Una suscripción para gobernarlas a todas
Cada vez que se haba de formato físico y formato digital, se monta un buen revuelo en la comunidad gamer. Los jugadores de toda la vida nos aferramos al formato físico como si fuera la base en la que se asienta la industria del videojuego cuando, en realidad, por mucho que nos pese, empieza sonar a reminiscencia a un pasado, no sé si mejor.
El mercado avanza por la autopista digital a velocidad de crucero y sin ceder terreno. Y detalles como las versiones solo digitales de las consolas de nueva generación son una señal de alerta roja para los apasionados de lo físico. El aviso, el experimento, fue aquella PSP Go que se adelantó diez años a su tiempo.
Las ventajas para la industria del formato digital son tantas, que es normal que se quiera favorecer ese camino. No hay que fabricar, no hay que distribuir, se alargan los plazos y no existe el riesgo de romper stocks.
Los jugadores también tenemos ventajas. Podemos comprar el juego sin movernos de casa, en el mismo momento en que se nos antoje y, si hemos reservado, empezar a jugar desde el minuto uno.
Para mí, lo mejor, lo más cómodo del formato digital es no tener que ir a buscar el juego a la estantería, no tener que cambiar el disco, no correr el riego de perderlo. Yo, que reconozco que soy un poco desordenada, he tardado una década en encontrar Gran Turismo 5, que resulta que estaba en la caja de Undead Nightmare… Cosas que pasan.
La sublimación de esta comodidad ha llegado con las suscripciones digitales. Hace 30 años se nos hacía muy raro pagar por ver la televisión, parecía de broma.
Y no sé qué tal hubiera funcionado aquello de Canal + de no ser por el fútbol, que arrastró a miles de suscriptores. Ahora, raro es el que no está suscrito al menos a un servicio de televisión por streaming.
Podemos decir lo mismo de la música y hasta de los libros (de leer o de escuchar). Suscribirse a servicios ha pasado de ser algo de 'modernillos estirados' a lo más normal del mundo, la postura más inteligente.
Es verdad que a veces nos han llevado a rastras hasta la suscripción, como lo de Canal + con la Liga o lo de Xbox Live y PlayStation Plus con el juego online, pero al final, las suscripciones han llegado a nuestra vida para quedarse y tan normalizadas, que pocos son ya los que niegan sus ventajas.
Los videojuegos llevan el mismo camino y el creciente número de suscriptores a servicios como Xbox Game Pass o PlayStation Now son otra buena pista de por donde puede ir el futuro, aunque parece que a Google Stadia se le atraganta el bocado.
Tanto es así, que ya están empezando a cruzarse las suscripciones. Con Amazon Prime, compras, accedes a un mundo de series y películas, y ahora ya también a videojuegos con Prime Gaming, que, rizando el rizo, además de juegos de PC gratis y complementos exclusivos, incluye suscripción a un canal de Twich.
Movistar acaba de llegar a un acuerdo con Microsoft para incluir Game Pass es la oferta de la operadora móvil, de manera que podamos suscribirnos al servicio con algunas ventajas extras, como 20 Gb más de datos en nuestras líneas móviles.
Que sí, que al final cuesta lo mismo que suscribirse por libre (incluso sale más caro si pillas una oferta por ahí), pero es, indudablemente, más cómodo para el usuario que puede llegar a tener fibra, fijo, móvil, datos, televisión (en Movistar Plus también se puede integrar Disney Plus y Netflix) y videojuegos en una única suscripción.
Llevo tiempo pensando que el formato digital va a ser el futuro. Ya he dejado de comprar en físico (inconscientemente) discos y películas y hace mucho que solo compro en papel los libros que quiero tener (bueno, los pido por Reyes, para cumpleaños…).
Puede que no esté muy lejos el día que deje de comprar también videojuegos o que, como con los libros, solo me pille los que me aporten un valor sentimental.
Me imagino con una única suscripción (no quiero imaginar el precio), que me deje disfrutar de los 700 juegos de PS4, PS3 y PS2 incluidos en PlayStation Now, de los más de 100 juegos de Xbox y PC (novedades incluidas) de Xbox Game Pass, de los libros que me dé tiempo a leer, de la música que quiera escuchar, de series, de películas, documentales… y me siento poderosa, y también un poco aturullada.
Tendría todo mi ocio al alcance de una conexión a internet con un infinito mundo de posibilidades a mis pies.
Quizá fuera un mundo menos acogedor, con las paredes más desnudas y con menos sentimientos caldeando el ambiente. Quizá ese sea el precio que hay que pagar por digitalizarse, por tenerlo todo en una suscripción única. Mi tesoro.
El modelo digital no es, ni mucho menos, perfecto, pero sí es mucho más cómodo y más accesible y más fácil para una inmensa mayoría de jugadores. Y, al final, las mayorías son las que mueven el mundo... aunque a veces se equivoquen.
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