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Crítica de Dragon Ball: El más fuerte del mundo

Crítica de Dragon Ball: El más fuerte del mundo
ARGUMENTO: Después de permanecer muchos años bajo el hielo, el malvado Dr. Willow busca el cuerpo más poderoso del mundo para "trasplantar" en él su cerebro. Cree que ese cuerpo es el de Mutenroshi, pero Goku y sus camaradas intentarán pararle los pies. 1990 - DIRIGIDA POR Daisuke Nishio - GUIÓN DE Takao Toyama.

Una vez las películas de Dragon Ball se metieron en harina con la parte "Z" de la historia, el orden cronológico pasó de estar cogidillo con alfileres a ser tomado por el pito del sereno, directamente. Prueba de ello es esta El más fuerte del mundo, segunda película de Dragon Ball Z, estrenada en Japón mientras los pobres televidentes tenían que tragarse los capítulos de relleno del viaje a Namek. Esta historia tiene lugar, aproxiamadamente, justo después de la batalla con Vegeta y Nappa. Decimos aproximadamente porque Goku ya sabe usar el Kaioh ken (la técnica de Kaito, que se decía en el doblaje castellano) y el Genki Dama (la Fuerza Universal). Pero claro, Piccolo debería estar muerto, pero aquí lo tenemos vivito y coleando.

No hay que dar demasiada importancia al asunto pues, como ya hemos comentado, estas películas toman a los personajes y sus habilidades y los colocan en situaciones imposibles con villanos que no han existido jamás en el manga.

Crítica de Dragon Ball: El más fuerte del mundo

En esta ocasión salía a escena el doctor Willow, uno de esos genios científicos tan inteligentes como malvados. ¡Bueno, es malo porque nadie lo quería! Un abracito a tiempo lo hubiera arreglado, pero resulta que a estas alturas es un villano de tomo y lomo. Por cierto, su nombre, como es habitual, es una broma gastronómica, pues se pronuncia igual que uirou, un dulce de arroz japonés. Su ayudante, el doctor Kochin y el resto de monstruos genéticos, también hacen referencia a dulces típicos.

Las intenciones del doctor Willow (un cerebro que es mantenido con vida gracias a los ingenios de su asistente) pasan por introducirse en el cuerpo del luchador más fuerte del mundo, para convertirse en el ser perfecto. Como estos malos están un poco anticuados, creen que Mutenroshi sigue siendo el "number one", lo que da pie a que nuestro sensei favorito vuelva a pelear cuando nadie daba un duro por él. Tampoco es que aguante demasiado, pero volver a verlo en acción siempre se agradece.

Crítica de Dragon Ball: El más fuerte del mundo

El resto de personajes que salen a escena son los más populares: Goku, Piccolo, Gohan, Bulma y Krilin. Aunque seguían "de moda" en esa época, no aparecen Ten Shin Han, Yamcha o Chaotzu (¿quizás sí se respetó la muerte de estos personajes en el anime?). Con Krilín podían haber hecho lo mismo, porque, una vez más, aparece en la película para golpear con su cara los nudillos de los enemigos. Aunque el doctor Willow es el plato fuerte de la batalla, buena parte de la cinta se sustenta en la batalla contra los soldados genéticos que éste ha creado. El primer grupo de ellos está claramente copiado de los saibaimen (los "semillas") que usaban Nappa y Vegeta, mientras que el resto tiene algo más de gracia: uno congela, otro suelta descargas eléctricas y otro es muy elástico. Quizá Stan Lee debería haberse planteado emprender acciones legales, pero la verdad es que estos enemigos nos sirven.

Ahora bien, hay un enemigo mucho más terrible que todos ellos juntos: Chichi. Mientras que en el manga suele tener un papel divertido, la madre de Gohan es sin duda recordada con fastidio en el anime, pues se ha dedicado a protagonizar minutos y minutos de relleno con sus charlas sobre que el niño tiene que estudiar. Cortaba el rollo por igual a los luchadores y a los espectadores. Y hombre, está bien que metas algo de relleno en el anime, pero que Chichi dé también la brasa en esta película clama al cielo.

A eso se suma el "sueño musical" que tiene Gohan, en el que se imagina rodeado de Cartabones y lápices con patas mientras suena una música más propia de Pocoyó que de Dragon Ball Z. Entiendo que en la época debió resultar un detalle muy simpático para el público nipón, pero a mí me resulta bastante cargante y fuera de lugar. Hay formas más sencillas y directas de remarcar la niñez del personaje, sin tener que calzar esos experimentos visuales tan pesados.

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Oolong también roba varios minutos de metraje para protagonizar un par de gags que no aportan sustancia a la historia (¿otra vez la broma de las bragas?) y, en general, es una pena que la mayoría de los personajes sirvan más de comparsa que de ayuda. La costumbre de colocar a un par de héroes (en este caso, sobre todo, Goku y Gohan) con todo el peso dramático mientras los demás caen inconscientes una y otra vez se vuelve aquí demasiado flagrante y desaprovecha el potencial de lo que hay entre manos. ¡Con lo que moló la intensísima lucha de desgaste de Krilin, Yamcha, Piccolo, Gohan Ten Shin Han y Chaotzu contra Nappa y Vegeta en esa etapa! Aquí, poco queda de esa emoción.

Por suerte, los enemigos principales son bastante dignos y el último tercio de la historia, con Goku dándolo todo, se vuelve bastante más emocionante. El Genki Dama acababa de destaparse como una técnica muy espectacular en el manganime y aquí repiten el efecto con bastante acierto. Así pues, aunque la cinta no ha envejecido bien del todo, aún guarda un poco de fuerza en su interior. Sí, más o menos como Mutenroshi...


Recuerda, puedes ver las críticas del resto de películas de Goku en nuestro especial Dragon Ball.

VALORACIÓN:

Aunque tiene serios problemas de ritmo, algunos de los momentos de acción están bien planteados. Se hace más entretenida al final.

LO MEJOR:

Que se dé una nueva oportunidad a Mutenroshi.

LO PEOR:

Chichi resulta insoportable. Los malos son muy maniqueos.
Hobby

61

Aceptable

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