Análisis de Dragon's Dogma Dark Arisen para PS4 y Xbox One

Es curioso que en menos de un año, concretamente entre octubre de 2011 y mayo de 2012, coincidieran tres los mejores action RPG de la pasada generación. El primero fue Dark Souls, cuyo nombre está cerca de convertirse en la nueva definición de "difícil". Tan sólo unos meses después llegaba The Elder Scrolls V: Skyrim, considerado por muchos como uno de los exponentes de la fantasía medieval, y título que podremos disfrutar dentro de muy poco (otras vez) con el lanzamiento de la versión para Switch. 

Y en mayo llegaba el juego que menos ruido hizo de los tres, y el que nos ocupa ahora mismo: Dragon's Dogma. Pero que no tuviese la misma repercusión que Dark Souls o Skyrim, no quita que sea toda una joya. Es más, ha gozado de una comunidad muy activa durante todo este tiempo y está considerado como una obra de culto dentro del género action RPG (no en vano, la saga se asienta en unas nada desdeñables 2,3 millones de unidades vendidas).

Dragon's Dogma es, a grandes rasgos, fantasía medieval vista con los ojos de un japonés. Y sólo hay que fijarse en los nombres que hay detrás para entender las razones que lo diferencian del resto... Y lo hacen tan especial. El sistema de combate, rápido, vistoso y muy contundente, es sin duda obra de su director, Hideaki Itsuno, conocido actualmente por ser el principal responsable de la saga Devil May Cry.

Itsuno decía que, al luchar contra enemigos de gran tamaño en otros juegos, le molestaba tener que atacar siempre a las piernas. De ahí que en Dragon's Dogma se implementase un sistema de "escalada sobre monstruos" que le valió más de una comparación con Shadow of the Colossus.

Lo cierto es que en la práctica funciona realmente bien, ya que nos permite eliminar determinadas partes de los enemigos para impedir que usen ataques. Por ejemplo, en el caso de la Quimera, acabar con la cabra evita que la criatura efectúe ataques mágicos. Y sobra decir que los combates contra las enemigos de gran tamaño son muy, muy épicos.

Se puede apreciar también la influencia de Breath of Fire en su ambientación, y en esa obsesión por los dragones. Y el terror que se siente cuando la noche cae sobre las llanuras de Gramsys bien podría ser herencia de Resident Evil.

Poco después llegaba su expansión, Dragon's Dogma: Dark Arisen, que añadía una nueva isla plagada de desafíos para los jugadores más experimentados, así como un buen número de cambios y mejoras que hacían la experiencia más agradable. Cabe destacar que la descarga de esta expansión era gratuita para todos los poseedores del juego original, todo un detalle por parte de Capcom.

En los años que siguieron, y tras insinuar en varias ocasiones la posibilidad de una secuela, fue lanzado en Japón Dragon's Dogma Online... Y, desde entonces, los seguidores de la franquicia han clamado al cielo para que cruce las fronteras del país del Sol Naciente. Por suerte, parece que Capcom ha estado escuchando: el pasado año, Dark Arisen llegaba a PC. Y ahora, os traemos el análisis de Dragon's Dogma Dark Arisen para PS4 y Xbox One porque el juego ya está a la venta para ambas plataformas.

Otro de los motivos que distinguen a Dragon's Dogma es su sistema de peones: al contrario que en muchos títulos de corte similar, donde nos ponemos en la piel de un lobo solitario, Dragon's Dogma nos invita a formar un grupo de guerreros, una 'party' (que no fiesta, como se decía en la "legendaria" traducción de Final Fantasy VII) al más puro estilo dragones y mazmorras. De hecho, la influencia del juego de mesa es más que evidente, y aunque no se hace alusión a razas, es posible contar con elfos o enanos gracias a un creador de personajes la mar de completo.

Al poco de empezar la historia, tenemos la oportunidad de crear a nuestro peón personal, un personaje controlado por inteligencia artificial que nos acompañará toda la aventura. Además, podemos contratar a otros dos peones para formar un grupo de cuatro, y sobra decir que es recomendable contar con distintas clases, o vocaciones como se las conoce en Dragon's Dogma; hay un total de nueve, repartidas entre básicas, avanzadas e híbridas. Lo realmente interesante es que los dos peones que contratamos son en realidad los peones de otros usuarios, compartidos a través de Internet. 

Es un componente multijugador indirecto bastante único, pues nosotros también tenemos la oportunidad de compartir los datos de nuestro peón para que otros jugadores lo contraten, lo que nos reporta diversos beneficios. Además, podemos puntuar los peones de otros jugadores o incluso enviarles regalos para agradecer su labor. Las órdenes que podemos dar al grupo son bastante básicas, pero los peones adquieren conocimientos sobre enemigos, zonas y misiones cuanto más tiempo pasan junto a sus Arisen. Así que cuanto más mundo recorran, mejores serán... Y más caros de contratar.

No tiene demasiado sentido volver a analizar al completo Dragon's Dogma: Dark Arisen, ya que las novedades de esta remasterización se limitan a lo técnico, así que vamos a centrarnos en las mejoras y cambios que incluye esta versión para PS4 y Xbox One. Ahora bien, si lo deseáis, podéis leer los análisis que le dedicamos a las distintas versiones en su momento:

• Análisis de Dragon's Dogma para PS3 y Xbox 360
• Análisis de Dragon's Dogma: Dark Arisen para PS3 y Xbox 360
• Análisis de Dragon's Dogma: Dark Arisen para PC

¿Y cuáles son las novedades de Dragon's Dogma para PS4 y Xbox One? Pues para empezar un aumento considerable de la resolución: ahora todo se muestra más nítido, y es posible apreciar detalles que antes había que buscar con lupa. Pero no esperéis ninguna otra novedad en ese sentido: no ha habido mejoras en las texturas ni en los efectos; los assets son exactamente los mismos que ya vimos en 2012, aunque el aumento de resolución hace que todo luzca mejor que nunca. 

Pero probablemente lo que más se agradece (y más falta hacía) es la mejora en la estabilidad: si jugasteis al Dragon's Dogma original en consola, recordaréis que bajo determinadas circunstancias, el framerate era bastante inestable. Esta versión ha corregido ese problema: ahora, pase lo que pase en pantalla, el framerate nunca baja de los 30 frames por segundo.

Por un lado, se agradece poder jugar sin las molestas ralentizaciones, que podían afectar para mal durante los combates contra muchos enemigos en pantalla, o cuando coincidían varios efectos mágicos. Pero, por otro, es una lástima que no se haya aprovechado la oportunidad para elevar la tasa de imágenes por segundo a 60, característica de la que hacía gala la versión de PC.

Si lo jugasteis en su día (sobre todo si le metisteis un gran número de horas), quizás esta remasterización Dragon's Dogma: Dark Arisen no justifique el volver a pasar por caja. Pero si no tuvisteis la oportunidad de jugarlo y os llama -aunque sólo sea ligeramente- el género, no os lo penséis ni un segundo: Dragon's Dogma es una joya que os mantendrá enganchados durante cientos de horas., y esta es su versión definitiva... en consolas.