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Amar y odiar el E3

Paco Delgado

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Una feria como el E3, no ya en esta edición de 2010, sino en cualquiera –salvo esos dos años en que se convirtió en una cosa rara y anodina y abandonó el Convention Center de Los Ángeles-, es un evento único. Y las cosas únicas provocan sentimientos encontrados.

Una feria como el E3, no ya en esta edición de 2010, sino en cualquiera –salvo esos dos años en que se convirtió en una cosa rara y anodina y abandonó el Convention Center de Los Ángeles-, es un evento único. Y las cosas únicas provocan sentimientos encontrados. Si como integrante de la prensa especializada y participante en el E3 como espectador no puedo por menos que sentirme un privilegiado, y me encanta estar aquí, no son pocas las cosas que también me gustaría cambiar. Es como una relación de amor y odio. Ni contigo ni sin ti. Te quiero pero me pones de los nervios. Así que, ahora que ha concluido el E3 2010, también a modo de epílogo, aquí van mis filias y fobias con una feria tan maravillosa y estresante como esta.

Algunas cosas que amo del E3:

-Encontrarme reunido a lo más granado de la industria del videojuego, compañías, desarrolladores y juegos. Algo imposible de ver de otro modo.

-Tener el privilegio de ver y probar juegos en desarrollo.

-Poder preguntar directamente a sus responsables por detalles del desarrollo.

-Charlar con ellos y preguntar su opinión sobre juegos de otros desarrolladores.

-Intercambiar ideas y puntos de vista sobre la industria.

-Saludar a colegas de otros medios, revistas y páginas web, nacionales e internacionales.

-Visitar Los Ángeles (sino, a ver cómo iba a conocer yo la meca del cine).

-Tener durante 3 días la adrenalina por las nubes y querer ver más y más juegos.

-Disfrutar de nuevas tecnologías como espectador de excepción.

-El espectáculo.

Algunas cosas que odio del E3:

-Los problemas con los vuelos.

-No poder ver todos los juegos que me gustaría ni entrevistar a todo el mundo que desearía (¡no hay tiempo!).

-Que no dure más días.

-Tener que ir con prisas en todo momento (una cita cada 30 minutos, ir corriendo de un pabellón a otro…)

-Llegar tarde a muchas citas. En cuanto alargas un par de minutos una cita ya llegas tarde a la siguiente.

-No poder dedicar más tiempo a muchos juegos que se lo merecen.

-Los agobios de meter a decenas de personas en salas diminutas. Somos muchos periodistas de todo el mundo queriendo ver lo mismo en muy poco tiempo.

-Tener que hacer colas y esperar en muchas ocasiones.

-No tener tiempo ni para comer.

-Que el wifi no funcione en condiciones en la sala de prensa.

-El espectáculo.

Y, con todo esto, la pregunta final es: ¿merece la pena una feria como el E3, pese a aquellos pros, con todos estos contras? La respuesta es bien simple: SÍ. No sólo merece la pena sino que es obligado estar aquí si te apasionan los videojuegos. Porque esto es una feria profesional, estamos de acuerdo, pero también es videojuego en estado puro. Es pasión, es amor, es odio. Y no puede ser de otro modo. El E3 es algo especial. Algo único, como ya he dicho. Y ser testigo de acontecimientos únicos siempre merece la pena. Mucho más si los juegos forman parte de ti, de tu vida, y no sólo profesional. El E3 es… el E3. No hay nada igual, y hay que amarlo y odiarlo. Así de simple.

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Etiquetas: E3