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Puede que pase de esta temporada

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Me lleva por calle de la amargura cada vez que tengo que actualizar un dispositivo. Es que me da una pereza inmensa, primero por la propia actualización y luego por acostumbrarme a los cambios. Pero las acepto (no me queda otra) y además pienso que en algo habrá mejorado la cosa. Porque, os digo la verdad, la mayoría de las veces que actualizo algo ni tan siquiera sé qué es lo que he ganado. Pero esa es otra película. En fin, que acepto pulpo.

Me pasa algo parecido con las actualizaciones de los juegos. Un sistema que en esencia es bueno, porque soluciona posibles errores, pero que a la larga se ha convertido en el recurso perfecto para lanzar juegos sin terminar y que allá se las apañen los usuarios con sus conexiones a Internet. Debería estar prohibido lanzar un producto que para funcionar correctamente necesita que el usuario se baje un parche de tropecientos megas el mismo día que lo compra. No será ilegal, pero inmoral, un rato largo. Y seguro que engorda.

Y llegamos a los paquetes de expansión, packs de contenido digital, contenido extra o DLC. Como quieran llamarlo, según a quien preguntes… En la prehistoria de este invento me pareció que tenía sus ventajas. Si un juego funcionaba muy bien y el usuario se enganchaba, ¿porqué no ofrecerle la oportunidad de seguir disfrutando? Un editor de circuitos, unos luchadores, unos mapas, una liga nueva, nuevas misiones… Elementos que no dio tiempo a incluir en el juego original, ideas nuevas surgidas con la perspectiva del tiempo... Mientras el juego en cuestión mantuviera el interés podría seguir creciendo y además teniendo en cuenta las demandas y necesidades de los usuarios. Una genialidad.

Pero como las personas tenemos el don de pervertirlo todo (desde la pólvora al mismo dios), esto de los DLC, igual que las actualizaciones, se ha convertido en una de las grandes perversiones de nuestros días (y hay muchas). Estar pendientes de si el juego tiene recorrido, analizar qué le gustaría añadir a los jugadores y dedicar recursos a investigar posibles vías de expansión no es muy práctico… ¿Tienes a un equipo parado esperando al momento ideal para desarrollar un DLC? Casi mejor que lo haces a la vez que el juego, que sale más barato. Y ya calculas cuántos packs y de qué tipo vas a lanzar a lo largo de, digamos, un año. Y ya que estás, lanzas un Pase de Temporada. Una especie de barra libre de contenido “extra” que no se sabe exactamente cuándo podrás disfrutar y, quién sabe, podría ser garrafón. Y para redondear la jugada lo anuncias a bombo y platillo y lo pones a la venta antes que el propio juego. No, no es ilegal.

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Puede que pase de esta temporada
Puede que pase de esta temporada

A estas alturas de la vida yo todavía me quedo pasmá cuando leo las notas de prensa con este tipo de anuncios. Es que ya no tienen ni la vergüenza de disimular. Jo, tío, que canta un montón, que me quedo siempre con la sensación de que ese contenido me lo has arrancado del disco, como quien roba flores del jardín del vecino y luego se las vende. Hace un par de años me permitía el beneficio de la duda, seguía creyendo en las bondades del sistema, pero ahora… (Hay qué ver lo tonta que soy a veces, que no aprendo).

Y lo peor llega cuando lo pienso bien y me doy cuenta de que el sistema no sólo se mantiene en contra de lo que parecía dictar sentido común, si no que crece y se expande. Que no sólo no se disimula, si no que se alardea y que los jugadores aplaudimos con las orejas. Ahí está la versión Atlas Pro de Call of Duty, que cuesta 110 euros por que incluye el Pase de Temporada (y el “manual del soldado avanzado”. Que sí, que ahora los manuales se pagan como extra). Pero no podemos engañarnos: cuando esto se hace, y cada vez con más frecuencia y descaro, es porque funciona. ¿Porqué?

Pues mira, entre tú y yo, no tengo ni idea. Imagino que la masa crítica de jugadores no está precisamente ahora mismo en esta web leyendo estas palabras. La masa crítica posiblemente se informe lo justo para comprarse un juego cuando le apetece y punto. Probablemente haga lo mismo que yo cuando voy al cine: o voy a ver la peli de la que todo el mundo habla o la que me atrae por el tema o los actores. Ni leo críticas, ni me planteo si es una obra maestra, ni pienso en las joyas sin marketing que me he podido perder… Y si me gusta bien y si no, pues me quejo un rato y luego a otra cosa. (Eso sí, cada vez voy menos al cine, que me sale más a cuenta comprarme la película en Blu-ray y llamar al Telepizza…)

Esa masa crítica es la que mantiene a las mismas franquicias año tras año en las listas de los más vendidos y provoca la sobreexplotación de las sagas; es la que se compra los DLC y los Pases de Temporada y es la que utiliza los stores digitales cada vez con más frecuencia y placer. Es la responsable de que el mercado cambie a pasos agigantados. Y también es la responsable de que las cifras de facturación crezcan y de que la industria del videojuego se asiente y se profesionalice. De que la industria se mantenga. Es la mayoría y, aunque la mayoría no suele tener razón, es la que manda. Y me parece bien, ojo.

A veces estamos en esa mayoría que cambia tendencias y pervierte o rescata sistemas (que de todo hay) y otras veces nos encontramos fuera de lugar dentro de la masa. Supongo esta vez me ha tocado la china y soy yo la que me siento desplazada. Ahora soy yo la que no entiende nada. Podría gritar y rasgarme las vestiduras, pero no serviría de mucho (y no me gusta nada ir a comprarme ropa). Al fin y al cabo, el sentido común es el que nos recuerda que sea cual sea el trono en el que nos sentemos, siempre nos sentamos con el culo.

Ante esta sensación sólo me quedan dos opciones lógicas: “salir del juego” o quedarme y amoldarme las reglas. Aunque parezca increíble, todavía me lo estoy pensando, la verdad. Mientras tanto, tendré que parchear mis juegos desde el día uno, vale. Pero nunca jamás en la vida compraré un Pase de Temporada. De mis tiempos mozos me queda un puntito de rebeldía y soy una cabezota (a veces) y ahí he fijado mi límite. Puede que sea una pataleta infantil, pero, qué quieres que te diga, me hace sentir mejor…

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