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¿Quién no conoce a Epyx?

José Luis Sanz

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Ultimate Play the Game ha sido, tal vez, la compañía de la que tengo mejores recuerdos. Los primeros en esto de los videojuegos. Atic-Atac, Sabre Wulf, Knight Lore, Gunfright o Nightshade los tuve, los disfruté y los sobé hasta límites insospechados.

Pero en esos mismos tiempos, hubo otra compañía de la que me considero seguidor impenitente. Debo decir que no tuve un Commodore 64 cuando había que tenerlo (a principios de los 80), aunque sí años después. Así que para disfrutar de algo que no tenía, nada mejor que ir a casa de un amiguete y asaltar su salón y su tele los sábados por la mañana. Mi amigo tenía un Commodore 64 y muchos juegos. Entonces, se escribía con un japonés, en inglés, que le mandaba todas las novedades en disco que iban saliendo. Y como no tenía la unidad 1640 que los leyera, se buscó un colega sevillano que se los pasaba a cinta.

El caso es que gracias a este amigo, y su hermano, disfruté de esa compañía de la que os quería hablar: Epyx. O lo que es lo mismo, Summer Games, Winter Games, World Games, California Games... ¡¡Impossible Mission!! Entre otros.

En 1984 medio planeta había alucinado con aquel tipo que, armado con un jet pack, sobrevoló el estadio olímpico de Los Ángeles. Así que cuando contemplé en aquel Commodore 64 la ceremonia de inauguración de Summer Games... ¡¡era flipante!! No daba crédito. ¿Cómo habían hecho eso?

El único fallo del juego era que la bandera de España todavía tenía pollo, a pesar de que hacía poco tiempo que ya la habían cambiado. Pero bueno, los americanos son así de cuidadosos (que se lo digan a Tom Cruise y sus encierros sevillanos).

De ese enorme éxito, Epyx vivió mucho tiempo, nos siguió regalando olimpiadas de todos los tipos y colores como Winter Games, World Games o California Games, título este último que llegó incluso a salir para las Game Gear, Master System y Mega Drive de principios de los 90.

Yo, de todos modos, me quedo con uno de sus juegos. Un emblema entre los emblemas. Un juego que luego ha sido portado a decenas de ordenadores y consolas con desigual éxito. Se trata de Impossible Mission (1984), o "Impósibol Mision" en la jerga de los que cantábamos al son de la todopoderosa Sabrina.

Este juego es uno de los hitos técnicos más aclamados de su época. A los movimientos del protagonista, que parecían reales, había que unirle el uso por primera vez de voces digitalizadas. Sí, sí, las speech que llamaban. Como anécdota, la voz del grito del protagonista al morir fue utilizada después en otro juego no menos importante: Beach Head II. ¿Recordáis la voz del malo cuando empezaba la partida?: "Another visitor. Stay awhile... staaaaay FOREVER!".

 

Epyx, tras su época dorada de Commodore 64 siguió trabajando. Ya lo había hecho para consolas en los 70 antes de la llegada de los microordenadores y volvería a hacerlo en 1987 cuando la compañía se embarcó en el diseño de una consola portátil llamada Handy. ¿Que no la recordáis? Bueno, no se llamó así comercialmente. Atari compró el hardware y le puso el nombre de Lynx. Ahora sí ¿no?

 

De esa época me quedo con algunos juegazos para la mejor portátil (técnicamente) de su tiempo: Blue Lightning, Red Varon, Klax... Era un trasto de grande y se comía ocho pilas AA en menos de una hora y media, pero sus efectos de scalling y el chip de sonido con cuatro canales eran portentosos. ¡¡Ah!!, y tenía un modo de pantalla para que pudiéramos manejarla los zurdos.

 

 

Epyx, como todos los grandes imperios de la Historia, fue menguando en influencia. Llegaron las consolas en los 90 y se diluyó como un azucarillo. Es más, sus últimos trabajos casi mejor olvidarlos, como el insulto que llevó a cabo con el remake de Blue Lightning para Atari Jaguar CD en 1995. ¡¡Era mejor la versión portátil!!

 

 

Epyx hoy ya no existe y sus juegos son propiedad de System 3. Así que aunque no esté presente en estos tiempos que corren del todo a 100 gigas, demos las gracias juntos al Dios de los videojuegos por habernos dejado disfrutar de una compañía así.

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