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Análisis de Devil May Cry Definitive Edition

Análisis de Devil May Cry Definitive Edition
Capcom y Ninja Theory nos sorpendieron en 2013 con DmC, el reboot de Devil May Cry. Ahora nos llega a PS4 y Xbox One DmC Definitive Edition, una versión aún más demoníaca que la original y que añade gráficos mejorados y nuevos modos de juego. Pero, ¿es lo bastante celestial para que queramos repetir aventura? 

Devil May Cry Definitive Edition, recién horneado por Capcom y Ninja Theory, se convierte en la enésima remasterización que nos llega a PS4 y Xbox One en los últimos meses. Así que, como no puede ser de otra manera, también es la enésima ocasión en la que nos debemos poner suspicaces para analizar qué nos ofrece esta nueva versión respecto al juego original.

Atrás quedaron todas aquellas polémicas sobre las pintas del nuevo Dante, un aspecto que parecía intocable en la saga. El gran trabajo de Ninja Theory con este reincio demostró que todo aquel ruido en las redes no era para tanto. El juego encandiló a la crítica, nosotros los primeros, y al público. Por eso, no nos extraña nada que aparezca esta remasterización. No vamos a detenernos mucho en las virtudes del juego original, que para eso ya está el análisis de DMC Devil May Cry, así que vamos a centrarnos en ver qué ofrece DmC Definitive Edition en PS4 y Xbox One.

Análisis de Devil May Cry Definitive Edition

Mejorando el aspecto del nuevo Dante

Cuando un juego de la pasada generación da el salto a PS4 y Xbox One lo primero en lo que nos fijamos es en el nuevo apartado técnico. No es que yo sea un enamorado de los festines gráficos, de ahí que no me vayáis a encontrar jugando a Ryse o The Order 1886. Pero, como a todo hijo de vecina, sí que me gusta ver que se aprovecha el potencial de mi nueva consola, en la que me he dejado el dinerete.

En esta ocasión, Dante luce a 1080p y, lo que es mucho mejor, a 60fps tremendamente estables. No es que sea un prodigio técnico por el que debamos aplaudir a Capcom o a Ninja Theory, ya que PS4 y Xbox One deben dar para esto y para mucho más, pero no deja de ser un cambio notable que, además, afecta a la jugabilidad. Y es que DmC es un título en el que la fluidez resulta indispensable para disfrutar al máximo de su sistema de combates y para, porqué no decirlo, comprender con claridad lo que está sucediendo entre tanto efecto y espadazos.

Además, esta edición definitiva (por cierto veo falta de originialidad para titular remasterizaciones en la industria) también incluye la campaña La Caída de Vergil que apareció como DLC, y que también nos gustó mucho en su día. Y eso sin contar con los trajes y tontunas extra que aparecieron para el original. Incluso incluye dos nuevos modelitos, uno para Dante al estilo del Devil May Cry original (así nadie puede dar el follón con el tema de las nuevas pintas) y otro para Vergil.

Análisis de Devil May Cry Definitive Edition

Una edición con extras celestiales

Entre las novedades jugables, las que más nos interesan, encontramos interesantes añadidos. El modo Turbo, un clásico de la saga, nos permite acelerar la velocidad general del juego un 20%, para hacer los combates aún más frenéticos. Puede parecer una minucia, pero el juego original estaba tan absolutamente medido que un cambio de un 20% supone un cambio significativo.

El modo Hardcore, que se activa como el Turbo en cualquier nivel de dificultad, aumenta el daño que pueden recibir los enemigos, hace que nuestro ataque especial no lance a los rivales por los aires, es más difícil bloquear ataques y también aumentar el ránking de estilo. Una auténtica barbaridad, la verdad.

Otro añadido es el modo de dificultad Gods Must Die, el más chungo de todos, que hace que los enemigos aparezcan en modo Devil Trigger (una especie de furia). El modo Must Style ya es para que perdamos la cabeza. Con este modificador activado tenemos que alcanzar un rango de estilo de “S” antes de poder dañar a nuestros oponentes.

Imaginad la combinación de todos estos modificadores y niveles de dificultad y os haréis una pequeña idea de lo difícil que puede llegar a resultar el completar la aventura. Desde luego, nadie se puede quejar de que esta nueva versión llena de nuevos y difíciles retos no se ha hecho teniendo en cuenta a los usuarios que ya jugaron al original, lo que siempre es de agradecer. 

Análisis de Devil May Cry Definitive Edition

La otra gran novedad son los 60 nuevos niveles del modo Palacio Sangriento, al que ahora están protagonizados por Vergil. La sensación que nos deja esta Definitive Edition es realmente buena. Cumple con el lavado gráfico que debemos exigir a este tipo de remasterizaciones y además incluye un montón de modificadores y modos de dificultad que ofrecen nuevos retos a los que ya jugaron al juego original en PS3.

Otros retoques, como la ubicación de determinados coleccionables, cambios en las rutinas de algunos enemigos y jefes finales o la posibilidad de fijar la cámara en los enemigos terminan de poner la guinda al demoníaco pastel y demuestran que Ninja Theory le ha puesto algo de lógica a esto de las remasterizaciones de nueva generación.

Generalmente nos enfrentamos a las remasterizaciones, y más si es de títulos que jugamos hace no tanto tiempo, con cierta pereza, pero DmC Definitive Edition ha conseguido que disfrutemos repitiendo aventura y descubriendo nuevos modos y niveles de dificultad, algo de lo que no muchas remasterizaciones pueden presumir. Superada esa prueba, el veredicto es claro: excelente remasterización.

VALORACIÓN:

El lavado gráfico es interesante pero lo son mucho más los nuevos modificadores y niveles de dificultad, que nos atrapan inrremediablemente en las redes de DmC, incluso aunque lo jugásemos en su día.

LO MEJOR:

Los nuevos modificadores y modos de dificultad. Las mejoras gráficas. Los retoques jugables.

LO PEOR:

La cámara sigue fallando más de la cuenta.

Versión comentada: PS4

Hobby

89

Muy bueno

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