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La segunda mano y la nueva generación

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Bastó que Microsoft dijera que su flamante Xbox One iba a presentar todo tipo de medidas contra el préstamo de juegos y la segunda mano para que se montara la de dios es cristo y muchos jugadores, seguidores de Microsoft, cambiaran su intención de compra de un plumazo. Tengo a uno de esos seguidores viviendo en casa y, sin que yo dijera nada (no quiero conflictos domésticos), me dijo que esta vez Microsoft no iba a contar él… Eso de conectarse online cada 24 horas, como que no lo veía claro…

No tardó mucho Microsoft en recular. Igual que Sony, que no cometió el error de anunciar medidas contra el préstamo-intercambio-venta de juegos porque los globos sonda que fue soltando en la segunda mitad de 2012 ya les pusieron sobre aviso. No porque no le apeteciera controlar el tema, más bien porque comprendió que no era el momento… Microsoft se hubiera ahorrado más de un disgusto si hubiera estado más sensible (desde el principio) a las demandas de los jugadores…

Si me pongo en su pellejo, entiendo que esto de la segunda mano les moleste. Resulta que se crea una economía paralela entorno a sus juegos y sus consolas y ellos no huelen ni un chavo. Y no está la cosa para dejar de ganar de dinero, que desarrollar consolas y juegos cuesta una pasta que hay que recuperar.

Ya en esta generación se ha intentado hacer negocio con la segunda mano. Y no, no me refiero a las tiendas, que esas sí que lo hacen y con las dos partes (con las editoras y con los jugadores). El pase online fue el ejemplo más claro: te vendo el juego y para jugar online metes un código. Si vendes el juego, lo regalas o se los prestas a alguien, ese “segundo” alguien se queda con las ganas de jugar online, a no ser que pase por la caja virtual de la Tienda de turno y se deje los euros que cuesta es famoso pase.

Dentro de lo malo, no me parece lo peor, aunque al final, como siempre, el que paga el pato es el comprador. No sé a vosotros, a mí canjear un código se me hace pesadísimo, mi proverbial dislexia me hace bailar todos los número y tardo un buen rato en acertar con el código correcto. Luego cruzo los dedos para que no me dé error y espero, con la poquita paciencia que tengo, a que la cosa se descargue… ¿Porqué tengo que pasar por todo este suplicio por una cosa que ya he pagado?

Tampoco es que la cosa les haya ido demasiado bien con esta técnica a compañías como Electronic Arts, hasta hace nada abanderada de Online Pass, ya ha anunciado que no habrá más codigitos de estos en sus juegos…

Las compañías tratan de convencernos de que “escuchan” a los jugadores, pero la verdad se me antoja mucho más oscura. Simplemente se buscan las vueltas para que no se note que quieren más por lo mismo. Un DLC de un personaje, un mapa o un modo de juego para el multijugador… ¡Si hasta les viene bien la segunda mano! Tienen más opciones de que la gente pique… Ah, bueno, que pican pocos. Fíjate, si hicieran más DLC de calidad a lo mejor picaban más…

No sé cómo van a compensar Sony y Microsoft el fracaso del Plan A contra el préstamos y la segunda mano. Me puedo imaginar algunas cosas, pero no pienso ponerlas aquí, que no es cuestión de dar ideas. Lo que es seguro es que tienen un Plan B, un plan que nos colarán de puntillas, sin ruido y, probablemente, vendiéndonos además que es un invento maravilloso que nos va a venir de lujo. ¿Quién sabe? Lo mismo es verdad.

Ojalá llegue el día en el que un sistema de protección de los derechos de autor no sea una traba para los compradores originales. Todos tenemos en mente juegos que tenían un sistema de protección anticopia que los hacía injugables para los compradores, aunque a los piratas el juego les iba a las mil maravillas. Tengo una fe enorme en que encontrarán la fórmula de protegerse, rentabilizar sus inversiones y no castigar a sus usuarios. Bueno, en realidad no tengo fe, tengo esperanza. Espero que no acaben con ella también, que ya sabéis lo que se dice: la esperanza es lo último que se pierde…

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