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Lo importante son las emociones

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¡¡Llamando a los nintenderos!! A ver si alguno de vosotros se arriesga a responder a una pregunta que me ronda después de haber leído los más de 700 comentarios del cara a cara entre la directora de Playmanía y un servidor: ¿qué es lo que de verdad importa cuando te pones frente a una consola?

Veréis, a mi lo que en el fondo me puede es emocionarme con las cosas. A lo largo de mi vida, las cosas que más he querido son las que más me han emocionado. Sin eso, seguramente habrían pasado desapercibidas, nunca las habría tenido en cuenta. Un nintendero se emociona con sus máquinas y sus juegos porque transmiten cosas que otros/otras son incapaces. Y creo, sé, que eso es lo realmente importante en este debate.

Derrotar a los jefes más duros de Ocarina of Time, sumergirse en la oscuridad más absoluta de los pasillos de Revelations, dejarse capturar por la banda sonora de The Last Story o acariciar a tus mascotas como si su piel estuviera viva. ¿Habéis sentido eso alguna vez?

Cuando llegó Nintendogs a nuestra redacción, enseguida se crearon diferentes bandos con puntos de vista opuestos. Creo recordar que pasó algo parecido con Wii Sports, pero bueno, eso vino después. Estaban los que esperaban encontrar el simulador de mascotas definitivo, algo así como un Sims que se pudiera tocar: acabaron decepcionados y maldiciendo a los perrillos, pobres; y estábamos los que disfrutábamos con cada acción sobre la pantalla, los que apreciábamos cada reacción de la mascota como si fuera de verdad, los que nunca nos aburrimos ni dejamos de lado.

Wii Sports provocó reacciones similares: muchos argumentaban que “esos cabezones molan pero esto no es más que una demo técnica”; sí, sí, demo técnica pero la demo técnica todavía levanta pasiones; y regresó más triunfal aún con Wii Sports Resort, y su eficaz mando Wii Plus, y fueron el germen de otras fiestas celebradas como la de Wii Party. Me da igual que luego vendieran millones de juegos, es lo de menos: lo que me importa es que generaban millones de emociones.

¿Qué era lo importante de esos juegos? Pues imagino que dar con algo que nadie había descubierto hasta ese momento. Llámalo experiencia de usuario, que es un término que ahora está muy de moda. Entre la sencillez y la diversión, Nintendo había descubierto un océano azul en el que empezaba a sentirse cómodo. Le había costado, sin duda. Perder el liderazgo cuando se está en la mejor posición, no es plato de gusto. Pero darse cuenta de los errores, ser capaces de innovar pese al riesgo de pérdidas millonarias, buscar una nueva audiencia arriesgándose a dejar atrás la que ya tenían, seguir adelante creando emociones nuevas... siempre tiene recompensas.

Hasta aquí todavía no he dicho nada de Mario ni de otros iconos de Nintendo. El ADN con el que nacieron (el mismo que Luigi, Donkey, Kid Icarus, Link...) es algo así como la marmita de Obelix: se cayó dentro y ya no le hace falta tomar más. No tienen que demostrar de lo que son capaces.

Por eso estoy de acuerdo con lo que leo últimamente sobre Wii U. Iwata está poniendo énfasis en la necesidad de llevar aún más lejos la experiencia de usuario con la consola, sin limitarse a la capacidad gráfica –que por otra parte todas las compañías exigen que supere ostensiblemente a sus rivales- sino apostando de nuevo por la innovación.

Al final, lo que importa es emocionarse. Jugando. De acuerdo, el catálogo de inicio de Nintendo 3DS fue más pretencioso que realista. Sólo Capcom y el Team Ninja habían captado el ADN. Qué bien que Nintendo se pusiera las pilas para volver a demostrarnos que lo importante es generar emociones. Qué bien que lo hayan hecho apoyándose en sus iconos y dando nuevas oportunidades a los licenciatarios. Qué bien que tenga su recompensa.

De Pokémon ya hablaremos en mi próximo blog...

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