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Crítica de El hobbit: la desolación de Smaug

Crítica de El hobbit: la desolación de Smaug
ARGUMENTO: En El hobbit: la desolación de Smaug tras superar no pocos obstáculos en el Bosque Negro y Esgaroth, la comitiva encabezada por Thorin Escudo de Roble se dirige a la Montaña Solitaria para hacer frente al dragón Smaug en un intento por recuperar el oro de los enanos y su reino: Erebor.2013 - DIRIGIDA POR: Peter Jackson - PROTAGONIZADA POR: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Hugo Weaving, Andy Serkis, Orlando Bloom, Evangeline Lilly, Benedict Cumberbatch y Luke Evans. En cines a partir del 13 de diciembre.

ACTUALIZADO 8-4-2014: Hoy se pone a la venta El hobbit: la desolación de Smaug en DVD y Blu-Ray. Por ello, actualizamos la crítica que hicimos de la peli tras su estreno en salas de cine. ¡A disfrutar como enanos!

TEXTO ORIGINAL 12-12-2013: Gracias a SensaCine hemos podido ver ya El hobbit: la desolación de Smaug. Ya conocemos a los personajes principales de esta historia, pero, al comienzo de la misma (y atentos a la primera persona que se cruza por la pantalla que os resultará familiar) Peter Jackson introduce un breve flash-back para mostrarnos el momento en el que Thorin recibe la visita de Gandalf en una taberna para instarle a recuperar el reino de Erebor. Y doce meses después, estamos en el mismo punto en el que dejamos a esta primera compañía, justo en un momento en el que su única escapatoria parece ser pedirle ayuda a Beorn, el cambiapieles.

Si fuese un juego, La desolación de Smaug podría definirse perfectamente por sus escenarios: el hogar de Beorn, el Bosque Negro, el reino de los elfos del bosque, Esgaroth y la Montaña Solitaria, que sería la línea de meta. El enorme cambio respecto a Un viaje inesperado es el tono general de la cinta, mucho menos amable, más oscura (¿será el toque de Del Toro?) y épica y también con menos sentido del humor, hasta el punto de que, cuando hace acto de presencia, se agradece de veras.

Crítica de El hobbit: la desolación de Smaug

Como adaptación literaria es totalmente libre

Cuando se trasvasa a la pantalla una historia puede hacerse ciñéndose a ella palabra por palabra, tomándose libertades como era el caso de la cinta precedente o haciendo algo nuevo a partir del material original.

En este caso, el guión de Peter Jackson, Guillermo del Toro, Philippa Boyens y Fran Walsh se pone el libro por montera para crear una historia 2.0 muy del gusto de la masa pero poco tiene que ver con el relato del que parte, ni siquiera en su espíritu como cuento juvenil. Esto en sí mismo no tiene por qué ser ni bueno ni malo (depende de qué y cómo se introduzcan los cambios), si bien tiene un claro y obvio objetivo: seguir haciendo caja estirando la goma toooodo lo que dé de sí. ¿No será Jackson el que se ha cegado con el tesoro de los enanos?

Crítica de El hobbit: la desolación de Smaug

El caso es que tenemos por delante más de 160 minutos de metraje en el que Jackson vuelca toda su megalomanía de forma deslumbrante. En algunos momentos es demasiado y se aprecia su reticencia a prestar más atención a los tempos internos de la historia (qué bien habrían venido unos cortes en la sala de montaje) y en otros, directamente embelesa con la magnificencia de las imágenes: todo un festín que llega a su cumbre en la Montaña Solitaria con un Smaug potenciado por la profunda voz de Benedict Cumberbatch. Esta vez la apuesta ha sido más fuerte y ganar por tanto era más difícil.

Qué mola, qué sobra y qué se echa en falta

Se echa de menos en primer lugar a Gollum, la estrella principal de la primera parte, aunque tenemos una nueva dosis de acertijos con la nueva atracción de la película: Smaug. También son breves las incursiones en pantalla de Gandalf... Y se le echa de menos, claro. Radagast también tiene una escuetísima intervención, menos histriónica que en la primera entrega.

Crítica de El hobbit: la desolación de Smaug

Con todo, uno de los grandes aciertos de la película es mostrarnos aquello que Tolkien nos escamoteó en el libro: el lugar al que el mago gris va cuando deja a los enanos en la entrada del Bosque Negro y el terrible poder al que debe hacer frente.

El gran desaprovechado es Beorn (Mikael Persbrandt), cuya ayuda es fundamental para ayudarles a llegar ante las fauces del letal bosque y para cuidarse de los peligros que les aguardan en él: ni siquiera tiene ocasión de trasladar sus sabios consejos a la comitiva.

Crítica de El hobbit: la desolación de Smaug

Los nexos de unión con El señor de los anillos son muchos, sobre todo por la ingente cantidad de orcos que acechan a cada instante a la comitiva así como el nuevo material añadido a la historia como la introducción de Légolas (Orlando Bloom) y la invención de Tauriel (Evangeline Lilly), un personaje que por cierto funciona fenomenal y viene a aumentar el precario número de féminas de la historia y a introducir de paso ciertas tramas sentimentales que aligeran un poco el trasfondo épico que asume esta segunda entrega (no es broma, creo que he contado al menos tres orcos decapitados y no hemos llegado a la chicha de Esgaroth).

¿Te pareció excesiva la secuencia de la cueva de los trasgos en Un viaje inesperado? Entonces encontrarás varios momentos de tedio a lo largo del metraje. Si por el contrario disfrutaste de cada minuto de proyección te deleitarás a cada instante porque las batallas son largas, con coreografías muy elaboradas (mención especial merecen las que libran los elfos del bosque) y abundantes.

Crítica de El hobbit: la desolación de Smaug

Entre los grandes aciertos está el de no tomar en consideración el orden exacto de algunos acontecimientos: adelantar la presentación de Bardo (Luke Evans) es muy conveniente de cara a lo que está por llegar. Y otro más: un diez para maquillaje, peluquería y prótesis, que además en esta ocasión tienen la dificultad añadida de las telarañas, el agua e incluso el pescado...

Por cierto, aunque la complicidad entre Thorin y Bilbo no es ya tan palpable, los actores que les dan vida se apuntalan perfectos en sus respectivos roles. Tanto Richard Armitage como Martin Freeman bordan sus papeles. En cuanto a los escenarios resulta espectacular Erebor y sus entrañas: el salón del trono, el tesoro bajo el que descansa Smaug y la antigua fragua.

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Con la vista clavada en Partida y regreso

Varias tramas han quedado abiertas y apuntaladas para ser rematadas en la tercera película que vendrá a cerrar el círculo, pero ¿qué nos deparará esa conclusión? Porque sigo sin explicarme cómo podrán articular otras casi tres horas en torno a lo que queda por contar del libro, si bien, vista la libertad creativa por la que ha optado la cinta, es seguro que se añadirán nuevos episodios de otros relatos o bien de cosecha propia. Resumiendo, que el resultado es impredecible.

Le alabo el gusto a Jackson de que, ahora sí, se haya atrevido a hacer algo nuevo de verdad y haya puesto toda la carne en el asador, pero no puedo evitar pensar que si Tolkien levantara la cabeza...

Con todo, La desolación de Smaug marca la senda correcta, con una narración más ágil y llena de aventuras, para consolidar esta nueva trilogía, a falta de ver el remate final el año próximo. Afinar más en los tiempos y ajustar mejor el metraje haría de esta película una obra más perfecta.

VALORACIÓN:

Siguiendo una línea muy diferente a la de Un viaje inesperado, La desolación de Smaug incorpora mucha más acción y nos deja miguitas de pan de cara a Partida y regreso. Algo mejora la cosa...

LO MEJOR:

La valentía a la hora de abordar los sucesos del libro. Una adaptación muy libre.

LO PEOR:

Como en la cueva de los trasgos, Jackson sigue sin saber cuándo decir basta.
Hobby

79

Bueno

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