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La inversión perfecta

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Últimamente estoy un poco puff, depre, triste, cansada… Como lo queráis llamar.

Hay muchas cosas que me lleva a ese estado, algunas importantes y otras auténticas chorradas, pequeñas piedras en el camino que no te molestarían si no tuvieras ya los pies llenos de ampollas, quizá de recorrer rutas sin salida… Ayer estaba especialmente apagada y triste… Quizá la palabra ideal sea frustrada. Sí, sí, ya sé que la frustración no lleva a ningún lado.

Cuando llegué a casa mi media naranja me dijo, “ven, ven, tienes que ver esto”. Si hay algo que llevo fatal es llegar a casa en un día de esos, de los malos, y que me pidan ponerme frente a la pantalla de un ordenador a ver un vídeo de Youtube. Y él lo sabe. “De verdad, de verdad. Que te va a animar”. Y me senté delante del ordenador. Si algo estoy aprendiendo de esos momentos de bajón, de crispación, llámalo X, es que me vuelvo muy borde y digo cosas de las que me arrepiento incluso antes de haberlas pronunciado (¿será porque soy géminis?). Como no quería que mi gemelo borde tomara todo el control, decidí ver el vídeo sin hacer más comentarios. Y después de ese vio otro, y otro y otro… Aquí os dejo el vídeo. Y, antes de que os llevéis un chasco, no tiene nada que ver con videojuegos.

 

La verdad, yo creía que un chelo básicamente servía para acompañar. Después de esto se ha convertido en mi instrumento musical favorito. Y yo no soy nada musical. Podría vivir en un mundo sin música. Sí, ya sé que es una aberración, pero os aseguro que es verdad.

“Pedro (un buen amigo), me ha dicho que como sabía que te iba a gustar, te ha grabado el disco.” Se lo había descargado y se había tomado la molestia de grabarlo en un CD…

Me había pasado hora y media, viendo un vídeo tras otro, alucinando con su creatividad y su calidad. Y, lo que es mejor, sin pensar en otra cosa y con una sonrisa en la boca (hacía tanto que no me reía que hoy tengo agujetas en la cara).

¿Sabéis lo que hice? Entré en iTunes y me bajé el disco. Cuando alguien te hace disfrutar tanto, te ayuda a evadirte y hasta te emociona con su trabajo… ¿Lo justo no es pagárselo?

No sé si volveré a escuchar el álbum alguna otra vez (de verdad que no soy nada musical), pero sigo pensando que han sido 10 euros magníficamente invertidos.

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