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El “timo” de la Kickstampita

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Permitidme, una vez más, llevar al extremo una idea que me lleva rondando cierto tiempo… pero en cierta medida, aunque sea exagerando, es como yo lo veo. Quizá los más jóvenes no lo hayan oído nunca, aunque de vez en cuando siguen saliendo casos del llamado “timo de la estampita”. Un tipo de timo que vio la luz en 1910 y que, a grandes rasgos, consistía en que un supuesto tonto, con un sobre lleno de billetes a los que llamaba “estampitas”, liaba al “listo” de turno… quien acababa palmando pasta al “comprarle” las estampitas (que resultaban ser recortes de papel sin ningún valor). Pues eso, es lo que me pasa a mí últimamente con Kickstarter. O al menos con algunos de sus proyectos.

Este fin de semana, se “celebraba” el récord de recaudación del Kickstarter de Shenmue III, que superaba los 6 millones de dólares y que se sumaba a otro récord anterior, el del juego que más rápidamente alcanzaba su meta de financiación. Pero… qué queréis que os diga. Soy fan de la serie  y os puedo asegurar que tengo muchas ganas de echarle el guante al juego… pero no así. Por un lado, con la cabeza bien fría, no me ha parecido “elegante” la forma de poner en marcha el proyecto. El anuncio en la conferencia de Sony fue un gran golpe de efecto sí… ¿pero confirmar poco después que varías compañías estaban ayudando económicamente?

El “timo” de la Kickstampita

Entonces, si tienen respaldo económico de Sony y otras corporaciones, ¿para qué pedir dinero al usuario final? ¿De verdad los 6 millones de dólares que han recaudado van a marcar la diferencia respecto a lo que aporten las compañías implicadas? Permitidme que lo dude. El desarrollo del primer Shenmue costó, según desveló Yu Suzuki en 2011, 47 millones de dólares. Con las herramientas actuales, Shenmue III podría costar menos (The Witcher 3 ha costado 32 millones de dólares). Según las recompensas de la campaña de Kickstarter, esos 6 millones van a permitir añadir subtítulos en castellano y otros idiomas, más minijuegos, más contenido…

De nuevo, a título personal me parece bastante vergonzante que un título tan esperado, teniendo el nombre que tiene, con la vitola de juego adelantado a su tiempo y esperando de él lo que se espera, “regatee” con el usuario la inclusión de ciertas características y apele al micromecenazgo para incluirlas. De verdad, ¿os imagináis a la Sega de 2001, antes del lanzamiento del Shenmue original, haciendo algo así? ¿Os imagináis la reacción de la gente si Sega hubiera pedido 25$ más por incluir de forma jugable sus recreativas clásicas?

El “timo” de la Kickstampita

Pues eso es un poco lo que me pasa a mí cuando me dicen que, por recaudar 5 millones, van a incluir una batalla especial. Y esa sensación crece aún más cuando se están planteando la posibilidad de lanzar DLC a posteriori… Si este tipo de cosas viniera de un estudio pequeño, solo ante el peligro, podría entenderlo. Pero no así, ni con la tercera entrega de una respetada saga. Y, para terminar la jugada perfecta, imagino que en este acuerdo de financiación con terceras compañías también se habrá incluido el lanzamiento del juego en formato físico, eliminando así otro de los atractivos que podía tener esta campaña de financiación. Que sí, que se puede alegar que esto, al fin y al cabo es como reservar el juego en una tienda... con dos años de antelación.

Todo esto me lleva, de nuevo, a mi primera impresión: que es una jugada maestra. Como decía en el primer párrafo, no deja de ser una reflexión exagerada y no estamos ante un timo, porque los “backers” obtendrán su juego y aquello por lo que hayan pagado cuando esté terminado. No hay dobleces en ese sentido. Pero sí, en cierto modo, una doblez más sutil, apelando al amor, a la nostalgia y, en definitiva, al deseo de los fans de Shenmue, un deseo cariñosamente destilado durante más de una larga década.  

No seré yo quien diga en qué tiene cada uno que invertir su dinero, pero me apena ver que estas relaciones entre creativos y usuarios finales no sean más claras, puras y cristalinas de lo que, en ocasiones, aparentan ser. No es la primera vez que pasa, aunque no sea ni en estos términos ni con este final. Que se lo digan a todos los que auparon a Luckey Palmer cuando acudió a Kickstarter con su primera visión de Oculus Rift. Una idea que ha acabado siendo “la siguiente revolución” en el mundo del videojuego y que, tras revalorizarse, ha acabado en manos de Facebook. Solo hay que leer los foros en los que los backers vertieron su quemazón.

De verdad, sé que estoy siendo excesivamente crítico e injusto, porque hay muchísimos casos, como por ejemplo el de Fictiorama y su Dead Synchronicity, que se escapan a la generalización que acabo de hacer. Kickstarter es un medio muy válido para sacar proyectos adelante, solo que en algunos casos, algunos grandes nombres no deberían acudir… o al menos no hacerlo cuando ya tienen las espaldas cubiertas.

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