Rare es un estudio legendario. Nadie puede poner en duda la aportación a la historia de los videojuegos de esta compañía, fundada en 1983 por los hermanos Stamper. En su currículum (primero como Ultimate, y después Rare) se encuentran juegos de Spectrum del nivel de Jetpac, Atic Atac y sobre todo, Sabre Wulf y Knight Lore (pionero en utilizar la perspectiva isométrica, que por aquel entonces se conocía como "filmation").
Ahora repasaremos rápidamente la historia de Rare (que se consagró en las consolas de Nintendo) y su trayectoria en las consolas de Microsoft. Después de un pequeño bache creativo durante los últimos años, parece que Sea of Thieves, que aparecerá en Xbox One y Xbox One X el próximo 20 de marzo (con juego cruzado con Windows 10) puede ser el juego que les devuelva a su merecido lugar.
Como hemos mencionado antes, Rare apostó por las consolas en 1985, y consiguió títulos brillantes en todas las plataformas de Nintendo. En NES se sacaron de la manga un cartucho tan difícil (y tan bueno) como Battletoads. Era un "beat´em up" protagonizado por tres ranas, Zitz, Rash y Pimple, que no tenían nada que envidiarle a sus "primas" las tortugas ninja.
En Game Boy demostraron su maestría con un juego de velocidad, en perspectiva isométrica, que supuso el techo del género portátil. Super RC Pro Am estaba protagonizado por coches de radiocontrol, y tenía un control duro, pero no había otro juego de carreras tan divertido y espectacular en la consola portátil.
Consolas portátiles de la historia: De Game & Watch a Wonderswan
Rare fue una de las piezas clave para que Nintendo saliese triunfadora del enfrentamiento entre Super NES y Sega Megadrive. Como se puede leer en el libro Console Wars de Blake J. Harris, el nivel que alcanzaron los gráficos prerrenderizados de Donkey Kong Country, permitieron que la compañía contrarrestase el lanzamiento del Mega CD por parte de Sega. Aquel cartucho terminó convertido en una trilogía (después pasaría a manos de Retro Studios) y se puede jugar en Super Nintendo Mini.
Por si no fuera suficiente, Killer Instinct, un juego de lucha -en una edición especial que incluía un CD con la banda sonora y un cartucho de color negro- también fue una aportación brillante al género en la consola de 16 bits de Nintendo.
Si los juegos anteriores ya habían encumbrado al estudio, su estallido llegó con los desarrollos en 3D, para Nintendo 64. Nos dejaron absolutamente alucinados con Goldeneye 64 (cuyo modo multijugador a pantalla partida fue toda una revolución en las consolas), Banjo Kazooie, Dokey Kong 64, o Perfect Dark (estos dos últimos, con el Expansion Pak alcanzaban el techo técnico de la máquina, y de la generación).
Aunque no tuvieron tiempo de lanar demasiados títulos para la siguiente plataforma de Nintendo, Starfox Adventures (o Dinosaur Planet) es una obra de culto, que sumerge a los protagonistas de Starfox y Lylat Wars en una aventura en tercera persona, deudora en muchos aspectos de Zelda Ocarina of Time, y con un aspecto visual muy impresionante para la época (apareció en 2002).
Allí estaba yo, en el parque Isla Mágica de Sevilla, el 22 de septiembre de 2002. Microsoft celebraba su festival X02 (con la presencia de Peter Molyneux o Tomonobu Itagaki) y anunció a bombo y platillo que compraba Rare (un año después de haber hecho algo similar con Epic Games). El anuncio corrió a cargo de Tim y Chris Stamper (de Rare) y Ed Fries (Microsoft), y suponía la llegada de unos desarrolladores en estado de gracia en exclusiva a Xbox.
Pero algo salió mal. No sé si fue la manera de entender el hardware, o simplemente que se les había pasado la inspiración, pero sus dos lanzamientos para Xbox fueron un juego de acción muy poco inspirado con aspecto animado: Grabbed by the Ghoulies (2003), y un remaster de un juego de Nintendo 64, Conker Live and Reloaded (al final de la vida de la consola, en 2005). Y Rare no consiguió recuperarse del todo.
La cosa mejoró ligeramente en la siguiente generación. Rare se encargó de dos títulos de lanzamiento para Xbox 360, y con una calidad notable. El juego de acción en tercera persona Kameo Elements of Power (cuyo desarrollo había comenzado en Nintendo 64) y el "shooter" Perfect Dark Zero, con un divertidísimo modo online, pero incapaz de estar al nivel del juego anterior. No es que fueran malos, pero no eran lo que se esperaba de la compañía. Lo mismo se puede decir de Viva Piñata y de Banjo Kazooie Nuts and Bolts. Cada uno de ellos era bueno en su campo, pero muy por debajo de las obras maestras que habíamos visto en Nintendo 64.
Quizá lo peor que le pudo pasar al estudio fue centrarse en juegos para Kinect. El sistema de detección de movimientos de Xbox 360 fue muy popular en su arranque, y Kinect Sports estaba entre sus títulos más curiosos, pero seguía siendo talento desaprovechado. Sports tuvo dos entregas más (Season 2 para Xbox 360 y Kinect Sports Rivals para Xbox One).
Pero la esperanza es lo último que se pierde. El estudio británico no había dejado de trabajar, y sus resultados con Killer Instinct para Xbox One y su recopilatorio de juegos Rare Replay nos daban pistas de que aún podíamos ver a la Rare de antaño (no por sus miembros, sino por la calidad de sus juegos). Y de repente, llegó Sea of Thieves.
Y aquí es donde dejo mi opinión. Me parece que el próximo juego de piratas consigue recuperar el sabor de sus grandes obras. Por ahora sólo hemos probado la beta, además de asistir a varias presentaciones (desde el E3 2015), pero el enfoque multijugador, las enormes posibilidades de su mundo (o sus océanos) abiertos y su simpático aspecto tienen el sello de la Rare clásica.
Nuestra tripulación está lista para el próximo análisis de Sea of Thieves, cruzando los dedos para que todas estas propuestas que el estudio nos ha dejado ver se asienten en uno de los grandes exclusivos para Xbox One del año. Además, el primero que llegará a Gamepass al mismo tiempo de su lanzamiento comercial.
Descubre más sobre David Martínez, autor/a de este artículo.
Conoce cómo trabajamos en Hobbyconsolas.