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El nacimiento de una nación - Crítica de la película de Nate Parker

El nacimiento de una nación
Crítica de El nacimiento de una nación (Birth of a Nation), la película histórica escrita, dirigida y protagonizada por Nate Parker, previa a la Guerra de Secesión.

 A Nate Parker el tiro le ha salido por la culata en esta ocasión. El escritor, director y actor protagonista de El nacimiento de una nación (que nada tiene que ver con la película pionera de David Wark Griffith de 1915) está ambientada en el siglo XIX, en concreto en 1831, es decir, 30 años antes del estallido de la Guerra de Secesión y narra la historia real de Nat Turner, uno de los escasos esclavos instruidos que terminó convirtiéndose en predicador y a la postre en el líder de famosa insurrección de Virginia.

Nat Turner es una figura rodeada de controversia: por un lado ha sido considerado como uno de los precursores de la lucha étnica del pueblo negro y por tanto un héroe para los panafricanistas pero por otra parte su evidente mesianismo (su sobrenombre era el de "el profeta" y eran las sagradas escrituras las que le inspiraban sus arengas revolucionarias) hizo que el sangriento levantamiento que encabezó se saldara con graves represalias en las que muchos hombres, mujeres y niños perdieron la vida.

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Aunque el daño que hizo a los terratenientes fue profundo (más de 50 personas murieron en las incursiones en las que utilizaban armas blancas para aprovechar el factor sorpresa) su rebelión fue sofocada en 48 horas y algunos historiadores consideran que fue un factor que jugó incluso en contra de que la cámara legislativa de Virginia aceptara abolir la esclavitud. La reacción fue la contraria: se recortaron aún más las libertades de los esclavos para evitar nuevas revueltas.

El nacimiento de una nación

Antes de entrar a desgranar la película en sí misma hay que tener muy en cuenta las pretensiones de la misma. Es un proyecto muy ambicioso (con clara vocación de hacerse un hueco en los Oscar, algo que como hemos visto no ha llegado a ocurrir ni siquiera en un año en el que revertir los #OscarSoWhite del año pasado se ha convertido en un prioridad en la agenda de los galardones) en el que el mensaje es muy claro: la nación de los Estados Unidos se nutrió del maltrato y la muerte de muchos esclavos que fueron tratados como animales por sus terratenientes. 

A priori lo lógico es pensar que una película de esta índole y en este momento histórico concreto además en el que la xenofobia parece campar a sus anchas en nuestra sociedad, será fácil empatizar con los oprimidos pero no es lo que consigue El nacimiento de una nación, muy a pesar de la voluntad de quien le ha dado forma a esta historia. La clave de que esto sea así: el exceso.

El nacimiento de una nación

Comparativamente hemos podido acceder a otros relatos descarnados en los que se han mostrado ideas similares de forma mucho más satisfactoria, profunda y sobre todo, menos maniquea. Tanto Los hombres libres de Jones como 12 años de esclavitud o El mayordomo (que recorre un periodo histórico mucho mayor abordando muchas caras del prisma de la intolerancia), por no retrotraernos hasta Raíces, nos servirían de magníficos ejemplos.

Nadie puede reescribir la Historia y las atrocidades que se cometieron y se cometen aún a día de hoy merecen ser denunciadas pero Nate Parker es demasiado maniqueo en su relato: todos los personajes blancos son malvados, violadores, maltratadores, consentidores y hay una inclinación temeraria a subrayar una y otra vez sus abusos. Son desaseados, feos, crueles, inmisericordes y/o estúpidos y sus acciones más brutales son mostradas buscando un morbo y una explicitud innecesaria.

El nacimiento de una nación

El propietario de Nat es Samuel Turner (Armie Hammer), que atraviesa por dificultades económicas tras la muerte de su padre y acepta una oferta para utilizarlo como predicador para someter a esclavos rebeldes por medio de las enseñanzas bíblicas. A medida que va siendo testigo de innumerables atrocidades de las que son víctimas él mismo, su esposa Cherry (Aja Naomi King) y sus compañeros, se levantará en armas contra los autores de su martirio.

El meollo del relato de El nacimiento de una nación debería haber sido ver la evolución de ese hombre: de seguir la palabra de dios a convertirse en una bestia homicida en busca de la libertad siendo capaz de contradecir lo que predica con tal de romper sus cadenas y las de su gente, pero es casi imposible empatizar con su justa causa porque todo es tan desmedido y cruento que parece hasta irreal.

Los pasajes místicos, las visiones del protagonista y su materialización plástica gracias a la fotografía de Elliot Davis van en esta misma dirección tiñendo la pantalla de azul y otorgándole a las imágenes un aspecto casi espectral, onírico y salvaje a la vez.

El nacimiento de una nación podría haberse convertido en una gran película de haber sido más valiente y menos tendenciosa porque a nivel narrativo funciona. El problema es que es un panfleto tan manoseado que no consigue aportar nada nuevo y casi alienta un racismo a la inversa, algo que además de desacertado me parece muy peligroso. 

VALORACIÓN:

El nacimiento de una nación es Nate Parker en estado puro: en el guión, en la dirección y en la interpretación protagonista, el problema viene dado por el excesivo maniqueísmo que hace que la experiencia de visionado sea particularmente desagradable.

LO MEJOR:

El espectro técnico y las interpretaciones son muy reseñables. La historia está bien narrada aunque sea bastante impúdica, morbosa y reiterativa.

LO PEOR:

Es muy tendenciosa, consigue el efecto contrario al que persigue: ni empatizas con los oprimidos por su excesiva victimización ni aprendes nada nuevo.
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