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Zapatero, mi vecino y Ezio Auditore

Javier Abad

imagen por defecto contenido opinión

Tranquilos, que no me ha dado un golpe de calor ni he bebido nada que me haga escribir tonterías. Por muy raro que os suene, el titular tiene sentido y existe una relación entre los nombres que aparecen en él. Yo lo vi claro la semana pasada, mientras estaba de viaje en Annecy (Francia) probando el modo multijugador de Assassin´s Creed: La Hermandad (aprovecho para meter aquí una cuña publicitaria y pediros que leáis el reportaje que publicaremos en el próximo número de Hobby Consolas). Os lo voy a explicar paso a paso para despejar todas las dudas y demostrar que mi cabeza sigue funcionando con normalidad:

Paso 1: Mi vecino. Cuando hace unos años me mudé a la casa donde vivo, crucé las típicas palabras de cortesía con el vecino de arriba. La conversación transcurría bien hasta que me hizo la pregunta fatídica: ¿y a qué te dedicas?. “Soy periodista”, contesté, e inmediatamente se le puso un brillo especial en los ojos ante la posibilidad de tener un vecino famoso o con “contactos”. Sin embargo, el bajón fue inmediato cuando le dije que trabajaba en una revista de videojuegos. “Este no me puede conseguir entradas para el fútbol, y ni siquiera conocerá a Belén Esteban”, debió pensar. En fin, que eso de tener un trabajo relacionado con videojuegos no le sonó bien, y me temo que lamentablemente es una opinión bastante extendida en nuestro país.

Paso 2: Ezio Auditore. Como os he dicho antes, la semana pasada visité los estudios de Ubisoft en Annecy para probar la segunda aventura de Ezio. Lo bueno que tienen estos viajes es que, después del ajetreo del vuelo y las horas de trabajo, suele haber momentos de relax como la cena que compartí con algunos de los desarrolladores (además, no sé a vosotros, pero a mí la comida me sabe mejor cuando me invitan). El caso es que en un momento dado les pregunté por sus estudios de Montreal, donde yo había estado unos años antes viendo Prince of Persia. Me contaron que tiempo después EA había abierto oficinas justo enfrente (¡le hacían ofertas a la gente de Ubi en el bar donde coincidían a la hora del café!), y detrás suyo se instalaron otras compañías como Eidos o THQ. Así, poco a poco, Montreal se ha ido convirtiendo en un polo de atracción de talento, hasta convertirse hoy día en uno de los puntos más calientes del desarrollo mundial de videojuegos. ¿Y sabéis qué? Que parte de ese éxito se debe al apoyo y las ayudas del gobierno, que ha visto claro el potencial económico de esta industria. Confieso que sentí envidia, y eso me lleva a...

Paso 3: Zapatero. No voy a contaros nada que no sepáis (y sufráis) de la crisis y del batacazo que nos hemos pegado cuando el enorme tinglado del ladrillo patrio se nos ha ido al garete. Llevo meses oyendo a los expertos en economía decir que hay que cambiar el modelo productivo y centrarnos más en las nuevas tecnologías, industrias que generen valor añadido y bla bla... Bien, pues mire usted, señor Zapatero (¡vaya, parezco un político de verdad!), aquí tiene un sector con un margen de crecimiento enorme en nuestro país, porque el lugar que ocupamos en las cifras de consumo de videojuegos no se corresponde en absoluto con nuestra posición global como desarrolladores de contenidos. No tengo duda de que el talento existe, pero lo que falta son ayudas oficiales para que la industria despegue y se consolide. Ahí le dejo la propuesta, señor presidente, por si acaso le da por pasarse por este blog. Y que conste que lo hago también por egoísmo, pues seguro que la gente como mi vecino cambiaría su opinión sobre los videojuegos cuando viera que generan dinero y no solo sirven para dar de comer “al tipo de abajo, que dice que es periodista”.

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