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El día en el que hombres y mujeres luchemos juntos

Día de la Mujer

Hoy, siendo el Día de la Mujer Trabajadora, y como mujer que soy, tenía derecho a hacer huelga. La habría secundado con mucho gusto, pero no podía. Estaba pendiente de los ferros de Retrogamer (el último paso antes de que se imprima una revista). Ya sé que el objetivo de esta huelga es demostrar que si las mujeres paran, se para el mundo, pero a mí, eso de parar voluntariamente el lanzamiento de una revista… Como que no me sale. No puedo. Son muchos años de condicionamiento… 

Además, he pensado que quizá, sólo quizá, podría hacer más por el 8M delante del teclado que yendo a la compra, poniendo una lavadora y cortándome el pelo, que era el plan alternativo. Más que nada, por aprovechar, porque esas cosas las tengo que hacer sí o sí. Si no hoy, mañana. Un plan, por cierto, más contrario al movimiento feminista (lo reconozco) que éste, en el que una mujer escribe un texto para un medio especializado en videojuegos

La semana pasada ya puse mi granito de arena al respecto. Estuve presente, como ponente, el cuarto evento Women in Games. Una iniciativa que pretende dar visibilidad a las mujeres que trabajamos de un modo u otro en esta industria tan masculinizada desde siempre. Y somos muchas, en muchos ámbitos, desde desarrollo a comunicación, marketing, prensa, diseño, música, traducción… 

Los eventos no tratan de que las ponentes hablemos de feminismo, pero son un claro ejemplo de cómo se hace feminismo: demostrando que las mujeres están y pueden estar en cualquier ámbito laboral. Y dejando que el público general nos conozca ayudaremos a desgastar prejuicios, a limar estereotipos y a que las jóvenes que tengan pasión por programar, diseñar videojuegos o escribir, sepan que pueden hacerlo, que no pasa nada por ser mujer. Que esto no es sólo cosa de chicos. 

Lo pasé fatal, porque hablar en público me pone muy nerviosa, pero no me arrepiento en absoluto de haber acudido a la cita. En gran parte, porque conocí a mujeres maravillosas que compartieron el mal rato conmigo: Laura Luna, compañera de la prensa, la game designer Virginia Martín, y Elisa Fernández, programadora con más de 20 años de experiencia (ya trabajó en Commandos…). 

Sonia Herranz, Virginia Martín, Elisa Fernández y Laura Luna
Sonia Herranz, Virginia Martín, Elisa Fernández y Laura Luna

Las cuatro hablamos de aspectos muy distintos del mundo del videojuegos. Laura habló de la exposición en las redes sociales (qué fácil es atacar desde el anonimato a alguien que va con su nombre y apellido por delante); Elisa nos explicó la diferencia entre ser programador (hacer realidad los sueños de otros) y ser diseñador de juegos (el que sueña); Virginia nos contó qué es eso de ser diseñador y cuáles son los errores más frecuentes (y divertidos); y yo… bueno, conté mi vida en esto y, como es larga, me dio tiempo a poco más… 

No hubo alegatos feministas (yo toqué un poco el tema) y no hubo ataques a ningún colectivo. No hacía falta, sólo estando allí ya se mostraba que esto de los videojuegos está abierto a todo el mundo. Ya se mostraba y hacía pública una realidad que hace unos años se mantenía oculta. 

Sólo conocerlas ya mereció la pena. Pero el lunes, Gis Vaquero (organizadora del Women in Games), nos mandó un email dándonos las gracias y aportando un dato que me gustó todavía más. Muchísimo más. El aforo del Google for Startups Campus se llenó y (ahora viene lo bueno) el público fue del 50/50. Es decir, hubo tantos hombres como mujeres. ¡Objetivo cumplido!

Los que piensan que esto del feminismo es un movimiento excluyente, se equivocan de cabo a rabo. Sean hombres o mujeres. De lo que trata el feminismo es de lograr la igualdad entre ambos sexos y eso sólo se puede conseguir si todos remamos en la misma dirección. Si los hombres se niegan a ver las desigualdades y se amparan en que somos unas lloronas, y si las mujeres insisten en ver a los hombres como el enemigo, mal vamos. De hecho, he conocido a tantos hombres machistas como mujeres machistas. El problema no es el sexo, son los estereotipos que muchos se empeñan en alentar y mantener, como si su modo de vida dependiera de ello (en algunos casos, es así). 

Algunas de nosotras, junto a otras mujeres relacionadas con los videojuegos, nos fuimos a tomar unas cañas después. Y hablamos de esto, hasta que finalmente terminamos hablando de videojuegos sin más (la cabra tira al monte). Al final yo me reafirmé en mi idea de que realmente la industria del videojuego no es machista per se, aunque haya algún que otro machista por ahí (me sé algunas historias…). Sin embargo, la comunidad de jugadores es tremenda, realmente tóxica en algunas ocasiones. A veces queriendo, a veces sin querer. Lamentablemente, esa comunidad tóxica la conforma una minoría que grita muy alto. Sí, aquí también hay mayorías silenciosas.

¿Recordáis Home, esa especie de red social de avatares que allá por 2008 se lanzó en PS3? Yo me creé un avatar de mujer. Ojo, como soy yo: grandona, con gafas, nada sexi, os lo prometo. Y cuando puse mi primer pie virtual en la plaza se arremolinó a mi alrededor tal número de avatares que tuve que salir por patas. Parecía de coña: yo corriendo y 50 tíos detrás. A ver, que no fueron bordes, venían más con curiosidad que otra cosa, pero, puñetas, qué agobio. No me podía mover. Me tuve que esconder. Esto es un comportamiento que, sin mala intención, espanta a las mujeres. Ya pasa menos, porque 10 años después ya hay más mujeres jugando (muy a pesar de cosas como ésta) y sorprende menos, pero sigue pasando. 

Hace poco, en un juego de móviles, de esos de tener clanes y esas cosas, un miembro de clan se empeñó en discutir cómo funciona el modelo de negocio de los free to play. Cuando vio que le arrinconaba, su reacción fue un: “anda, bonita, no te alteres”. ¿Le hubiera contestado lo mismo a un hombre? “Anda, bonito, no te alteres”. Pues os sonará raro, pero llevo peor estas actitudes paternalistas que el típico “mujer tenías que ser” que, desgraciadamente, se sigue oyendo. Este “colega” se terminó yendo. Y, aunque nadie más le secundó y los demás son un encanto, tampoco salieron corregirle… ¿Sólo lo notamos las mujeres? 

Cuando llamo a un servicio técnico y me preguntan si he encendido el módem o si he conectado el Dual Shock siempre me quedo con la duda de si se creen que soy tonta porque soy mujer o si tratan igual a los hombres. Lo mismo que cuando voy a comprar un videojuego y el dependiente me explica cómo funciona y si estoy segura de que consola tengo o me pregunta si es para mi hijo… Normalmente no contesto, pero cuando digo “no, es para mí” y me dicen “es muy difícil…” pues me voy sin comprarlo. Me revienta que el camarero le ponga a él la cerveza y a mí la Cocacola (¿acaso no pregunta quién ha pedido espaguetis?) y que le ponga a él la cuenta, cuando se la he pedido yo. Me llevan los demonios que me llamen de mi banco, a mi teléfono, y que pidan que se ponga mi marido (¿no somos los dos titulares y la nómina que está ahí no es mía?). ¿Sabéis que en el registro civil hay que poner primeros los datos del hombre y luego los de la mujer?

Diréis que son chorradas y pequeñas cosas y tendréis razón, pero son una muestra de que persisten los estereotipos de género y el germen de algo peor. Seguramente el camarero que me ha encasquetado el refresco sea un tío fantástico y él crea que para nada es machista… Seguro que ayuda en casa (si “ayudas”, es que no lo consideras tu responsabilidad). Y esa es la trampa. Tenemos tan interiorizados esos comportamientos, que hasta nos parecen naturales. Y digo “nos”, porque yo misma me he pillado en actitudes y comentarios machistas. Querer negar que existen, no es la solución. Tenemos que buscarlos y erradicarlos. Y no me refiero a hablar de todos y todas. 

La próxima vez que te encuentres con una chica en Fortnite, no seas amable ni condescendiente: dispara, a eso ha venido ella también. Cuando una chica te dé una paliza en FIFA, felicítala y ya (o, si eres mal perdedor, suéltale los mismos improperios que a un hombre). Si no te gusta este artículo, no te metas con mi físico, con mis pelos o con mis kilos, métete con mi estilo, mi gramática o con el razonamiento que me ha llevado hasta aquí. Cuando la carátula de un juego bélico esté protagonizada por una mujer, no niegues que también las mujeres luchan en las guerras… 

Todos juntos, hombres y mujeres, podemos cambiar las cosas, pero sólo si no negamos las evidencias y estamos dispuestos a reconocer nuestros errores. La última vez que escribí algo parecido (que fue aquí) los comentarios al post me demostraron que es muy difícil cambiar estereotipos, que a las personas nos cuesta mucho reconocer que nuestras creencias estaban equivocadas o que las de otros pueden ser igual de válidas… Que sólo vemos lo que queremos ver. 

Visto en: http://losespejosdeazabache.blogspot.com/2018/03/emociones-y-acertijo.html
Visto en: http://losespejosdeazabache.blogspot.com/2018/03/emociones-y-acertijo.html

Yo no pierdo la esperanza en que la educación todo lo puede (también se burlaban de mí por ponerme el cinturón de seguridad cuando me saqué el carné de conducir y ahora casi todo el mundo se lo pone). Con que sólo una persona (sea hombre o mujer) abra los ojos y trate de cambiar su punto de vista, me sentiré satisfecha. Me compensará el chaparrón que me espera.

Una pregunta, ¿el azul es de niños y el rosa de niñas? ¿De verdad?
 

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