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Análisis de Dishonored de PS3, 360 y PC

Análisis de Dishonored de PS3, 360 y PC
Bethesda y Arkane Studios nos traen Dishonored, una nueva franquicia que ha llegado sin hacer mucho ruido (igualito que su protagonista, Corvo) pero que se convierte por méritos propios en uno de los juegos del año.

Actualizado:

Dishonored es uno de los juegos de PS Plus de abril, por lo que rescatamos su análisis ahora que todos sus suscriptores podéis descargarlo sin coste. 

Podemos contar con los dedos de las manos las sorpresas que nos hemos llevado durante esta generación, al menos tan gratas como Dishonored. Las cabezas pensantes detrás de este título auguraban lo mejor: Arkane Studios, que trabajaron en Bioshock 2, alguno de los creadores de Deus Ex y sobre todo los diseñadores de Ciudad 17, de Half-Life 2.

Y la verdad es que, como nos parecía en nuestro avance, el resultado es excelente, pero vamos por partes. La historia se desarrolla en la ciudad de Dunwall, una especie de Londres de finales del XIX con un toque futurista y "steam", asolada por una plaga de ratas que ha diezmado la población. Los ricos viven aislados en sus barrios (gracias a los arcos voltáicos y los postes fulminantes, una especie de puertas que desintegran con sus rayos al que ose atravesarlas) y protegidos por cientos de soldados, mientras los pobres enferman a causa de las ratas y se convierten en afligidos, algo así como zombis.

Nuestro protagonista, Corvo, es el Lord Protector (guardaespaldas) de la emperatriz Jessamine, que es asesinada al inicio del juego en nuestras propias narices. El muerto, como no podía ser de otra manera, nos cae a nosotros, así que nuestra misión es limpiar el nombre de nuestro héroe al tiempo que damos con los verdaderos magnicidas y salvamos a Emily, la heredera al trono, que ha sido secuestrada por los mismos rufianes.

Análisis de Dishonored de PS3, 360 y PC

Un asesino con estilo

Corvo cuenta con varias armas, letales y no letales. Si vamos a saco usamos nuestra espada, virotes incendiarios, el revólver, granadas o una especie de minas de proximidad, llamadas espirales cortantes, que podemos colocar en el suelo para despedazar a los guardas que se acerquen a ellas. También tenemos algunas armas no letales que dejan dormidos a nuestros enemigos, como los virotes analgésicos de nuestra ballesta o nuestras propias manos, por ejemplo.

Pero la mayoría de este arsenal solo nos sirve una vez que nos hayan descubierto y la cosa, en Dishonored, va fundamentalmente de pasar desapercibido. Gracias al Forastero, un estrafalario y misterioso personaje, nos hacemos con increíbles poderes que nos ayudan a ser como una sombra a la que nadie puede detener. En total disponemos de 6: Ráfaga, un viento que rompe puertas y lanza a los enemigos por los aires, Ataque Voraz, que invoca un grupo de ratas para atacar a los enemigos, Ralentí, que detiene el tiempo, Posesión, para poseer animales y personas, Guiño, que nos sirve para teletransportarnos en pequeñas distancias, y Visión Tenebrosa, para ver objetos y enemigos a través de las paredes.

Mezclar las distintas habilidades es la auténtica salsa de Dishonored. Por ejemplo, vemos a un enemigo a través de una pared, escalamos a un tejado usando guiño para acercarnos a él, paramos el tiempo para que no nos pille, le asesinamos por la espalda e invocamos un grupo de ratas para que devoren el cadáver y otros guardas no se alerten. Éste es solo un ejemplo, ya que hay decenas de combinaciones posibles. Pero no estamos solos en nuestra lucha, ya que nos ayudan los conspiradores, un grupo de leales a la emperatriz que actúa a modo de resistencia contra el nuevo gobernante de Dunwall, el Lord Regente. Ellos son los que nos encargan las misiones, es decir, a los tíos que hay que eliminar. En su guarida podemos descansar, hablar con ellos y mejorar nuestro arsenal, gracias a Pietro, el científico del grupo.

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La libertad bien entendida

Hay un montón de juegos que prometen una libertad sin fin, exploración libre y demás, pero solo unos pocos elegidos son capaces de ofrecer libertad jugable. En Dishonored no podemos elegir el orden de las misiones, ni jugamos en una ciudad abierta, etc… pero sí que podemos escoger cómo llegar a nuestro objetivo y cómo acabar con él. Incluso podemos acabar el juego sin matar a ni un solo personaje, algo nada fácil de conseguir.

De hecho, al terminar cada misión nos evalúan el nivel de caos que hemos provocado, despertando alarmas y asesinando a gente, lo que determina qué final de los 3 disponibles veremos al terminar el juego y el número de afligidos y de ratas que deambulan por la ciudad. Podemos asesinar a nuestro objetivo sin más, llevándonos por el camino al que se ponga por delante, o currárnoslo un poco y realizar tareas secundarias para que el "pobre diablo" siga vivito y coleando pero apartado del "mundanal ruido" como esclavo de una mina, en manos de un admirador chiflado que promete "cuidarle" y muchas más, que no os queremos "spoilear".

Más importante que ésta libertad para acabar las misiones a nuestro gusto es el diseño de la ciudad de Dunwall, un elemento tan crucial para el juego como lo fue Ciudad 17 para Half-Life 2. Nuestro objetivo siempre está señalado, aunque la gracia está en cómo llegamos hasta él. Por ejemplo, para colarnos en el burdel Golden Cat, donde nos espera otro infeliz, podemos derribar la puerta usando ráfaga, poseer a un pez y entrar por los desagües del baño, acceder a los tejados usando guiño, convertirnos en rata e introducirnos por la alcantarilla,…  El abanico es muy grande y siempre descubres nuevos caminos al rejugar una misión.

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El poder y la vulnerabilidad de Corvo

Además de los poderes que hemos comentado antes, Corvo también cuenta con otras habilidades menos mágicas. Vitalidad aumenta nuestra salud y la regenera, Agilidad hace que saltemos más y que seamos más veloces, Asesino de la Sombra hace que nuestros enemigos se conviertan en cenizas al matarlos (con lo que no hay cadáver que pueda ser descubierto) y Sanguinario nos sirve para entrar en una especie de modo furia en el que podemos acabar con varios contrincantes a la vez.

Todas estas habilidades, y también los poderes, se pueden mejorar usando las runas que hay escondidas en los escenarios, pero eso no es todo. También hay 40 talismanes de hueso repartidos por los escenarios, que nos otorgan mejoras como sufrir menos daño de las ratas, hacer menos ruido al correr, etc… aunque solo podemos tener activadas 6 de ellas al mismo tiempo. También podemos "piratear" torretas, postes fulminantes y demás para que se vuelvan contra nuestros rivales. Ante semejante muestra de poderío, lo lógico sería pensar que Corvo es poco menos que invencible y que el juegue debe ser facilón, ¿no?

Pues nada más lejos, ya que el coste de maná y la duración de cada uno de los poderes está perfectamente equilibrada, lo que evita que podamos avanzar por los escenarios de posesión en posesión hasta nuestro objetivo, por ejemplo. Además, una vez que somos descubiertos y empiezan los combates, comprobamos que nuestro héroe no es más resistente que sus enemigos, por lo que una pelea contra más de 2 guardas puede significar nuestro fin. El equilibrio entre potencia y debilidad es perfecto, lo que nos obliga a ser cuidadosos y a planificar nuestra estrategia con calma.

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Un verdadero juegazo

Esta es la sensación que nos ha dejado Dishonored después de terminar sus 9 misiones en unas 12 horas de juego (que pueden ser 15 si queremos encontrar todas las runas y los talismanes). La libertad de la que disponemos también aumenta mucho su duración y, aunque suene a tópico, es verdaderamente muy rejugable. Incluso muchos de los elementos de una misión (como pistas, localización, etc...) son distintos cada vez que volvemos a jugarla.

Técnicamente no es sorprendente, aunque tiene momentos espectaculares y, sobre todo, un diseño artístico y de niveles que nos tiene enamorados. La banda sonora acompaña a la perfección, y el sensacional doblaje al castellano termina de redondear la experiencia. Una vez que entras en la ciudad de Dunwall lo haces con todas las consecuencias, la inmersión en su universo es total y ya no querrás jugar a nada que no esté tan bien diseñado.  

VALORACIÓN:

Verdadera libertad de acción, rejugabilidad máxima, un apartado artístico espectacular, ambientación soberbia, historia atractiva, sigilo y acción,... Dishonored tiene tantas cosas buenas que no nos caben en esta valoración.

LO MEJOR:

Absolutamente todo.

LO PEOR:

Un poco corto para lo bueno que es. El apartado gráfico es simplemente correcto.

Plataformas:

Xbox 360,

PC,

PS3

Hobby

94

Excelente

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