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Crítica civilizada de Salvajes

Crítica civilizada de Salvajes
ARGUMENTO: Ben y Chon son dos traficantes de droga afincados cómodamente en California. Además de su afición por el cultivo de marihuana de gran calidad y su ditribución local, comparten un amor común: Ophelia. Cuando el cártel mejicano de la Baja se fije en ellos, comenzarán sus problemas.2012 - DIRIGIDA POR: Oliver Stone - PROTAGONIZADA POR: Salma Hayek, Benicio del Toro, Blake Lively, Taylor Kitsch, Aaron Taylor-Johnson y John Travolta. Estreno 28 de septiembre.

Basándose libremente en la novela de Don Winslow, Stone recrea la lucha de los pequeños productores de marihuana con un poderoso cártel mejicano, sin embargo, se concede ciertas licencias a la hora de mostrar el final, que es independiente del libro.

El problema es que el punto de partida resulta tan maniqueo que es imposible tomarse en serio los giros del guión que por otra parte está plagado de pequeñas trampas narrativas que confluyen hacia un final al más puro estilo western: seis personas, un desierto, francotiradores y un enfrentamiento letal.

Se echa en falta más compromiso por parte de Stone para la resolución del conflicto.

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Las circunstancias te vuelven salvaje

Por un lado tenemos el triángulo amoroso de Ben, Chon y Ophelia (Aaron Taylor-Johnson, Taylor Kitsch y Blake Lively respectivamente) que cuentan con un equipo de personas que les ayudan a distribuir su producción y con la complicidad del corrupto policía Dennis Cane (John Travolta) que les permite traficar a pequeña escala. No faltan los planos que les muestran vendiendo marihuana a enfermos de cáncer, de hecho parece que le están haciendo un favor a los demás haciéndose ricos a costa de traficar con droga, pero claro la justificación es que Ben realiza una inmensa labor en África construyendo pozos y escuelas.

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Por otro lado está Elena, conocida como "la reina" (Salma Hayek) que domina el cártel de Baja y vive rodeada de un lujo tan desbordante como innecesario. Para hacer el trabajo sucio tiene unos secuaces que actúan como brazo ejecutor. Pero no todos son iguales: Lado (Benicio del Toro) es un sádico brutal que no valora en nada la vida, Álex (Demián Bichir) por el contrario es el clásico villano de traje que lleva la manicura impecable y no se mancha las manos con sangre.

Hay un mutuo desprecio hacia el estilo de vida de unos y otros, y finalmente es difícil decir quién resulta más salvaje.

Ophelia es el catalizador

La película arranca mezclando imágenes en blanco y negro con otras en color de una Ophelia que nos anuncia que la historia que va a narrar a continuación es de esas que solo pueden tener un trágico final, como el de la protagonista femenina de Hamlet. Esto se subraya tantas veces a lo largo de la película que resulta repetitivo además de incoherente con el transcurso de la cinta.

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Que me expliquen a mí cómo es posible que en un zulo en el que te tiene presa la facción más dura de un cártel haya una reproducción de la obra prerrafaelita de sir John Everett Millais "Ophelia".

Sea como fuere, es Ophelia quien une a Ben y Chon, que por lo demás son completamente antagónicos: uno atento y considerado, espiritual y responsable, el otro tosco y atormentado, físico e independiente. Ella encuentra en ambos la conjunción ideal y ellos en ella el hogar que nunca han tenido. Este equilibrio se rompe cuando Lado la secuestra para chantajear a Ben y Chon y provocará que ambos se muevan por su lado más oscuro y siniestro.

Esto llama la atención particularmente en el caso de Ben, un autoproclamado pacifista que se verá contra las cuerdas. Fantástica la labor de diseño de vestuario de Cindy Evans, que transmite mucha información sobre los personajes a través de la forma de ataviarse.

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Fotografía excepcional, narrativa a tropicones

El rodaje con objetivos anamórficos y en formato panorámico captura tomas bellísimas del paisaje californiano a la par que ofrece una mayor información sobre los personajes. La iluminación se torna todavía más importante ya que permite precindir de la repetición de muchas tomas.

La cámara manual se utilizó para los planos en los que los protagonistas están ebrios y fumados y da una sensación especial de ralentización de la conciencia.

La película tiene destellos brillantes, pero la esencia del mensaje se pierde por el camino. Es increíble que un grupo de traficantes que diariamente decapitan a gente inocente no tomen lo que quieren por la fuerza sin más dando pie a la lucha de guerrillas desequilibrada. No se puede pasar por alto una cierta banalización de un tema que a día de hoy está más presente que nunca en el panorama internacional. Es difícil generar empatía hacia alguno de los personajes cuando hay vidas reales en juego.

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Mención especial merecen las interpretaciones de Benicio del Toro, que da auténtico miedo y una Salma Hayek que a pesar de contar con el handicap de su altura, domina a sus hombres en un mundo de violencia en el que la testosterona se desmadra. Los toques de verosimilitud que se producen cuando hay conversaciones en "spanglish" también se agradecen.

VALORACIÓN:

Oliver Stone pierde una oportunidad preciosa para profundizar en un tema tan serio como el desplazamiento de los cárteles mejicanos de la droga a la costa californiana y se ceba en una trama que pierde interés al final.

LO MEJOR:

La fotografía y Benicio del Toro, que consigue dar mucha grima.

LO PEOR:

Un rebobinado que aparece de repente para asombro del espectador.
Hobby

65

Aceptable

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