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Crítica de El Mundo Perdido, Parque Jurásico

Crítica de El Mundo Perdido, Parque Jurásico
CRÍTICA DE El Mundo Perdido, Parque Jurásico - 1997- DIRIGIDA POR Steven Spielberg - PROTAGONIZADA POR Jeff Goldblum, Julianne Moore, Pete Postlethwaite, Arliss Howard, Richard Attenborough, Vince Vaughn, Peter Stormare. ARGUMENTO: El doctor Ian Malcom (Jeff Goldblum) se ve obligado a perseguir a su novia Sarah (Julianne Moore) hasta Isla Sorna, el lugar en el que los dinosaurios del parque temático de Isla Nublar se crearon. Tras encontrar a su novia, la expedición se topa con un grupo de cazadores enviados por InGen para capturar a los animales vivos, trasladarlos a la ciudad de San Diego y convertirlos en atracciones. Muy pronto, su supervivencia frente a las gigantescas criaturas se convierte en lo único importante.

Cuando un director de la talla de Steven Spielberg, uno de los grandes entre los más grandes, se siente en su silla de Prados Soleados a echar la vista atrás y rememorar cómo ha sido su carrera cinematográfica seguro que se hace el loco y no le cuenta a sus compañeros de asilo que finalmente cedió para dirigir El Mundo Perdido, la secuela de la exitosa y más que notable Parque Jurásico. Claro, que también es verdad que la silla en la que se siente el Rey Midas de Hollywood estará hecha, obviamente de oro. Seguro que aunque se reproche a sí mismo muchos aspectos de su película se le escapará una sonrisilla al recordar los casi 700 millones de dólares que recaudó El Mundo Perdido: Parque Jurásico en taquilla.

Crítica de El Mundo Perdido, Parque Jurásico

Mucho más que "algo" ha sobrevivido

El eslogan que publicitaba El Mundo Perdido en nuestro país, allá por 1997 rezaba: "algo ha sobrevivido" pero, como os podréis imaginar, ha sobrevivido casi todo. Resulta que Isla Nublar donde se desarrollaba la primera entrega de la saga (aquí tenéis nuestra crítica) no era más que un entretenimiento para ricos. Isla Sorna, la "zona B", es la verdadera fuente de las investigaciones y el lugar donde se criaban los dinosaurios antes de enviarlos al infructuoso parque temático.

Después de que la jovencita de la imagen superior y su familia tengan un accidentado encuentro con los simpáticos "compis" en la dichosa isla, John Hammond (aka Papá Pitufo aventurero) ve peligrar el control sobre sus industrias InGen, la empresa responsable de devolver a la vida a los dinosaurios con 65 millones de años de retraso. Por eso necesita que un grupo de expertos vaya a la isla a recabar datos sobre los especímenes que la habitan y demostrar que pueden vivir sin que nadie les moleste.

Crítica de El Mundo Perdido, Parque Jurásico

Uno de los afortunados excursionistas es Ian Malcom (Jeff Goldblum), el matemático que advertía a todos del peligro del parque en la primera película, que se ve obligado a viajar para seguir los pasos de su novia Sarah Harding (Julianne Moore). A lo largo de la película nos encontramos con pocos viejos conocidos, tan solo Hammond y sus nietos (que aparecen solo 20 segundos pero con 20 cm de altura más, que ya es algo) así que  el resto del elenco es nuevo.

De entre todos ellos destacan Vince Vaughn, que interpreta a Nick Van Owen, un reportero gráfico y activista de Greenpeace que ama a todas y cada una de las criaturas de nuestro señor por igual, aunque sean engendros genéticos que solo deberían quemarse o estudiarse en sus dos formas fósiles. Pete Postlethwaite interpreta a Roland Tembo, un famoso cazador que pasa de odiado por el público a querido por todos ya que no caza solo por gusto o afición sino porque es un buscador de retos y eso, al parecer, solventa la papeleta (lástima que ya no puedas apuntarte la excusa Juan Carlos). Peter Stormare, secundario de lujo en Hollywood, interpreta a un cazador con muchos menos escrúpulos, cerrando el trío de personajes salvables. Dejaremos para más adelante (por motivos de jocosidad) el papel de Kelly, la hija de Ian Malcom.

El resto de secundarios, desde el malvado sobrino de Hammond o el tipo que se sacrifica heroicamente para salvar a los protagonistas hasta un indio que aparece de tanto en cuanto como chupando cámara, no tienen el más mínimo interés. Quizás sea porque la mayoría de ellos no existían en el libro original de Michael Crichton y se los inventaron para la película, pero quién sabe.

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El teorema Jeff Goldblum

Según una elaborada y prestigiosa teoría, que acabo de crear yo mismo, el profesor Ian Malcom se convierte por arte de magia en nosotros, en el propio espectador. Es lo que he bautizado como el teorema Jeff Goldblum. El teorema describe cómo Jeff se transforma, cual mosca que ya interpretó en su día, de actor a espectador en la segunda entrega de Parque Jurásico. Y como las teorías no vale solo con plantearlas, voy a demostrarlo con hechos.

Primer síntoma: en la primera aparición de Jeff en pantalla le vemos bostezando. Una prueba irrefutable de que sabe muy bien la clase de película que le espera en las dos próximas horas. El actor traspasa de este modo la cuarta pared y avisa a los espectadores de lo que se nos avecina.

Segundo síntoma: como un espectador que, como él, ya ha vivido los hechos de la primera entrega se pasa la mayor parte de la película advirtiendo, ya con mucha desgana (como haríamos nosotros) de que el rollo de Isla Sorna se va a ir de madre sí o sí. De hecho, ya no quiere ni ponerse demasiado pesado sabiendo, como sabemos nosotros, que aún queda un buen rato de película y que los dinosaurios no van a dejar de ponerse las botas comiendo personas por mucho que insista.

Tercer síntoma: cuando la repetición de situaciones de la primera película se hace demasiado evidente, incluso para el propio personaje de Jeff, decide tomar las riendas de la situación y poner fin a la película salvando a todo el mundo, tanto a sus compañeros de aventuras como a los espectadores, que ya no saben, como Jeff, si estamos viendo una versión extendida con más acción de la primera entrega o si es la tercera, la cuarta o vaya usted a saber cuál.

Conclusión: La fórmula que demuestra el teorema, por todo lo anteriormente expuesto sería J=A+E, donde J es Jeff, A es actor y E es espectador.

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Perdidos por el mundo

El Mundo Perdido, la segunda entrega de Parque Jurásico, visto lo visto bien podría llamarse Perdidos por el Mundo. La cantidad de licencias que se toman en el film eliminando personajes, reviviendo a otros, suprimiendo dinosaurios y, en definitiva, cambiando a su antojo el libro original no le hace ningún favor a la película. El celuloide se convierte, casi desde el inicio, en un festín de acción mucho más centrado en ofrecernos escenas adrenalínicas con grandes efectos especiales y montones de dinosaurios en pantalla que en proponernos un desarrollo de personajes como Dios manda o en recrear la atmósfera de tensión que si consiguieron en muchas secuencias de la primera entrega.

El segundo problema tampoco es ajeno al libro. La historia en la que un grupo de cazadores y hombres sedientos de poder y dinero se embarca en una expedición para atrapar animales gigantescos y así poder exhibirlos en la gran ciudad como una atracción de circo ya está contada, y muchas veces. Se llama King Kong. Sí, ya sé que Michael Crichton pretende homenajear esta obra y, obviamente, también a El Mundo Perdido, la novela de Arthur Conan Doyle, pero no deja de tener delito.

Aunque la película resulta entretenida y para un chaval que, como yo, estaba totalmente flipado con todo lo que tuviera que ver con dinosaurios por culpa de Parque Jurásico, El Mundo Perdido, vista hoy en día, no tiene el mismo valor. Los efectos especiales se han quedado obsoletos y aunque la remasterizaran cual videojuego salido hace unos meses, la película no ganaría ni un ápice. Parece hecha con prisas, con personajes que no están bien desarrollados, situaciones que no quedan muy claras y escenas de acción más vistas que el tebeo. Y aquí es donde entra en acción la hija de Ian Malcom.

Crítica de El Mundo Perdido, Parque Jurásico

Lo primero que llama la atención de Kelly es que es afroamericana (no te digo nada Ian Malcom, tú sabrás) debido a que Steven Spielberg y su guionista decidieron transformar un personaje del libro en hija de Ian por arte de magia. Pero todo esto es lo de menos. Lo importante es que Kelly siente que su padre no le presta atención y apenas asiste a sus competiciones de gimnasia rítmica (yo en eso te apoyo 100% Ian, menudo ladrillo debe ser contemplar semejantes campeonatos infantiles). El caso es que, después de no hacer prácticamente nada en toda la película, Kelly se destapa en los momentos finales como la gimnasta olímpica aniquila dinosaurios que es.

La escena es una de las más surrealistas que he visto en mucho tiempo. Kelly se columpia en unas barras paralelas de competición, que alguien ha dejado por accidente en un cobertizo de la isla, para asestarle una patada en todo el hocico (o debería decir pico siguiendo las indicaciones de los expertos) a un velociraptor. Lo mejor es que, además, se permite el lujo de hacer unas pocas piruetas innecesarias antes de calentarle el morro al pobre dinosaurio. Sencillamente delirante.   

Eso sí, la película no deja de tener algunos momentos decentes que, en general, hacen de la película un pasatiempo entretenido, sobre todo para el público infantil-juvenil pero queda muy lejos de la excelente primera entrega.

Si os habéis quedado con ganas de más dinosaurios, aquí tenéis la crítica de la tercera entrega de la saga, un tráiler de la próxima entrega y hasta con un especial con los mejores videojuegos basados en el fenómeno de Parque Jurásico, casi nada.

VALORACIÓN:

La segunda entrega está muy por debajo de la película original. Más acción y menos de todo lo que hizo grande a la primera entrega: aventura, tensión y ritmo.

LO MEJOR:

La secuencia de las caravanas y el precipicio. La escena de la hija gimnasta de Jeff Goldblum.

LO PEOR:

La escena de la hija gimnasta de Jeff Goldblum.
Hobby

65

Aceptable

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