ver (y tratar de escuchar aunque sea a duras penas) con atención. Las dos nuevas temporadas anunciadas nos llevarán a viajar a otros territorios y quizás incluso nos lleve a comprender a largo plazo conflictos que siguen abiertos a día de hoy. Escalofriante.

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