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Por qué nos gustan los juegos de guerra, pese a la violencia

Modern Warfare 3
Inevitablemente nos sentimos atraídos hacia los juegos de guerra. Pese a que reflejan lo más bajo del ser humano: violencia, sangre, dolor... también nos ofrecen tecnología, heroísmo y épica. ¿Por qué nos gusta la guerra en los videojuegos?

MacArthur (el general que se encargó de coordinar la ofensiva en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial) decía que el soldado, por encima de todos, es quien reza por la paz, porque él es quien ha sufrido las heridas más profundas y las cicatrices de la guerra. Es una de tantas citas célebres que podría haber utilizado para hablar de los horrores de guerra. Porque si los hombres sabios (que los ha habido) de nuestra historia se caracterizan por algo, es por su rechazo de los enfrentamientos. Los conflictos armados son "per se" un acto lamentable, en que se pierden muchas vidas, se arruinan otras y se destinan grandes cantidades de capital y esfuerzo a la destrucción. Pero también son el martillo y el cincel que dan forma a nuestra realidad: las guerras son el verdadero motor del progreso humano, por encima de cualquier otra inquietud artística, cultural o económica. Y a veces son inevitables para solucionar la injusticia.

Análisis de Call of Duty WWII

El hombre está acostumbrado, desde que somos niños, a convertir sus juegos en un "entrenamiento" de la realidad. Utilizamos coches de juguete, cocinas de juguete y por supuesto, armas de juguete. Y coleccionamos figuras de acción equipadas con la última tecnología para destruir al enemigo: desde pequeñas pistolas a escala, a vehículos con piezas móviles como hovercrafts, helicópteros  o aviones supersónicos (si no lo habéis adivinado ya, mi hermano y yo tuvimos una gran colección de G.I. Joe). Como en aquella secuencia de Terminator 2, en que John Connor veía a unos niños jugar a dispararse, "destruirnos está en nuestra naturaleza". 

Análisis de Battlefield 1

Los juegos de guerra han existido siempre. Desde los combates deportivos al ajedrez, y como es lógico también se han trasladado a los videojuegos. El problema llega cuando la tecnología permite que los enfrentamientos en la pantalla de nuestro PC, PS4, Xbox One o Nintendo Switch parezcan reales. Cuando las armas, el equipo y los escenarios se quedan a un paso de lo que vivieron los auténticos soldados -y las víctimas- e incluso algunos personajes históricos aparecen reflejados, con mayor o menor fidelidad, en el desarrollo. Entonces es cuando podría causarnos rechazo (y cuando hace que una parte de la sociedad se levante contra ellos). Ojo, que no me refiero a los juegos en que el combate es una forma de "acción" al estilo de los "blockbuster" de Hollywood, sino a los que reflejan una auténtica guerra.

Wolfenstein II- The New Colossus – E3 2017 Full Reveal Trailer

La cuestión es que mientras preparaba un trabajo sobre el género, encontré la explicación de por qué nos sentimos atraídos por la guerra. Por una parte, lo que no se ve. En el libro "Joystick Soldiers: The Politics of Play in Military Videogames" se habla de la sanitización de la guerra en los videojuegos, esto es, se muestran acciones heroicas, nobles... y se huye de las escenas incómodas. Esto no significa que no aparezcan secuencias violentas en el desarrollo, pero sí que se trata de una imagen "sesgada" en que las víctimas son siempre soldados, y no aparecen inocentes ni daños colaterales. En los videojuegos no se ha obviado por completo la presencia de víctimas civiles (tenemos el caso del atentado de Londres en Modern Warfare 3 o el juego This War of Mine, que nos pone en la piel de unos supervivientes) pero desde luego, se ha minimizado su impacto.

Análisis de Wolfenstein II The New Colossus

Algunas tesis hablan del uso de los videojuegos como herramienta para reclutar soldados. Algo así como "el ejército hace que la guerra sea atractiva para convencer a los reclutas" Si bien es cierto que hay juegos que han estado "sponsorizados" por las fuerzas armadas (como el caso de America´s Army) o que se han utilizado para el entrenamiento, como una versión modificada de Full Spectrum Warrior, no se puede lanzar esta acusación contra los títulos más populares. Es muy sencillo saber quién está detrás de los desarrollos.

full spectrum warrior

En este sentido Roger Stahl en su obra "Militainment: War, Media and Popular Culture" considera que la sanitización de la guerra ha sido una maniobra oficial, que se estableció a comienzos de los años 90 con la Operación Tormenta del desierto, y que está acompañada por "convertir la violencia en un objeto de consumo placentero". Pero no estoy de acuerdo con la tesis, ya que la información sobre las bajas civiles en conflictos modernos, la presencia de ONG en el frente y la conciencia social respecto a los refugiados es cada vez mayor. 

Análisis de This War of Mine

En una secuencia muy resumida: un estudio como Treyarch, que se encuentra en el desarrollo de Call of Duty Black Ops IIII, tiene cierta libertad creativa. Detrás de él se encuentra la gran editora y distribuidora, que en este caso es Activision Blizzard, y sus dueños son los siguientes grupos de inversión (porque el accionariado es público). Estos son los "beneficiados" de los juegos de Activision.

Fidelity Management & Research Co.96,829,88412.7%
The Vanguard Group, Inc.51,996,0126.83%
BlackRock Fund Advisors33,680,0354.42%
SSgA Funds Management, Inc.27,427,6313.60%
Capital Research & Management Co. (World Investors)25,821,6133.39%
Henderson Global Investors Ltd.19,929,6742.62%
Morgan Stanley Investment Management, Inc.16,893,0652.22%
T. Rowe Price Associates, Inc.16,551,5252.17%
Jennison Associates LLC15,064,5951.98%
Lone Pine Capital LLC14,555,9531.91%

 

Se trata de grupos de inversión privados, cuya información también está disponible en la red. El Estado no tiene participación en la compañía, y dado su carácter poco intervencionista, tampoco ejerce control sobre la producción del software. Aunque la ESA (Entertainment Software Asociation) tiene entre sus funciones las relaciones con el gobierno, se trata de una asociación de la industria. De hecho, es más común encontrarse a las herramientas del Estado arremetiendo contra los juegos que se pueden calificar como violentos. En el sentido contrario, Call of Duty y Activision sí participan en campañas de "endowment" para colaborar con veteranos de guerra buscándoles nuevos puestos de trabajo. 

Al final, he encontrado una explicación a por qué nos atraen tanto los juegos de guerra. La frase no es mía, sino de un periodista el New York Times "war is hell, but it is also badass". Es algo complicada de traducir: la guerra es el infierno, pero también mola. Alrededor del sufrimiento, lo que ven mis ojos son las armas más sofisticadas, tanques, helicópteros, submarinos nucleares, aviones invisibles al RADAR y uniformes tácticos. Es inevitable sentirme fascinado por la coordinación de los hombres mejor preparados del mundo, la hermandad entre los miembros de los Navy SEALS o de la Legión, y la adrenalina de llevar a cabo operaciones de alto riesgo, de las que dependerá el destino del mundo. Sin olvidar el sacrificio que conlleva viajar al frente y jugársela cada día. 

El desembarco de Normandía en los videojuegos

No sé si está bien que hayamos convertido la guerra en un juego. A veces, en pleno desembarco de Normandía, me pregunto qué pensarían los veteranos de la operación si me viesen sentado con un mando, en el sofá. Pero aplaudo que se adapten de un modo respetuoso (en este sentido hay declaraciones de  Glenn Schofield sobre COD WWII o de Olaf Gustafsson acerca de las historias de guerra en Battlefield 1) y que ayuden a que una generación conozca los sacrificios que hicieron sus abuelos y bisabuelos. La reacción de los veteranos -algún día os contaré la polémica que se produjo con el lanzamiento de Medal of Honor- también es positiva. 

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