Si nacisteis o crecisteis en los 90, disfrutasteis de una época en la que los videojuegos comenzaban a llegar a casi todas las casas gracias a consolas como SNES, Mega Dive, PlayStation o Nintendo 64; visteis nacer y crecer los cibercafés y el juego online; y fuisteis los últimos en gastar vuestra paga en los grandes salones recreativos de nuestro país.
Pero hay muchas otras que sucedían entre los jugadores de aquella época, cosas que solo entenderéis si jugasteis a la consola en los noventa y que recopilamos a continuación.
Soplar los cartuchos
¿Un juego no funcionaba? Solo había que sacarlo, soplar la zona de contacto y volverlo a meter. Todas las veces que hicieran falta. Ahora sabemos que soplar cartuchos no era la solución para que los juegos funcionasen, pero en los noventa nos parecía que sí, de hecho, algunas veces lo hacía...
Consultar las instrucciones de papel
Con la llegada de Internet a nuestras vidas, las instrucciones que incluían las compañías con la edición física de los juegos desaparecieron. Si recordáis, estas eran una de nuestras principales fuentes de información para saber cómo se jugaba un juego por aquel entonces. Además, nos ofrecían información sobre los personajes, arte conceptual del juego... Qué buenos tiempos.
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Dificultad insana
Ahora está de moda comparar cualquier juego que resulte difícil de superar con Dark Souls, pero los de los noventa sí que eran huesos duros de roer (algunos que no todos, claro). Una de las razones por la que los juegos resultaban difíciles en aquellos años se debe a que se empleaba un sistema de vidas para superar una fase o jefe en concreto, la necesidad de ejecutar saltos precisos y tener una estupenda coordinación ojo-mano.
Jugar con un amigo de manera cooperativa y no online
Hace unos años, la única manera que había para jugar con nuestros amigos era hacerlo en cooperativo, lo que, irremediablemente, suponía pelear por cosas como por el mando que parecía mejor. Entonces, jugar era una experiencia social en toda regla.
Pelear por quién era el segundo jugador
Y hablando de pelear, no podemos dejar sin mencionar las eternas discusiones que teníamos por quién iba a convertirse en el segundo jugador de la partida... Muchas veces nos la jugábamos a piedra, papel o tijera, pero otras, en el caso de ser familiares, negociábamos quién recogía la habitación, la mesa...
Tener de lanzamiento el juego completo
Por desgracia, ya es raro recibir un juego completo de lanzamiento. Por supuesto, depende del caso, pero, irremediablamente, muchos títulos ven distribuidos sus contenidos en DLCs. Incluso aunque no tengan contenidos adicionales, todos reciben un parche de lanzamiento para arreglar errores que no fueron encontrados antes, cosa que no ocurría en los noventa...
Cambiar juegos con un amigo
Por aquel entonces, era muy común que intercambiásemos juegos con nuestros amigos en el recreo. Si alguien había conseguido la última entrega de, por ejemplo, Mega Man, podía cambiarlo por otro juego prestado. Con la creciente demanda del formato digital, ese tipo de trapicheos entre amigos y familiares se acabó...
Coger un juego en un Blockbuster
O en cualquier tienda de alquiler. Aprovechábamos este tipo de locales para alquilar un juego por unos días y exprimirlo al máximo. Lo normal era tomarlo prestado para el fin de semana, aunque, si conseguíamos más días, mejor que mejor.
¿Nintendo o SEGA?
Cualquier comentario sobre la superioridad de uno sobre el otro podría destruir amistades. ¿Cuál importaba más, Green Hill o el Reino Champiñón? ¿Tuviste una Sega Genesis o una SNES? ¿Preferías velocidad o plataformas? Estas fueron algunas de las preguntas que reinaban en los parques de los años noventa.
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