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Reservoir Dogs - Crítica de nuestro especial de los 90

Jesús Delgado

Reservoir Dogs
Reservoir Dogs de Quentin Tarantino fue la película que hizo popular al director de Pulp Fiction. Harvey Keite y Tim Roth, Michael Madsen forman un reparto exquisito

En 1992, Quentin Tarantino se revelaba al mundo con Reservoir Dogs. Esta película llegaba dos años antes de Pulp Fiction, pero cinco después de su primer trabajo como director de largometraje: My Best Friend's Birthday (1987), que por cierto nunca se llegó a completar pero que sirvió de base para la película Amor a quemarropa (1993). Aunque aún distaba del éxito que la crítica dio a Pulp Fiction, el trabajo de Reservoir Dogs hizo que estudios y productores se fijaran en el por entonces joven director, tan dado a provocar con la palabra como con la imagen. Y lo hacía con una premisa más bien simple.

Reservoir Dogs comenzaba con un grupo de perfectos desconocidos, la mayor parte de ellos trajeados, desayunando en una cafetería de Los Ángeles, hablando de lo humano y de lo divino. De Madonna, de si había o no que dejar propina a las camareras, y otras cuestiones baladíes. Pero pronto se sabía que este "inocente grupo" en realidad era una banda de atracadores que se disponía a dar un golpe. Sin embargo, y para su desgracia, la cosa no saldría bien, debido a que había un policia infiltrado entre ellos. En las horas posteriores al atraco frustrado, los supervivientes del fiasco y del choque con la policía habrían de lidiar con la idea de un traidor entre sus filas. ¿Pero de quién se trataba en realidad? 

Y dicho esto, podemos entrar en faena, hablándoos de la película en toda su gloria, esplendor y detalle, como una de las piedras angulares de la filmografía de Quentin Tarantino.

Tarantino en estado puro

Hablemos de 'Like a Virgin'. Seguramente si lo hacemos, dentro de unas horas esto acabará como un baño de sangre. O al menos eso es lo que pasaba en Reservoir Dogs. ¿Nos lo esperábamos? Seguramente que no. Y es que en 1992 aún no estábamos expuestos ni acostumbrados al cine de Quentin Tarantino y a su particular estilo narrativo, a medio camino entre la serie-B y el cine escatológico. No obstante, hemos de decir que si nos remontamos a sus obras primeras, encontramos todos ingredientes básicos de su cine y también la fórmula en el que al cineasta le gusta mezclarlos. De ahí que podamos decir sin miedo que tanto Pulp Fiction como Reservoir Dogs son posiblemente las películas que mas destilan el estilo propio del autor, presentando a un Tarantino en estado puro.  

Y aunque hay un largo recorrido entre su última cinta, Los Odiosos Ocho, y el título que nos ocupa, pero a rasgos generales, tenemos todos los elementos propios de las cintas que conforman filmografía de Quentin Tarantino. Por un lado, el primero de ellos es la sangre. Tarantino no tiene problemas de estómago ni de pulso a la hora de describrir secuencias truculentas ni de trasladar al espectador el horror de la violencia provocándole. Algo que realiza con el lenguaje vulgar y ordinario, al que tanto le gusta recurrir. 

En este aspecto, hemos de decir que no hay mucha diferencia de respecto a otras obras, pero sí existe un cierto regodeo en estos elementos, que se puede disculpar si entendemos su necesidad para la trama. No obstante, su uso nuevamente vuelve a estar desaforado, sirviendo más de placer culpable para el director que para el espectador, aunque este último le ría la gracia a Quentin. Si bien en su cine posterior esta sensación prevalece, nos podemos dar cuenta de que esta elección se debe más a la propia historia que a una intención provocadora de Tarantino. 

Junto a estos ingredientes, el director además vuelve a convertir a la música en un elemento indispensable de su pieza. Las BSO son un personaje más de sus películas, y en Reservoir Dogs ya asentó esa misma tendencia. Lo hace en los títulos de crédito o en secuencias clave, una canción o un tema musical tiene la finalidad muy clara, creando ambiente o anticipando un suceso. La música atrapa al espectador, sumergiéndolo en el cuadro, transmitiendo las sensaciones de la secuencia, aunque sea mediante la disociación cognitiva. Valga como ejemplo el baile del Señor Rubio, en una secuencia que dio que hablar en su día y que aún nos sigue poniendo los pelos como escarpias. 

Y eso sin mencionar el hecho de que nuevamente la cotidaneidad, los diálogos sobre temas aparentemente intrascendentes, colman varios minutos de la cinta. Esto en un director con menos tino y menor inteligencia sería paja innecesaria y cargante. Sin embargo, la forma en la que se introducen y cómo juegan su función, aligerando la trama sirven para que el espectador se relaje antes de que empiece el verdadero chirriar de dientes. De ahí la genialidad de Quentin Tarantino en convertir lo anodino en algo excepcional. 

Como veis, en general Reservoir Dogs tiene todos los elementos para ser el molde del que evoluciona el resto del cine de Tarantino Sin embargo, hay algo particular en ella: es de las pocas que puede ser llevada fácilmente al teatro. La forma en la que se presenta la película, su premisa, sus escenarios e, incluso, el cómo funcionan sus personajes, bien valdrían para ser adaptados a un escenario teatral. Y aún así, la obra funcionaría como un reloj bien engrasado.

Dicho esto, ojo, hemos de hacer notar que Reservoir Dogs es la primera gran obra estrenada de Tarantino. Esto implica algunos defectillos como cierta caída de interés (sobre todo cuando se descubre al traidor), que hace que la película pierda algo de emoción y solo nos quede por descubrir cómo se arreglará la papeleta. Eso y el ritmo, que a veces pierde fuelle, haciéndose extremadamente lenta. No obstante, atendiendo a lo temprano de esta película en la carrera del director, son defectos menores, bastante disculpables. 

De hecho, es una película que recomendamos muy encarecidamente ver de vez en cuando. Y más, habida cuenta de que es facilísimo encontrar una copia. De hecho, la edición especial en Blu-Ray con dos discos cuesta unos 13 euros. ¡Un chollazo!

Ah, y por cierto, curiosidad final: Reservoir Dogs puede traducirse como "Perros de presa". Pero el significado del término es algo que no se entiende de acuerdo con el contexto de la película. Hay quien dice que se refiere a las ratas (o a los soplones). Otros postulan que es una mezcla del título de la película de Straw Dogs con una mala pronuciación del título de la película Adiós Muchachos (Au Revoir Les Chiens), que el vendedor de su videoclub entendió como "Reservoir film". ¿La verdad? Algún día se la preguntaremos a Quentin.   

Dicho esto y si os ha gustado esta crítica, os invitamos a que no os perdáis nuestro especial de cine dedicado a las películas de la década de los 90. Seguro que entre sus títulos se encuentra alguna de vuestras películas de cabecera.  

VALORACIÓN:

Tarantino en estado puro y sin refinar. La cinta apunta maneras, revelando la temprana genialidad y frescura del director. Pero también su gusto por la sangre y la violencia gratuita.

LO MEJOR:

Los diálogos, los momentos hilarantes, el reparto... el hecho de que se presta como perfecta base para una obra de teatro

LO PEOR:

En momentos el ritmo se hace lento y tedioso. El regodeo tarantiniano por la crueldad
Hobby

81

Muy bueno

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