Nuestras impresiones después de jugar a Super Mario Odyssey durante 30 minutos (porque la demo estaba limitada, que si no nos hubiéramos quedado más) no podían ser mejores. El estreno del fontanero en Nintendo Switch destila mucho de lo que ya hemos visto en las mejores entregas de la saga, como Super Mario Galaxy para Wii o el todopoderoso Super Mario 64.
Sin ser tan innovador como este último, el primer sandbox de Super Mario tiene muchas cosas que lo hacen especial. Empezando por el propio planteamiento de mundo abierto: no se trata de un mapeado enorme en el que tenemos que cumplir diferentes misiones, como en The Legend of Zelda Breath of the Wild, sino de un montón de pequeños mundos, en que se imponen la exploración y las plataformas.
En la demo del E3 2017 hemos visitado dos de estos mundos: Metro Kingdom (el primero que se mostró, y que está inspirado en la ciudad de Nueva York… habitado por personas “reales”) y Sand Kingdom, cuyos habitantes nos han recordado a los simpáticos pobladores de Isla Delfino, pero con ambientación desértica.
Para quitarse el sombrero
El elemento central de Super Mario Odyssey es la gorra de nuestro protagonista. Además de librarse de sus enemigos saltando, como mandan los cánones, Mario puede lanzar la gorra para quitarse de enmedio a los malvados champiñones. Su uso es muy sencillo. Basta con presionar un botón o hacer un giro de muñeca, si utilizamos los dos Joy Con por separado. De hecho, si optamos por este segundo sistema de control, podemos darle efectos a la gorra, para que abarque un mayor espacio.
Pero el principal poder de la gorra es que nos ayuda a poseer a los personajes (y algunos objetos) que no estén cubiertos. Y cada uno de ellos posee habilidades especiales, como los disfraces en otros juegos tradicionales. Por ejemplo, podemos colocar la gorra sobre una esfera eléctrica para desplazarnos por los cables del tendido como si fuésemos una corriente, también podemos colocarla sobre una figura de piedra para ver los caminos ocultos, gracias a unas gafas de sol, o convertirnos en bala y en gángster.
Pero hay mucho más: la gorra nos permite montar en scooter para circular por la ciudad (las sensaciones con la vibración HD de Nintendo Switch son muy parecidas a las de llevar una moto de verdad) o controlar un coche por radiocontrol. Todas estas habilidades nos sirven para recoger Power Moons, las lunas que nos dan acceso a nuevos mundos (y que hacen el papel de las estrellas tradicionales).
Muchas formas de jugar con Mario
En tan sólo dos mundos de Super Mario Odyssey hemos disfrutado de muchas mecánicas diferentes, pero integradas con naturalidad en los escenarios: hemos jugado secciones en 2D con un Mario pixelado, como en el juego de NES, o hemos puesto a prueba nuestra habilidad con el salto, en complicadas secciones en que había que balancearse sobre unos mástiles.
Otro elemento que nos ayuda a sentirnos “como en casa” es todo lo que se refiere al apartado técnico. La banda sonora nos ha parecido brillante (al menos en los niveles que hemos probado), y tanto los diseños de niveles, como las paletas de colores que se utilizan nos traen recuerdos de lo que hemos disfrutado en juegos anteriores.
Lo único que nos ha chocado son los diseños de los humanos “realistas", en particular la alcaldesa Pauline, que no se parece mucho a aquella que rescatamos hace tanto tiempo de las garras de Donkey Kong.
Treinta minutos de emoción y sorpresas han bastado para que contemos Super Mario Odyssey como uno de los candidatos a mejores juegos del E3 2017. Si queréis saber cuáles han sido los demás juegos que nos han impresionado desde la feria de Los Angeles, no os perdáis nuestro Especial E3 2017.
Además, aquí os dejamos un resumen del Spotlight de Nintendo, donde se han presentado todas sus novedades para los próximos meses, incluyendo este Mario Odyssey, dos nuevos Metroid, Splatoon 2 o Fire Emblem Warriors.
Descubre más sobre David Martínez, autor/a de este artículo.
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