Crítica de Mandíbulas: humor absurdo al poder

Siguen llegando a las carteleras algunos de los títulos de los que pudimos disfrutar en la pasada edición del Festival de Cine de Sitges: una convocatoria en tiempos de pandemia que no pudimos dejar escapar, aunque fuese acreditándonos de forma on-line.

Y una de las películas que generó más debate fue de Mandíbulas (Mandibules), una atípica comedia de pocos personajes y exiguo presupuesto que sin embargo consigue llevarse al público de calle por su caradura y, por supuesto, por las excelentes interpretaciones del elenco. Hablamos de muchas más en nuestra tertulia post-festival, que os refrescamos aquí:

Pero, ¿de qué trata Mandíbulas? Pues no vamos a fingir que tiene un gran argumento: es más bien una de esas películas en las que lo mejor es dejarse llevar por la deriva de los acontecimientos e ir disfrutando de todas y cada una de las ocurrencias de Quentin Dupieux, que ejerce de guionista y director, como en todas sus cintas. 

Recordemos que el prolífico realizador francés es la mente pensante detrás de otras rarezas a celebrar como Nonfilm, Steak, Rubber (el neumático asesino), Wrong, Realidad, Au poste! o La chaqueta de piel de ciervo.

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Ojo, que no para, y ya está en postproducción su siguiente película Incroyable mas vrai (Increíble pero cierto). Será, de nuevo, una comedia acerca de una pareja que se muda a la casa de sus sueños no sin que su agente les advierta de que lo que van a encontrar en su sótano cambiará sus vidas para siempre. 

En el caso que nos ocupa, tenemos también a una pareja pero de amigos descerebrados: se llaman Manu y Jean-Gab y no tienen oficio ni beneficio. A ellos un descubrimiento también les cambia la vida: de manera fortuita encuentran una mosca gigante en el maletero de un coche y, haciendo gala de su sin par forma de razonar deciden que lo mejor que pueden hacer es entrenarla para poder utilizarla para ganar dinero.

Renombrada como Dominique, la enorme mosca se convertirá en el tesoro más preciado de este par de bobos entrañables, así que su mayor afán será hacer que pase desapercibida para los demás. A modo road movie, se verán envueltos en las situaciones más extrañas y surrealistas cuando decidan pasar un tiempo en casa de una joven que confunde a uno de ellos con un compañero de la infancia.

Una de las claves más importantes para que la peli, de apenas 77 minutos de duración, funcione, es la química entre los dos protagonistas. Grégoire Ludig y David Marais ya han compartido antes otros rodajes, algo que se nota en su forma de trabajar y encajar. Su particular saludo al grito de "Torooooo" se convierte en una seña de identidad al instante por más que ni siquiera ellos mismos sepan por qué demonios han adoptado la expresión como distintivo personal.

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Mandíbulas - Galería de imágenes (4 imágenes)

Ambos fueron galardonados, por cierto en la categoría Oficial Fantàstic como mejores actores, premio muy merecido. Del elenco también destaca la entrega de Adèle Exarchopoulus, casi irreconocible en un papel que nada tiene que ver con La vida de Adèle o Diré tu nombre, que explora así un nuevo registro humorístico que casa a la perfección con el tono general de Mandíbulas.

Dupieux juega muy bien con un presupuesto pequeño para crear una mosca enorme que es convincente (buenos y artesanales efectos especiales) y también tiene la picardía de jugar con el espacio fuera de campo. A menudo la criatura es un pretexto para crear tensión: el elemento que los espectadores sabemos que está ahí pero cuya existencia los demás ignoran y puede "destapar" a estos dos farsantes de grandes aspiraciones pero pocas luces.

En fin, si os apetece una propuesta que se sale de lo corriente, Mandíbulas puede haceros bastante gracia, teniendo en cuenta eso sí, su carácter errático. Es casi como si cogieras todas las ideas de un brainstorming y decidieras unirlas a lo loco. Bendita locura, ¿no?