Crítica de El séptimo hijo con Jeff Bridges y Julianne Moore
¿Puede haber mejor manera de empezar el año que con un placer culpable? El séptimo hijo es eso justamente: una de esas películas que sin ser una maravilla, te entretiene de principio a fin y hace que se te pase el rato volando. Muy digno el 3D, por cierto. Ojo, que también hay que decir que es de una intrascendencia flagrante, así que no precisa de demasiado trabajo neuronal para digerirla con presteza.
La película, dirigida por Sergey Bodrov (La vida prometida (Este-Oeste)), está inspirada en la novela "El aprendiz del espectro", la primera entrega de la serie literaria "Crónicas de la piedra de Ward" de Joseph Delaney. Y a mí me ha dejado picada con ganas de ver más y de echarle un ojo al libro, que ya es algo.
El séptimo hijo nos sumerge de lleno y sin preámbulos en un mundo legendario y fantástico en la que los "espectros" son una suerte de clan prácticamente extinto que se dedica a proteger a los hombres de las brujas y otros engendros sobrenaturales cuya misión parecer ser hacerles la vida imposible y sembrar un reinado de terror. Para ello cuentan con sus propias armas que debilitan el poder de la oscuridad y con aprendices que solo pueden ser los séptimos hijos de los séptimos hijos.
¿A quién interesará especialmente la película? A quienes disfruten con las pelis de aventuras de corte fantástico bien ambientadas en las que los decorados, las caracterizaciones, vestuario y peluquería marcan una diferencia y de paso tengan a bien entretenerse con un ritmo trepidante en el que la acción prácticamente no cesa.
Qué diantres hacía por ahí Julianne Moore es un misterio, pero siempre es un placer verla interpretando cualquier papel, y aquí el de bruja malosa lo desarrolla con sobresaliente acierto, como no podía ser de otra manera. Que es versátil lo sabíamos de sobra, de ahí la sorpresa de verla en una cinta que parece muy por debajo de su caché.
El que está en su salsa es Jeff Bridges: no solo su personaje rezuma carisma (y alcohol) sino que su peculiarísimo acento hace que sea recomendable ver la peli en versión original solo por el placer de escucharle.
En el pase de prensa tuve el placer de compartir visionado con Jesús Delgado, nuestro experto en cómic y cultura americana al que conocéis ya de sobra, que me alertó de una cuestión que me había pasado inadvertida: la de ampollas que levantará El séptimo hijo por ser políticamente incorrecta.
Y es que los malvados son o bien mujeres o bien personajes que representan a todas las minorías étnicas estadounidenses así que la polémica está servida. Aunque es algo anecdótico, no deja de ser curioso teniendo en cuenta que es una coproducción que cuenta con financiación de EE. UU., Reino Unidos, Canadá y China.
Lo dicho, El séptimo hijo es asmillable a la comida chatarra: un constructo medido meticulosamente para gustar con un joven héroe guapete (Ben Barnes), un toque de idilio con una buena moza (la fotogénica Alicia Vikander), dos bandos aparentemente irreconciliables y mucho ser sobrenatural con batallas y enfrentamientos de todo tipo, pero ¿a quién le amarga una buena hamburguesa con patatas fritas y ketchup de vez en cuando?
A mí ésta me ha sabido bastante bien, no sorprende (lo cual puede interpretarse como algo negativo o como algo positivo) y cumple su función sin problemas, sobre todo si las expectativas de visionado no son altas y eso que aligerando un poco la carga de metamorfosis habría soltado algo de lastre...
A pesar de haber tenido un recibimiento bastante frío (por no hablar del retraso del estreno) esto huele a franquicia de lejos así que habrá que esperar los resultados de taquilla para ver si seguimos viendo más de lo mismo. En peores plazas hemos toreado.
VALORACIÓN:
Una buena película en su género a pesar de sus pocas novedades. Sabe explotar sus atractivos y entretiene con ligereza. Bien jugado.LO MEJOR:
El humor del personaje de Jeff Bridges y su alegato final contra las reglas establecidas.LO PEOR:
No es muy original y no deja demasiado poso: se disfruta y se olvida con facilidad.68
AceptableDescubre más sobre Raquel Hernández Luján, autor/a de este artículo.
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