Prepárate para llorar: el triste detalle que se esconde tras una misión de Elden Ring

Si habéis jugado a anteriores juegos de FromSoftware, no os habrá sorprendido descubrir que la mayoría de personajes que conocemos en Elden Ring tienen historias trágicas y desenlaces aún más trágicos. Es el pan de cada día en las obras de Hidetaka Miyazaki; "el mundo es un lugar cruel e injusto".

Sin embargo, creíamos haber descubierto un pequeño rayo de esperanza a través de una breve misión que guarda relación con el espíritu de medusa, una de las primeras invocaciones que podemos obtener al iniciar la aventura en las Tierras Intermedias.

Nos equivocábamos, por supuesto, pues esta misión esconde un pequeño detalle que ha logrado borrarnos la sonrisa de nuestros rostros. Maldita sea, Miyazaki.

Empecemos por el principio: seguro que habéis conocido a Roderika, una joven que ha perdido el brillo en los ojos a la que conocemos poco antes de enfrentarnos a Margit, el primer y temido jefe de Elden Ring. Al hablar con ella repetidas veces nos hace entrega de las cenizas de espíritu de medusa.

Según reza la descripción: "propensa al llanto, esta medusa hembra va en busca de su hogar. Parece que se llama Aurelia".

En el momento en que la obtenemos y lo leemos no le damos demasiada importancia porque, total, es Elden Ring: aquí todos los objetos esconden alguna descripción que sólo vamos a poder resolver con ayuda de algún youtuber experto en lore. Pero como todo en Elden Ring no se trata de una descripción al azar.

Cientos de horas de después (aproximadamente), cuando llegamos a los Picos de los Gigantes, una de las últimas localizaciones de la aventura, podemos visitar un lugar conocido como "Ruinas de los Astrónomos".

Es una ubicación de escasa complejidad. Son los restos de algún tipo de construcción que un grupo de murciélagos ha convertido en su hogar. Pero tras dar buena cuenta de las criaturas, si nos colamos entre los muros derruidos, nos topamos con una medusa.

Las medusas son enemigos habituales en Elden Ring, pero hasta ese momento siempre las hemos visto atacar en grupo, lo que inevitablemente provoca que esta medusa solitaria llame poderosamente nuestra atención.

Y para nuestra sorpresa, al acercarnos a ella la podemos escuchar hablar, repitiendo una y otra vez las mismas frases. La medusa lleva una eternidad esperando a su hermana, pues le prometió que la llevaría a ver las estrellas cuando cumpliese 14 años.

Si sumamos dos más dos (y para entonces no hemos olvidado lo que ponía en la descripción de la invocación), la respuesta a este acertijo es más que evidente: debemos invocar a Aurelia, la medusa, para completar esta pequeña misión. 

Al hacerlo obtenemos acceso al interior de las ruinas (donde podemos encontrar el talismán Hoja de piedra refulgente atávica) y la satisfacción de haber reunido a estas hermanas, que por fin podrán ver las estrellas juntas.

Con la humanidad restaurada tras haber asistido al que quizás sea el único final feliz de Elden Ring, seguimos explorando las Ruinas de los Astrónomos y no tardamos en descubrir un camino, al norte, que desciende alrededor de la montaña. Si lo seguimos, pronto nos encontramos con más murciélagos. 

El camino llega a un abrupto final al toparnos con un pequeño cementerio; no parece muy diferente del resto de cementerios que hemos visto a lo largo y ancho de las Tierras Intermedias, pero, al fijarnos con atención, advertimos dos lápidas que destacan. 

Al acercarnos, descubrimos que es posible interactuar:

Aurelia y su hermana, Aureliette, nunca vieron las estrellas. Las dos murieron antes de que la mayor pudiese cumplir su promesa. No existe la felicidad en las Tierras Intermedias, ni en Elden Ring. Hidetaka Miyazaki y George R.R. Martin sólo quieren hacernos sufrir. Y la vida es injusta.