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Sense8 Temporada 2 - Crítica de los primeros capítulos

La segunda temporada de Sense8, la serie original de Netflix con Lana Wachowski y J. Michael Straczynski a los mandos, llega a nuestras casas el próximo 5 de mayo, y os adelantamos nuestras impresiones de los primeros capítulos de la nueva hornada.

Tenemos producciones en las que su ambientación nos transporta a lugares y tiempos pasados, otras cuyas personalidades protagonistas nos enganchan con un simple chasqueo de dedos y luego... tenemos Sense8, la serie de ciencia ficción de Netflix creada por las hermanas Wachowski y J. Michael Straczynski que juega con nuestra propia psique. Han pasado dos largos años desde que su primera temporada llegase a la gigante del streaming online, pero el próximo 5 de mayo aterriza su segunda temporada con más energía que nunca, después de aquel aperitivo con el que nos sorprendieron las pasadas navidades.

Will Gorski (Brian J. Smith), Riley Blue (Tuppence Middleton), Lito Rodríguez (Miguel Ángel Silvestre), Sun Bak (Bae Doona), Kala Dandekar (Tina Desai), Wolfgang Bogdanow (Max Riemelt), Nomi Marks (Jamie Clayton) y Capheus (ahora Toby Onwumere) estrecharán sus conexiones después de los acontecimientos de presentación con los que los descubrimos en la primera temporada, y ese es, sin lugar a dudas, el gran potencial que esconde esta segunda entrega: ya conocemos el trasfondo de nuestros personajes y ahora toca profundizar el lazo que los une. Comienza el juego.

Más pasión, más trasfondo, más acción: más Sense8

La nueva temporada de Sense8 sigue haciendo gala de su particular estilo fílmico, capaz de jugar con un reparto coral que se distribuye en ocho puntos geográficos tan distantes y que, paradójicamente, sentimos tan cercanos. La gran experiencia multicultural a la que nos enfrentamos desde su larga secuencia de apertura no sólo juega un papel fundamental en las relaciones de nuestro clan protagonista y la evolución de la trama, sino que potencia ese gran mensaje de diversidad que perseguían las hermanas Wachowski junto a Straczynski (y digo perseguían dado que Lana Wachowski no ha participado en esa segunda entrega) y que está presente en cada pequeño detalle de la serie.

He de confesar que me adentré en los nuevos capítulos con una mezcla de incertidumbre y desorientación. Nada inesperado, sin embargo, si nos atenemos a la distancia temporal entre ambas entregas. Sea como fuere, la pareja principal de la serie, compuesta por Will Gorski y Riley Blue, despeja ese nubarrón en los primeros minutos y ya vuelvo a formar parte del clan, de sus dudas y de sus miedos. El juego de estereotipos en sus protagonistas sigue vigente, pero su atractivo crece exponencialmente cuando las debilidades de unos se mezclan con las fortalezas de otros, dando forma a ese gran y único ser que forman en conjunto.

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Las amenazas a las que se enfrenta el clan, con Whispers (Terrence Mann) levantando más escalofríos con cada nueva aparición en pantalla, crecen a mayor escala de lo que vimos en la anterior temporada, y aparecerán nuevos agentes en esta guerra que apenas acabamos de descubrir para sembrar más dudas en nuestros protagonistas. A pesar de que conocemos el carácter y las influencias que confluyen en sus personalidades, descubriremos nuevos detalles en el pasado de Will, así como el origen de Jonas Maliki (Naveen Andrews) y, en definitiva, las oscuras intenciones detrás de BPO.

Más luces que sombras

Dos de los personajes que más llamaron mi atención desde un primer instante fueron los de Lito y Sun. El primero de ellos, como cabría esperar, era una mezcla de curiosidad por tratarse de un actor patrio y por ver cómo se enfrentaría Miguel Ángel Silvestre a un papel radicalmente opuesto a lo que nos tenía acostumbrados. Y vaya si ha superado las expectativas, consiguiendo erigirse en esta segunda temporada como una de las personalidades más interesantes de los sensates con la intensidad dramática de su carácter. Sun, por su parte, es la representación más pura de aquello que el propio Capheus deseaba en la primera temporada: tener un set de habilidades particulares con las que convertirse en el héroe de la película. Aquello que todos, quien más y quien menos, hemos deseado alguna vez en nuestra vida. La importancia del trabajo de Bae Doona, sin embargo, no reside en la espectacularidad de sus escenas de lucha, sino en su capacidad para que cada mirada refleje tantos sentimientos, tantas líneas de guion, sin siquiera abrir la boca.

Los secundarios también tienen su peso en la evolución de la serie. Amanita (Freema Agyeman) y, especialmente, Bug (Michael X. Sommers); siguen regalándonos diálogos y escenas memorables mientras se sumergen en la parafernalia científica que supone la existencia de una nueva especie humana, abriendo paso para que la serie explore su vertiente más antropológica. El caso de Bug es muy particular: no sólo es efectivo en su papel como colaborador en el equipo de hackers de Nomi, sino que supone una descarga dramática imprescindible gracias a sus líneas humorísticas.

Buscando peros, la polémica salida del actor Aml Ameen, que brilló en su interpretación como Capheus en su primera temporada, es todo aquello a lo que cualquier seriéfilo teme enfrentarse. A la larga, sin embargo, el trabajo de Toby Onwumere consigue rebajar la situación, pero no podremos evitar poner un gesto de extrañeza cada vez que viajemos a Nairobi. Wolfgang y Kala, por su parte, pierden parte de ese magnetismo que electrificó la primera temporada y que, en esta segunda, parece haberse congelado con las bajas temperaturas alemanas.

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A pesar de todo, y partiendo de la base de que seguimos una serie con ocho subtramas concurriendo simultáneamente, sus historias particulares siguen ofreciendo tanto o más interés que la trama principal, lo que pone de manifiesto su trabajo narrativo. Sí, es cierto que si nos detenemos a reflexionar acerca de los apartados lógicos sobre los que se construye Sense8 tendríamos más de un tabique tambaleándose, y bien podría ser que la primera temporada explorase el fenómeno sensate a más velocidades de las que hacen justicia a su complejidad; pero la serie de ciencia ficción de Netflix sigue manteniendo el pilar maestro intacto en esta nueva temporada.

Conclusiones anticipadas

La segunda temporada de Sense8 evoluciona positivamente, resolviendo con cuentagotas las cuestiones centrales de la trama, pero tendremos que esperar para descubrir qué futuro espera a la serie. Los gastos de producción han sido un verdadero quebradero de cabeza para sus creadores, y podrían ser una razón de peso para que la serie concluya antes de lo esperado. Su trama, sin embargo, invita a seguir explorando los horizontes metafísicos que supone la condición de sensate, así como la evolución en las relaciones del clan y los posibles conflictos internos.

Sense8

Esa magia que puede hacer de Sense8 una serie de culto sigue presente, y aquellos que decidan regresar a sus brazos recibirán más dosis de lo que los maravilló en su primera temporada: el estilo fílmico y artístico que impregna cada plano, las relaciones interculturales de sus protagonistas, los temas y el trasfondo que subyacen en su trama o los juegos mentales aderezados con la filosofía de sus creadores que demuestran la riqueza que existe en la diversidad del ser humano. Da igual el motivo por el que te enganchó la serie en sus primeros capítulos. Sense8, en su más pura definición, ha vuelto.

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