Crítica de El hobbit: la batalla de los cinco ejércitos
Todo listo para el último viaje a la Tierra Media y para ser testigos de cómo los enanos tratan de recuperar su reino de las garras de Smaug, el dragón al que le presta su voz un fiero Benedict Cumberbatch.
El tríptico de Peter Jackson tiene un digno final, acorde a los dos episodios anteriores Un viaje inesperado y La desolación de Smaug, que encantará a sus incondicionales seguidores y dejará un tanto agotados al resto al volver a exprimirle hasta el último jugo a lo que ya habíamos visto antes. Es probable que fusionando la película anterior y ésta y recortando metraje nos encontráramos ante una película narrativamente más coherente y fuerte.
El comienzo de El hobbit: la batalla de los cinco ejércitos in media res nos sitúa donde nos dejó La desolación de Smaug y por tanto, de forma atípica, tenemos un arranque que sabe a conclusión. Al comenzar tan alto, el resto de la película trata de volver a alcanzar esa intensidad en vano y eso a pesar de que Peter Jackson acusa con mayor fuerza su mayor debilidad: la grandilocuencia.
Todo en El hobbit: la batalla de los cinco ejércitos es más grande, más espectacular, más majestuoso y más numeroso hasta el punto de caer en la megalomanía. Hay una descompensación importante en el argumento que nos regala grandes momentos cinematográficos y otros ya trillados que nos sonarán: solo cambian los personajes.
Mejor la piel que el CGI
Una de las mejores bazas de la película es el plantel de intérpretes que la pueblan. Sus rostros y sus acertadas interpretaciones son un tesoro mayor que el de la Montaña Solitaria y el director consigue extraerles sus mejores actuaciones, ¡y eso que hasta llegaron a quejarse de tener que trabajar frente a un chroma-key!
El equilibrio es casi perfecto y todos tienen su momento: desde Bardo asumiendo el liderazgo de su pueblo pasando por el carácter conciliador de Bilbo, el amor prohibido de Mithrandir, el efímero romance de Tauriel, la corrupción del corazón de Thorin cegado por el oro...
La película se viene arriba cada vez que pone el foco en los personajes y deja trabajar a los actores y se aleja de los planos cenitales en los que se confrontan las diferentes facciones en una batalla desmesurada, inflada de ambición de forma totalmente innecesaria.
No se trata de un problema de la duración del conflicto, que era algo que nos preocupaba antes de ver una película, sino de su enfoque: demasiados efectos digitales y demasiado pobres en su integración. Aunque los orcos están más logrados en este último episodio debido en parte a la necesidad de su individualización de cara a los duelos finales, siguen sin gozar de la plasticidad de los de El señor de los anillos y las criaturas fantásticas no dejan de tener una estética más próxima al dibujo animado que a una representación física creíble.
A la sombra de El señor de los anillos
Los paralelismos son tantos y tan claros con El retorno del rey que se hace inexcusable no realizar una comparativa. Mientras aquella dedicaba buena parte del metraje a ir cerrando las tramas en varias conclusiones consecutivas, el final de El hobbit: la batalla de los cinco ejércitos se antoja demasiado efímero y no da tiempo a sentir nostalgia. Le falta la candidez de la primera vez, porque si hay algo que lastra esta película es el altísimo nivel autoimpuesto al nacer tras la primera trilogía de Jackson.
Está claro que tanto por el tratamiento de los personajes, como por el dramatismo de la trama, la iluminación y el espíritu nos hallamos ante la entrega más oscura y adulta de la trilogía, hasta el punto de que echamos de menos el sentido del humor de las anteriores, el candor de los enanos y los hobbits y sus pinceladas que nos servían de alivio cómico y nos recordaban que a la postre estábamos presenciando un cuento.
Concluida ya esta adaptación tan libre de "El hobbit" da la sensación de que la Tierra Media ha sido esquilmada y ahora toca poner el universo de Tolkien en barbecho... "Si hubiera otros que aprecian más su hogar que el oro atesorado el mundo sería un lugar mejor", sentenciaba Thorin al comprobar la buena fe de Bilbo. Pues eso.
Conste que los enganches con El señor de los anillos son, al final, muy buenos y dan auténticas ganas de revisitar al trilogía original, pero la verdadera morriña viene más al escuchar los títulos de crédito finales que con la conclusión de la trama... No os los perdáis y disfrutad de los últimos acordes que preceden a la bajada del telón.
VALORACIÓN:
El hobbit: la batalla de los cinco ejércitos tiene un espejo demasiado hermoso en el que reflejarse y palidece frente al desenlace de El señor de los anillos. Se echa en falta originalidad y sentimiento.LO MEJOR:
Las interpretaciones de Luke Evans, Ian McKellen, Evangeline Lilly...LO PEOR:
Los efectos digitales, otra vez, y la desmesura innecesaria.72
BuenoDescubre más sobre Raquel Hernández Luján, autor/a de este artículo.
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