Mechanic: Resurrection - Crítica de la película de acción de Jason Statham

Jason Statham es un superviviente, así queda de manifiesto en Mechanic: Resurrection, la secuela de The Mechanic en la que retoma el rol de Arthur Bishop rezumando testosterona ochentera (y tufillo a videoclub). El problema es que no estamos en los años 80, así que seguir la estructura de manual de los thrillers de acción de entonces es un grave problema: para la credibilidad del escaso argumento y para la construcción de un relato bastante pobre.

Se lo podríamos perdonar quizás si el espectáculo estuviera a la altura y el desliz fuera breve o fruto de un tic inconsciente pero el guión de Philip Shelby y Tony Mosher comete el gravísimo error de ser autoexplicativo y desmontar la película antes de volver a armarla.

Me explico: después de fingir su muerte, el exasesino vive plácidamente en Río de Janeiro con el nombre de Santos. Pero la tranquilidad se le acaba pronto, porque su archienemigo Rian Crain le lanza un cebo: Gina Thorne, una mujer que aparentemente está siendo atacada por su pareja sentimental. Tras rescatarla, Bishop empieza a sospechar que su encuentro no es casual y consigue sacarle la información: la idea es que se enamoren para poder luego utilizarla contra él y obligarlo a cometer una serie de asesinatos. 

A pesar de la obviedad, efectivamente se enamoran y Gina es secuestrada: para liberarla Bishop debe encargarse de realizar tres asesinatos y poner en práctica su especialidad que consiste en hacerlos parecer accidentes.

Pocas sorpresas a partir de ese momento: una mujer florero luciendo palmito y soñando con volver a su dorado retiro enseñando a niños camboyanos (no nos vaya a quedar alguna duda de que es más que buena, angelical), un malo malísimo que guarda un rencor personal por el héroe y una estructura casi de videojuego en la que nuestro protagonista tiene que ir acabando con malas piezas hasta escalar y llegar a Tommy Lee Jones, el que es a priori más letal de todos ellos.

Jessica Alba no consigue transmitir absolutamente nada de nada, postulándose para ser algo así como "la Chuck Norris de la interpretación femenina". ¿Cómo se puede ser tan bella y tan mala actriz? Qué condena... Da igual su situación, siempre tiene la misma expresión:

Michelle Yeoh aparece en un papel breve, simpático pero "meh", que no le saca ningún partido a su potencial y el ya nombrado Tommy Lee Jones disfruta de su carnavalesco papel, muy emperifollado y haciendo gala de un buen sentido del humor. Con él, el guión tampoco es excesivamente generoso, así que lo disfrutamos también durante poco tiempo sin que de su boca salga ninguna línea memorable, aunque sí que deja, al menos, cierta duda sobre su futuro. ¿Saldrá de su ambigüedad en una próxima entrega?

Donde Mechanic: Resurrection da el do de pecho es en la configuración de las secuencias cuerpo a cuerpo, muy ágiles (valiéndose de la técnica de robar unos frames para acelerar aún más las contiendas) y en la creatividad a la hora de mandar a criar malvas a los malos. Muy inspirada la secuencia de la piscina colgante de Sidney por más que ver a Statham colgado del edificio nos haya traído a la cabeza a Tom Cruise en Protocolo fantasma.

De hecho, a todas luces, estamos ante una saga que aspira a mantener a su público siendo consciente de que está por debajo de franquicias como la de James Bond o la de Misión imposible, como si de un hermano pequeño se tratara. Eso sí, Arthur Bishop es mucho más "apañao", como un cruce de Ethan Hunt con MacGyver.

El gancho comercial del protagonista parece asegurar cierta continuidad por más que el nivel argumental sea nimio. Qué demonios: cuando vas a ver una película como esta esperas ver tiros y golpes, que encima tenga chicha ya es casi pedir que te bajen la Luna a día de hoy.

A ver si toman nota y consiguen hilvanar un poco mejor la historia la próxima vez, porque ésta la hemos visto ya muchas veces y con mejores montajes... Tirar de fundido a negro y voz en off para tirar del carro es muy cutre. Si te gastas una millonada en efectos especiales que sea para contar ALGO.