Crítica de Dolor y dinero
Michael Bay le ha dado un giro a su carrera con este último proyecto, una sátira brutal acerca del sueño americano, mostrado a través de los ojos de un "visionario" culturista al que Mark Wahlberg le da una tridimensionalidad asombrosa.
Bizarra y alocada, esta película basada en hechos reales tiene que recordarte hacia el final del metraje que sigue basándose en hechos reales por lo inconcebible de los planes del trío protagonista y el devenir de sus acciones, que van siguiendo una escalada ascencente en violencia a la par que en estupidez.
En concreto, Dolor y dinero se articula en torno a las piezas escritas por el redactor Pete Collins del Miami New Times en 1999, que describió las andanzas de este grupo y siguió su caso hasta el final, un juicio de lo menos convencional.
El guión de Christopher Markus y Stephen McFeely (que se han encargado también del libreto de Thor: un mundo oscuro) exuda genialidad y regala frases lapidarias de las que te sacan más de una risa cómplice desde el comienzo de la cinta, con la presentación del personaje principal y su simpleza, que le hace tomar un atajo absurdo para convertirse en quien cree que se merece.
Dwayne Johnson, el gigante redimido por su pasión a Jesucristo y Anthony Mackie, un vigoréxico impotente enamorado de su oronda enfermera a la que da vida una Rebel Wilson divertidísima (de nuevo fantástica tras Dando la nota) conforman el grupo increíblemente escaso de cerebro que lidera un avispado pero igualmente infantiloide Mark Wahlberg que idea un plan de "tres dedos" siguiendo los consejos de uno de esos predicadores televisivos que le convence de que es "un hacedor" en una de las secuencias más hilarantes de la película.
Atendiendo a su contenido, Dolor y dinero es una rara avis, sobre todo teniendo el cuenta que proviene de Michael Bay, un cineasta al que no se le presuponía una inclinación a hacer una sátira acerca del patriotismo tan espinosa (menudas líneas de guión tiene Wahlberg...) pero es también bastante deslumbrante a nivel visual, valiéndose de una fotografía muy saturada (muy al estilo CSI Miami), ralentizados paródicos, toda clase de planos desde distintos puntos de vista y cierto histrionismo en las secuencias de acción que contribuyen a forjar "un aspecto visual muy peculiar para una historia pero que muy peculiar", osea, que le va como anillo al dedo.
La película sorprende y está plagada de secundarios muy disfrutables entre los que destacan la víctima con la que es imposible empatizar Tony Shalhoub, el investigador Ed Harris (cuya aparición ralentiza un tanto el tramo final del relato) o ese reconocible visionario lavacerebros al que da vida Ken Jeong.
Recomendación: vedla si podéis en versión original, porque le sacaréis más jugo a la película (y os reiréis más) y sobre todo liberaos de prejuicios antes de hacerlo porque os va a sorprender. Los títulos de crédito finales nos muestran a los protagonistas reales de esta parodia... y es aquí donde la película amarga un poco, ¿nos hemos estado riendo tanto con una cinta que habla de personas que acabaron así? Pues te deja un poco de mala conciencia... pero sí.
VALORACIÓN:
El corrosivo humor de Dolor y dinero hará más gracia a este lado del océano, donde las pullas a la estupidez patriotera sorprenden por su fuente, ¿de verdad ha dirigido esta cinta Michael Bay?LO MEJOR:
La subversión del sueño americano y la sorna respecto a la vigorexia.LO PEOR:
Sorprende el tratamiento frívolo teniendo en cuenta el destino de los personajes reales...78
BuenoDescubre más sobre Raquel Hernández Luján, autor/a de este artículo.
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