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Diablo III visto por un consolero

Javier Abad

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Ser consciente de la propia ignorancia es un gran paso hacia el saber”.

Benjamín Disraeli (1766-1848). Estadista inglés.

Antes de que nadie se me moleste, voy a comenzar aclarando el motivo de la cita: sin en este blog hay un ignorante, se trata de mí. ¿Queréis ejemplos? No tengo ni idea de hacer la declaración de la renta, desconozco cuántas jorobas tiene un camello y ni siquiera sé como sacar una tortilla de la sartén sin que se me rompa. Pero lo que me convierte en un tipo de la peor calaña es que confieso ser un ignorante si hablamos de juegos de PC.

Sin embargo, estos días me ha picado la curiosidad al ver todo el revuelo que se ha montado con el lanzamiento de Diablo III, y me ha parecido interesante usarme de cobaya para saber qué siente un consolero recalcitrante cuando se acerca a un juego así. Pasé unos días informándome y consultando vídeos en Internet, pero al final llegué a una conclusión inquietante para mi condición de heterosexual: necesitaba un hombre. Y no me valía cualquiera; tenía que ser alguien especial. Por suerte, solo tuve que caminar unos pasos hasta la redacción de Micromanía para encontrar a Paco Delgado, su director, jugando a Diablo III (y maldiciendo, por cierto, el lag que causaba la conexión a Internet de nuestra oficina). Él sería mi guía para encontrar la respuesta a estas dos preguntas (os prometo que nuestra relación no pasó de ahí): ¿a qué se debe el éxito de Diablo III? ¿y por qué no triunfa un planteamiento similar en las consolas?

Mi primera impresión fue que lo que veía no era para tanto: personajes pequeños moviéndose bajo una perspectiva isométrica y con la cámara bastante lejana. Pero no tardé mucho en darme cuenta de que la riqueza de los gráficos de Diablo III está en los pequeños detalles: la sutileza de la iluminación, la minuciosa “decoración” de los escenarios, los destellos que provoca cada ataque, la fluidez de una lava que corre en segundo plano, incluso las esferas que giran junto a los marcadores. Tomados individualmente quizá no parezcan mucho, pero reunidos todos en la pantalla ofrecen un resultado fantástico.

El desarrollo me pareció muy enfocado a la acción, y Paco me lo confirmó. El estilo de juego es muy directo y me sorprendió muchísimo la sencillez del control. Eso sí, hay que tener dedos ágiles para aporrear el ratón a toda velocidad mientras lanzamos nuestros ataques. A mi entender esto provoca cierto caos en la pantalla, o al menos yo había veces en que no era capaz de distinguir qué estaba pasando en el fragor del combate. También he de decir que esta confusión estaba causada en parte por un defecto mío como jugador de consola: tendía a mirar al personaje cuando era el puntero, a menudo alejado de él, el que lideraba la acción. Pero estoy seguro que echándole unas cuantas horas me lo pasaría en grande y podría decir: ¡mira mamá, estoy jugando en un PC!

Otra duda me asaltaba: si esto es un action-RPG, ¿dónde diablos (perdón, tenía que hacer el chiste) se había metido la parte de rol? Paco me la resolvió mostrándome todas las opciones de mejora del personaje con los ítems que vamos recogiendo y la famosa casa de subastas en las que podemos comprar y vender objetos de nuestro inventario. Comprendí que gran parte del atractivo del juego está en su componente social, potenciado por Blizzard de forma inteligente, que hace que la gente se esfuerce por “maquear” a su personaje para presumir ante el resto de jugadores.

Ahora ya tenía respuesta mi pregunta inicial sobre las virtudes de Diablo III, pero seguía pendiente la segunda: ¿qué impide que un planteamiento así triunfe en las consolas? Igual que hacen los programas de correo electrónico cuando te marchas de vacaciones, mi mente también tenía una respuesta automática pensada para estos casos: los usuarios de PC son gente concienzuda, capaz de escudriñar menús durante horas en el típico juego de estrategia, mientras que los de consola prefieren juegos de control más sencillo y acción inmediata. Pero claro, eso lo que ofrece Diablo III precisamente, así que mi gozo en un pozo. Por más que le dimos vueltas, Paco y yo fuimos incapaces de ir más allá de un simple “es que a la gente de PC le gusta este tipo de juegos y a los de consolas no”, pero me niego a creer que todo quede en eso...

Quizá es que nadie ha hecho una apuesta decidida por este tipo de juegos en las consolas, pero pronto vamos a tener una nueva oportunidad de ver si son capaces de romper este tabú títulos como Heroes of Ruin en 3DS o la propia versión de Diablo 3 que se supone que llegará a las consolas tras el lanzamiento en PC. Quién sabe, no hace tanto que la saga The Elder Scrolls era considerada “pecera” y mirad lo que ha conseguido Skyrim en PS3 y Xbox 360. De todas formas, si alguno de vosotros cree tener la respuesta a mi duda, estaré encantando de leerla y conseguir dejar de ser, al menos en este aspecto, un ignorante.

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