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Papá, ¿qué es una videoconsola?

Óscar Díaz

imagen por defecto contenido opinión

Al término videoconsola, tal cual lo conocemos, no le queda ni medio telediario. Sólo tengo que mirar a mi alrededor para ver en qué situación estamos. Aún me encuentro personas que sacan su Nintendo DS en el metro y, de vez en cuando, sale a la luz una PSP con algún FIFA. Pero lo más habitual es ver Angry Birds, Dónde está mi agua y hasta algún Infinity Blade en manos de personas con aspecto muy variado. El cambio está aquí.

Hace un año, uno de mis compañeros dijo que al papel le quedaban cinco años de vida. Se refería a las revistas y se desligó profesionalmente de estas. A día de hoy, todavía es pronto para desmentirle. Hace un lustro, un amigo programador lanzó su frase de oro y ahora está metido en sistemas Big Data. Vaticinó que a las páginas web, tal cual las veíamos, les quedaban dos reposiciones de hardware en su compañía, es decir, seis años. Se refería a la tendencia de ver todo en terminales más pequeños cada día. A esa forma de buscar la información entre montañas de datos, en ordenadores, frente a la sencillez de tenerlo delante con sólo mirar cualquier tipo de dispositivo. Lo hizo antes del estallido de los smartphones, tablets, RSS, SmartTV y compañía.

Está claro que no hace falta rodearse de embajadores tecnológicos, gurús ni evangelistas de grandes empresas. Sí, esas personas que tienen acceso a los planes de las compañías antes de que lleguen al E3 o  CES de turno. Cualquiera puede usar la bola de cristal para ver el futuro. Otra cosa es que se cumplan las predicciones, en cuanto a fecha, o que nos afecten a la mayoría, no sólo a quienes están más al tanto de las nuevas tecnologías.

Presentación de Microsoft Surface

En algunos foros se habla del fin de Microsoft. De los derroteros que toman sus acciones de la última década, con una inversión enorme en la llamada Nube (cloud computing), la introducción de sus sistemas operativos en procesadores ARM (los habituales en móviles, tablets y consolas portátiles), la llegada de Kinect a cualquier dispositivo electrónico, la industria del automóvil...).  Si los de Redmond diversifican así, que otros pongan sus barbas a remojar, que diría un antiguo vecino.

Tranquilo, vuelvo al tema que me preocupa. Hace treinta años, la informática personal empezó a entrar en las vidas de la gente de a pie. Todo este tiempo ha sido necesario para dejar de pensar en máquinas grises, desconectadas del resto, y que veamos un ordenador personal en cualquier sitio. Un procesador, memoria para almacenar la información y un software a la medida son básicos hasta en mi lavadora. Los PC están en todas partes y ya no nos tenemos que preocupar de ir a una tienda de informática para comprar uno. Hasta he escrito documentos de Word en mi móvil… This is madness!!!

Mi primera consola tenía dos mandos con una rueda cada uno y lo que parecían botones para llamar por teléfono. Se podía cambiar de juego, eso sí, aunque con mi edad por entonces encontraba dificultades para diferenciarlos. También tuve una imitación de Game & Watch con algo más de cinco años, la Space Adventure de Tronica. El Amiga, en varias de sus ediciones, consiguió que me centrara en los aspectos más creativos de la informática. Varios clónicos que me enseñaron a montar y reparar cualquiera de ellos. Se sucedieron hasta llegar a lo que uso hoy. Todo un ecosistema en el que los teclados y ratones se han vuelto accesorios que uso a veces. He dejado de necesitarlos desde el momento en que aprieto el botón de encendido.

Space Adventure de Tronica

Veo un paralelismo interesante entre los PC y las consolas. Me he desligado de ese conjunto de pantalla, teclado y pila de programas, para centrarme en la experiencia como usuario. Hace muchos años que nadie me pide que le monte un equipo, sino que me preguntan sobre el portátil, móvil o tablet que comprarse. Para mí, está claro que vivimos ese salto entre las máquinas de vapor que apenas superaban a los caballos y los coches con su volante y ruedas de caucho.

Los ordenadores llegaron antes que las consolas, con lo que pueden servirnos de guía para saber qué le sucederá a nuestras máquinas para jugar. En realidad, vienen a ser el mismo tipo de dispositivos y, si no me da reparo navegar por Internet con cualquier cacharro, ¿me he de sentir culpable por jugar hasta con lo que viene de serie con mi televisor o pensar en que GAIKAI y OnLIVE conseguirán que tenga más hueco en mi salón?

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