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Airbender, el último guerrero - Crítica de la película de Avatar

Jesús Delgado

Airbender, el último guerrero - Crítica de la película de Avatar
Airbender, el último guerrero, la adaptación de M. Night Shyamalan de la serie animada de Avatar: la leyenda de Aang fue uno de los grandes fracasos del director. Os hablamos de esta pifia en su carrera en la siguiente crítica.

En 2010, M. Night Shyamalan, director de El Sexto Sentido oEl Protegido, tenía fama de hacer películas "especiales", a falta de un término mejor. Solían ser historias de cierta trascendencia espiritual, con un giro de guion al final que nos dejaba aturdidos y sorprendidos y que, en cierta manera, tenían algo de fábula, con una moraleja al final. O al menos así era hasta que Shyamalan tuvo un pinchazo bien gordo en su carrera, como fue Airbender, el último guerrero (The Last Airbender), película que hoy analizamos en esta crítica.

La historia de Airbender, el último guerrero (The Last Airbender) se desarrolla en un mundo fantástico dividido en cuatro naciones Fuego, Agua, Tierra y Aire. En cada nación existen unos magos guerreros conocidos como Maestros (Benders en inglés original) que manipulan el respectivo elemento al que están asociada cada nación. Todos los países viven en paz gracias al Avatar, un maestro capaz de dominar todos los elementos y mantener el equilibrio entre el mundo mortal y el de los espíritus, lo cual le permite ejercer de mediador. Sin embargo, la desaparición del Avatar permite a la nación del Fuego extinguir a la del Aire e iniciar una lenta y sistemática campaña de conquista por todo el globo. 

Así comienza Airbender, el último guerrero, que iba a ser un proyecto que, en apariencia, iba a devolverle la credibilidad a Shyamalan después del fiasco de La Joven del Agua (cuyos problemas en producción y taquilla ya os contamos en su crítica). La premisa era la de adaptar el anime norteamericano Avatar: La leyenda Aang (Avatar: The Last Airbender), trasladando la historia de la primera temporada a filme, condensando los 20 episodios que componían el relato titulado Libro 1: Agua en 1 horas 45 minutos de película.

¿Cuál creéis que fue el resultado? Una taquilla flojita. 320 millones de los casi 190 que costó hacer la película. No fue un fracaso total como La joven del agua, pero la crítica sí que fue más descarnada. Tanto que a día de hoy incluso se considera que Airbender, el último guerrero  es de lejos la peor película del director indio. Y oigan, no les falta razón a sus detractores, entre los que hay gente que considera que a su lado Dragon Ball Evolution es una obra maestra. Y aún así, "M.N." todavía sigue diciendo muy alto que quiere acabar la trilogía algún día.

Una bofetada al fandom

Una de las grandes deficiencias de la película es precisamente su poco respeto al material original. Si bien es cierto que resume mucho y adapta contados elementos a la Gran Pantalla, la película es poco fiel en espíritu y en forma a la serie en la que pretende inspirarse. 

De hecho, sus fallos comienzan desde la misma premisa de ser una adaptación de una serie. Avatar: The Last Airbender era en 2010 un producto audiovisual completo y completado. La serie animada se emitió en Nickelodeon entre 2005 y 2008, a lo largo de tres temporadas (tituladas Libro 1: Agua, Libro 2: Tierra y Libro 3: Fuego) y concluyó de forma satisfactoria sin apenas cabos sueltos. A pesar, eso sí de su posteriores cómics y de su secuela directa animada, la serie de La leyenda de Korra. En conjunto toda su historia se había ya contado y no había motivo para volver a contar lo mismo, salvo para realizar un ejercicio reiterativo e innecesario.

Al margen de su futilidad, ya la misma adaptación parte de un retrato de los personajes es poco fiel. Shyamalan caprichosamente decide tomar las partes que quiere de la serie y adaptarlas en base a su ego, despachando aquella que no le interesaban. Una de las gracias de Avatar precisamente es que es un mundo ficticio en las que las etnias china, japonesa, tibetana e inuit representan respectivamente las cuatro naciones: Fuego, Tierra, Aire y Agua. Esto supone un paradigma poco habitual en occidente, al dar preeminencia a etnias no caucásicas. 

El director indio lamina esta base, en primer lugar, sustituyendo al pueblo chino como representante de la nación del Fuego. En su lugar los sustituye por indios, pero adapta su lenguaje, topónimos y arquitectura, manteniéndola. ¿Por qué? Porque el propio Shyamalan en un ejercicio de narcisismo quiere relacionarse étnicamente con su facción preferida de la serie. No es la primera vez que decisiones personalistas del cineasta lastran una historia, recordemos. 

Pero esta autoindulgencia no es la única. lo que hace con la nación del Agua también tiene delito.  Esta facción, presentada como inuits (esquimales) en la original presenta a dos occidentales encarnados Nicola Peltz  y Jackson Rathbone como sus principales representantes. Igualmente, los personajes de este grupo humano con líneas de diálogo son también principalmente occidentales o latinoamericanos. Y algo parecido pasa con Aang, de ascendencia tibetana, cuyo actor Noah Ringer al menos se parecía aunque tuviera raíces de nativos americanas. Vamos, que el buen señor Shyamalan no respeta ni siquiera una de las características básicas del relato original: la etnicidad de la población netamente asiático.

No contento con estas decisiones desatinadas de reparto, asistimos a cómo se condensa 20 capítulos de manera torpe y torticera, metiendo con calzador los elementos imprescindibles en aras de hacer una película de aventuras cuyo fin, desarrollo y discurso se llega a entender a medias. Al menos si te has visto la serie y sabes por donde van los tiros. Si no, el dislate está asegurado. Es como si viéramos en Youtube un resumen personalista, refrito y editado con prisas de la temporada 1 de Avatar. En conjunto, no nos extraña que Michael Dante DiMartinoBryan Konietzko, los creadores de la serie original, dijeran en Reddit que se desentendía completamente de la existencia este dislate que poco favor u homenaje hace a su trabajo. 

Una torre de Babel con cimientos de aire

Los muchos problemas de Airbender, el último guerrero  no se limitan solo a su poca fidelidad, sino que como película a secas su construcción tiene taras para aburrir. La primera de ellos ya os lo hemos aventurado: La historia. El guión es atropellado y trata de contar más de lo que puede o se debe narrar en hora y cuarenta y pocos minutos. A falta de una coherencia argumental, se introducen diálogos forzados, giros de guión que no sabemos muy bien a cuento de qué vienen o para qué, salvo para contar detalles que pudieron no quedar muy claros en secuencias anteriores. Esto, claro, hace que la narración llegue incluso a ser reiterativa y lastre el desarrollo de la trama, invocando momentos de auténtico tedio. 

Las escenas de acción tampoco es que sean una bicoca. Se supone que la espectacularidad de Avatar iba a ser el punto fuerte de Airbender, el último guerrero, pero en su lugar y a pesar del enorme presupuesto, el producto final nada tiene que envidiarle a una tv-movie o mini-serie (¿o es al revés?). Las coreografías de los combates son más bien ramplonas y las escenas de lucha más bien simples, con resoluciones manidas y simplonas. Hay un intento de hacer planos grandilocuentes y presentar grandes planos. En vez de eso, lo que tenemos es un "quiero y no puedo" que no llega a convencer ni a base de efectos digitales.

Aunado a estos problemas de forma, hemos de señalar que la calidad de las actuaciones tampoco son maravillosas. La sobreactuación está a la orden del día en los protagonistas y la dirección artísitica brilla por su ausencia. Las emociones están forzadas, tratando de generar una ansiedad y angustia en el espectador, que asiste atónito a este esfuerzo futil, y el texto apenas se apoya en una endeble credibilidad del reparto. Salvo alguna nota de color como el trabajo de Shaun Toub (Iron Man 3), el resto del trabajo actoral es realmente precario.

A nivel de música, James Newton Howard, que es el compositor habitual de Shyamalan, tampoco convence nada. Sus composiciones pretenden servir a una historia épica, pero no acaba de conjugarse bien con la dirección del cineasta indio y el resultado que tenemos es el de un producto sonoro que parece una repetición de trabajos anteriores, que tampoco deja huella ni para bien ni para mal.

En resumen, Airbender, el último guerrero  es una película tan insatisfactoria como innecesaria. Es posiblemente la peor película que encontraréís en el nuestro ciclo de críticas dedicadas a M. N. Shyamalan. De hecho, el autor de estas líneas propone que sigamos el ejemplo de los creadores de la serie y hagamos como si esta película nunca hubiera existido. 

VALORACIÓN:

Dicen que hay un Shyamalan brillante. Este no lo es. Su adaptación del anime norteamericano original no llega a despegar ni a interesar al público. No convence ni a los fans de Avatar, ni tampoco a los fans del director.

LO MEJOR:

El proyecto de reimaginar el mundo de Aang en acción real. La apuesta por llevar la temporada 1 de la serie a película. La buena intención, vaya.

LO PEOR:

Las licencias creativas; el reparto y la calidad actoral; la farragosa condensación de trama en una hora y cuarenta, Mucho hueso para tan poco perro.
Hobby

34

Malo

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