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Mi amigo el gigante - Crítica de la película de Steven Spielberg

Mi amigo el gigante encabezado
Steven Spielberg dirige Mi amigo el gigante, una adaptación basada en "El gran gigante bonachón" (The BFG) de Roald Dahl con Mark Rylance y Ruby Barnhill como protagonistas. Analizamos la película cuyo estreno en España se espera para el próximo 8 de julio.

A poco que apuréis vuestra memoria, recordaréis cómo Steven Spielberg ha conseguido siempre tocarnos el corazón con todos sus proyectos porque su punto fuerte es esa extraña conexión que tan raras veces se da de forma tan estable entre un director y el público. Y no será porque no haya explorado diferentes registros y géneros. El mundo fantástico de los niños es un lugar en el que se encuentra cómodo, sobre todo cuando retrata sus soledades, así que parecía el candidato ideal para rodar esta adaptación.

Sin embargo, y muy a nuestro pesar, Mi amigo el gigante supone un importante pinchazo porque esa emoción, solo consigue trasladárnosla muy al final de la película y el conjunto queda muy desdibujado por un titubeante acto central.

En cierta forma, también hallamos importantes ecos de una de sus grandes películas: ET el extraterrestre al narrarse la historia de una amistad imposible pero muy real entre una niña y un ser de otro mundo, pero en esta ocasión no consigue rozar con la punta de los dedos aquella fabulosa película de 1982.

Presentación de Mi amigo el gigante
Presentación de Mi amigo el gigante

La novela de Roald Dahl encuentra en Spielberg, eso sí, a un aliado poderoso en el terreno de la dirección de actores en esta traslación al cine: tanto el digitalizado Mark Rylance (con quien había trabajado recientemente en El puente de los espías) como la pequeña Ruby Barnhill consiguen transmitirnos esa cálida inocencia de la amistad y no solo eso, sino trasladarnos a un mundo fantástico en el que se dan la mano lo hermoso y lo tenebroso.

Hasta tal punto hay química entre ambos personajes que cuando el foco se distrae de ellos dos, la cinta pierde fuelle. A pesar de la calidad del trabajo de creación del resto de los gigantes, muy admirable, su peso en el argumento es endeble ya que son muy planos: el estereotipo de malvados irredentos que poco aportan a la historia.

Mi amigo el gigante en el país de los gigantes
Mi amigo el gigante en el país de los gigantes

La galería de imágenes hermosas y las secuencias memorables están esparcidas por un metraje excesivo en el que ciertos aspectos no funcionan como deberían. La presentación del gigante, el bosque de los sueños al que se accede con un salto de fe, ese precioso laboratorio onírico en el que se alambican las quimeras o las pesadillas nocturnas o la misma materialización de la película con unos efectos digitales dignos de elogio, son los puntos fuertes que quedan diluidos por una historia que se antoja necesitada de cierta actualización (tengamos en cuenta que la novela vio la luz en el 82) y mucha más picardía. Nuestra protagonista es valiente, pero a veces actúa más como una adulta atrapada en el cuerpo de una niña que como tal y el ritmo es muy irregular, con demasiados tiempos muertos.

Laboratorio de sueños de Mi amigo el gigante
Laboratorio de sueños de Mi amigo el gigante

Aunque la fotografía de Janusz Kaminski es irreprochable (qué sugerente es a veces y cuántas complejidades técnicas ha tenido que superar para hacer tan funcional y creíble a nuestro gigante), en esta ocasión John Williams sí que se merece un tirón de orejas porque la banda sonora es demasiado evidente y no termina de avivar la fascinación del espectador.

Tan anacrónica como potencialmente deslumbrante, a Mi amigo el gigante le pesan en la mochila las expectativas que su director genera de inmediato, algo justificado por toda una filmografía cuajada de títulos de culto, así como un exceso de dramatismo que habría podido compensarse con un mayor y mejor sentido del humor que no nos llevara de cabeza a lo escatológico (ay, ese banquete de la reina de Inglaterra...) para recoger la carcajada del público. 

El gigante y Sophie en Mi amigo el gigante
El gigante y Sophie en Mi amigo el gigante

Lo realmente hermoso de esta historia es que nos habla del encuentro de dos solitarios: una niña huérfana y un gigante extraño al que no le gusta incluir humanos en su dieta. A su manera ambos aprenderán a afrontar sus miedos, a ayudarse e incluso a acompañarse en la distancia y ahí sí, touché, Spielberg se despide de nosotros con nuestro corazón en la mano. Como corresponde.

VALORACIÓN:

Spielberg no consigue emocionar con esta adaptación de la novela de Roald Dahl que habría necesitado una actualización para calar en el público. Eso sí, se va entonando hacia el final cuando por fin nos atrapa por completo.

LO MEJOR:

La ternura con la que se muestra la infancia, la relación de amistad entre el gigante y nuestra heroína y la plasmación de los sueños. Y Mark Rylance.

LO PEOR:

Narrativamente es irregular. El primer arco (salvando la presentación del gigante) lleva al espectador a bostezar de aburrimiento y carece de emoción.
Hobby

60

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