El animador español Valentín Amador lleva afincado en Los Ángeles unos seis años desde que accedió a Disney Studios para participar en Frozen. Ahora que está a punto de estrenarse Ralph rompe Internet, la secuela de Rompe Ralph, queremos compartir con vosotros lo que nos contó de la película, de su participación en ella para crear la famosa secuencia de las Princesas Disney y de su recorrido como profesional de la animación.
"Los temas de los que hablamos son universales porque no solamente hacemos una película para toda la familia sino que son películas globales, que tiene que ver todo el mundo", nos dijo.
¿En qué consiste tu trabajo exactamente en Disney?
Los animadores solemos trabajar en varios personajes a la vez y somos el equivalente a los actores. Nos especializamos en uno más que en otro en función de lo que nos apetece o nuestros gustos. Entras a trabajar en una secuencia, que es un grupo de escenas junto con otros animadores que pueden ser desde 6 hasta 15 dependiendo del tamaño de la secuencia. Te asignan un trozo, tienes una reunión con el director y en ella repasas la secuencia de storyboard y te va dirigiendo como si fueras un actor y te va diciendo lo que quiere: él controla el arco emocional del personaje y su imbricación en la película. Ya en tu mesa, haces tu animación y vas enseñando tu trabajo poco a poco y se va modulando: te piden que varíes un poco el registro, por ejemplo, menos enfadado, más dicharachero.
¿En qué secuencias concretas has trabajado?
En Ralph rompe Internet sobre todo con Ralph y con Knowsmore, el buscador. Fui el animador cuando hizo la primera búsqueda. Y aquí se ha tratado de hacer algo que la audiencia nunca hubiera visto antes. Es algo que suele decirse, pero en este caso es verdad y lo hemos sufrido porque hay que pensar cómo hacer las cosas. Es un personaje en 3D pero sus ojos son en 2D, así que dibujar es mucho más rápido que mover una marioneta digital. Empezamos dibujando a todo el personaje y luego fuimos añadiendo cosas. "¿Cómo funciona un algoritmo buscando?". Es lo que queríamos buscar.
Nos ha recordado mucho al cortometraje "Día y noche"
Sí, de hecho en aquel corto también había un aire retro, está inspirado en una casa de animación de Estados Unidos que se llamaba UPA que hacían cortos muy vanguardistas, buscaban formas más geométricas que luego llevarían a conceptos como Los Picapiedra y diseños de ese estilo que vinieron más tarde. Es como una especie de campana, con los brazos como palitos... Muy sesentero.
El mayor reto...
Era lo que más me apetecía, que era animar a las Princesas Disney: era una gran responsabilidad. Trabajo aquí desde Frozen: Elsa, Ana, Moana, son mis princesas, me las conozco porque he trabajado con ellas, pero por ejemplo, para mí Ariel era un icono. Cuando vi La sirenita de pequeño dije "Quiero trabajar en Disney", así que para mí era... Y además trabajar con Mark Henn que era nuestro supervisor 2D y nos corregía muchas cosas encima de los planos. Recuerdo que un día ensayamos una escena y me dijo: "Te ha quedado muy bien" y ya pensé que podía volverme a Barcelona. Era una responsabilidad muy grande: si siempre has querido trabajar aquí, es como si fueras un actor y pudieras trabajar con Robert De Niro.
La sirenita fue la primera película que me hizo pensar que me quería dedicar a esto en serio. Cuando yo era un niño en los 80 no era como ahora que hay muchas escuelas de animación. Estaba Disney y ya está y para mí fue revelador aunque ya me enamoré de la animación fue Merlín el encantador.
Además tuve la suerte de que pude trabajar con los animadores en Moana y se lo dije el último día de rodaje. Al rodar mi último plano les dije "que sepáis que estoy aquí por vuestra culpa".
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¿Qué tiene Disney para seguir en la cresta de la ola?
La tecnología no significa nada: es la forma de contar las historias. Disney no ha estado en la cresta de la ola todo el rato: en sus 100 años ha tenido altos y bajos pero ha sabido conectar con la audiencia manteniendo unos principios que están ahí desde siempre. Estás haciendo animación pero para que la gente deje de pensar que son dibujos animados, es como si fuesen personajes reales. Para nosotros de hecho son reales: los conoces por dentro y por fuera, convives con ellos durante un año o más viviendo en su cabeza. Los llegas a conocer tan bien, que esa sinceridad trasciende.
Antes de Walt Disney los dibujos animados eran como un truco de feria: una línea que se movía. Después eran personajes con sentimientos y la audiencia podía sentirse identificados con ellos. Blancanieves fue una revolución porque la gente terminaba llorando y aplaudiendo y eso en su momento era muy innovador. Es lo que intentamos en cada película que hacemos: emocionar al espectador.
¿Ves factible volver al 2D?
A mí me gustaría pero serían decisiones corporativas que no me atañen a mí. Hay estudios en todo el mundo que siguen trabajando en 2D. Que Disney lo vaya a hacer, no lo sé. Pero gustaría que se siguiera haciendo claro que sí, en primer lugar para preservar todas las formas de animación.
¿Qué le aconsejarías a alguien que está empezando?
Es más fácil ahora trabajar en algo que te llene artísticamente: hay muchos sitios en España que trabajan en animación a un nivel altísimo. Si quieres trabajar en Disney prepárate para hacer las maletas y despedirte de tu familia y tus seres queridos. Vas a conocer gente nueva, vas a hacer más amigos y más familia, pero tienes que viajar porque las películas se hacen aquí. Y trabajar mucho, involucrarte en proyectos que te acerquen al nivel que se pide aquí e intentarlo.
En el departamento de animación de Ralph rompe Internet han trabajado entre 70 y 90 animadores y un total de unas 600 personas.
¿Cuál es tu personaje favorito de Ralph rompe Internet?
Ralph, sin lugar a dudas. Me encanta trabajar con personajes grandes y me gusta mucho el arco emocional que tiene a lo largo de toda la película. No quiero revelar ningún spoiler pero el argumento de la película tiene mucho que ver con lo que hablábamos hace un momento. He tenido una conexión emocional muy grande cuando estaba trabajando en la peli: trata sobre cambiar de lugar, dejar atrás cosas, pero dejar entrar otras nuevas... Me ha gustado mucho trabajar con él.
Descubre más sobre Raquel Hernández Luján, autor/a de este artículo.
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