Análisis de Life is Strange 2 para PS4, Xbox One y PC

Dontnod Entertainment lo tenía muy fácil al lanzarse a la aventura de desarrollar Life is Strange 2: el primer Life is Strange cimentó gran parte de su éxito sobre sus protagonistas, Max y Chloe. No hay más que echar un vistazo a lo rápido que ha crecido la comunidad LiS desde el lanzamiento del primer episodio en 2015, la pasión que demuestran día a día y la cantidad de fanart que generan. Una continuación de la historia, saber qué ha sido de la pareja tras lo acontecido en Arcadia Bay, habría sido un éxito casi asegurado.

Pero es evidente que al estudio francés no le gusta ir a lo fácil: dejaron en manos de Deck Nine el desarrollo de la precuela, Life is Strange: Before the Storm, y se despidieron de Max y Chloe; había que pasar página. Adiós también a Arcadia Bay y a todos los personajes que conocimos en la anterior entrega. Incluso han desechado la idea del protagonista con poderes sobrenaturales, una de las señas de identidad del primero.

Con Life is Strange 2 Dontnod ha demostrado una enorme valentía, y no sólo por contar una historia alejada del original: también por los temas tan actuales que se han atrevido a tratar sin pelos en la lengua. Tras escuchar más veces de las que nos gustaría a desarrolladores proclamar que sus juegos no son políticos, Life is Strange 2 da el pistoletazo de salida dejando claro que no puede ser más político.

Esta TV 4K HDR es el regalo de las Navidades

En lugar de ir a lo seguro, en Dontnod han preferido contar una historia difícil que en muchos momentos nos va a hacer sentir incómodos. Pero eso no hace que sea menos necesaria... O menos real; esa incomodidad significa que han hecho bien su trabajo. Os lo contamos en el análisis de Life is Strange 2.

Muro de responsabilidad

Life is Strange 2 deja a un lado los dramas de instituto para contar la historia de los hermano Sean y Daniel Díaz, dos jóvenes de ascendencia mexicana nacidos en Estados Unidos. Al principio del Episodio 1: Roads, los hermanos son víctimas de un ataque racista que les obliga a iniciar un viaje por carretera, una suerte de "road trip" que se alarga durante los cinco episodios que componen esta segunda temporada.

El suceso también es el desencadenante de otra de las claves de Life is Strange 2: los poderes ¿psíquicos? de Daniel, el pequeño de los dos hermanos. Como Maxine en el primer Life is Strange, Daniel posee una habilidad sobrenatural, que en este caso le permite mover objetos sin necesidad de contacto físico.

Y es clave porque en esta ocasión nosotros no controlamos al personaje con poderes: LiS 2 nos pone en la piel de Sean, el hermano mayor. Imaginaos lo que podría significar para un niño de nueve años descubrir de la noche a la mañana que tiene súper poderes. Es nuestro deber educarle, tanto en la vida como a la hora de usar sus habilidades de una forma responsable (o no). ¿Suena fácil? Pues tened en cuenta también la situación en la que ambos se encuentran: solos, sin dinero y en un país donde en más de una y de dos ocasiones se van a topar con sujetos que los quieren al otro lado de un muro. Para poner la "guinda", Sean está en plena adolescencia, así que también debe lidiar con sus hormonas.

Y Life is Strange 2 logra sobresalir en el tratamiento de todos estos temas tan complicados: es sorprendente la naturalidad con la que se muestra la adolescencia, huyendo de muchos de los tópicos que plagaban la primera entrega, y representando sin tapujos la sexualidad o los coqueteos con las drogas. Y tampoco se corta a la hora de representar el racismo en América, poniéndonos en situaciones a las que se enfrentan las personas racializadas y logrando que nos sintamos impotentes, víctimas de una injusticia ante la que no podemos hacer nada. O llegando a temer por nuestra vida.

Los lazos familiares son por supuesto uno de los pilares de Life is Strange 2, y también están especialmente bien tratados. No entraremos en detalles para evitar destripes (tampoco vais a ver imágenes de los episodios 4 y 5 en este análisis por ese mismo motivo), pero hay conversaciones sobre el tema realmente bien escritas, capaces de removernos por dentro. Vuelven los momentos introspectivos en los que el personaje tiene un monólogo interno mientras se muestran en bucle varios planos (con mucho gusto) del escenario. Y hay un caso concreto en el que se ha utilizado este recurso de una forma brillante.

Pero no todo brilla al mismo nivel en Life is Strange 2. El arranque es probablemente la peor parte, siendo los dos primeros episodios los más flojos (en especial el segundo). Pero desde el mismo inicio del Episodio 3: Wastelands la historia coge carrerilla y ya no se detiene hasta el desenlace del Episodio 5: Wolves. Esto se debe, principalmente, a que cada episodio cuenta lo que podríamos considerar una historia auto-contenida.

Es decir, el viaje de los hermanos es siempre lo principal, pero cada episodio está marcado por una temática, personajes y acontecimientos. Esto es una espada de doble filo, porque funciona muy bien de cara al conjunto de la historia, aportando un gran ritmo, pero se desaprovecha el potencial que muestran algunos de los amigos (y enemigos) que hacemos por el camino... Aunque no se los olvida. También se ha utilizado como recurso para reflejar la evolución de los hermanos, que además de crecer emocionalmente, experimentan cambios físicos (algunos fruto de las decisiones que tomemos).

Uno de los aspectos más trabajados en Life is Strange 2 -y desgraciadamente el que más fácilmente se pasará por alto- es la sobresaliente evolución que ha experimentado el sistema de decisiones. Es habitual terminar este tipo de juegos y pensar que, al final, nuestras decisiones no han importado demasiado (reconozcámoslo, era algo que también sucedía en el primer Life is Strange).

Pero en la secuela Dontnod se las ha apañado para que las decisiones influyan de verdad en la historia, y para que cuando llegamos al final del camino, sintamos que tenemos lo que nos merecemos: las consecuencias de nuestros actos. Y el aspecto clave para conseguirlo es, una vez más, Daniel.

Las decisiones que tomamos en relación al pequeño tienen efecto sobre dos sistemas que trabajan en todo momento "detrás de las cámaras": moralidad y hermandad. Y no, las acciones buenas no hacen subir ambos... Más bien al revés. Por ejemplo, robar comida en una gasolinera para sobrevivir aumentará el nivel de hermandad, pero disminuirá el de moralidad. Y, por supuesto, puede tener consecuencias sobre su personalidad, haciendo que horas más tarde le pillemos robando.

Esto significa que cuando llega la hora de tomar decisiones que encaminan la historia hacia un lado u otro, Daniel puede rebelarse contra nuestra elección e influir en el resultado. Y por si todo esto no fuese ya bastante complejo, están también los poderes: en muchas ocasiones, tenemos la opción de pedirle a Daniel que use su poder, tanto en decisiones capitales como en pequeñas acciones del día a día. Y por supuesto todas afectan. 

En total, Life is Strange 2 tiene cuatro finales muy diferentes, dos de ellos con pequeñas variantes en base a algunas decisiones que tomamos en ciertos aspectos. Pero hay que tener en cuenta también que, como explicábamos antes, cada episodio es una pequeña historia, y todas tienen su propia variedad de finales. En definitiva: es extremadamente rejugable. 

Un cambio muy interesante es que ya no se muestra el limite de tiempo en las decisiones que incluyen esa característica. Al principio puede resultar molesto, pero en realidad nos parece una idea muy acertada: de esta forma, debemos ser siempre rápidos a la hora de tomar decisiones... O asumir las consecuencias. Como en la vida real.

Pese a todo, el sistema de decisiones sigue sin ser perfecto: arrastra un problema de este tipo de juegos que, siendo justos, parece inevitable, y es que pese a todas las divergencias posibles, la historia sigue un hilo. Y eso se traduce en momentos que tienen lugar en todas las partidas, independientemente de las decisiones que tomemos... O de lo mucho que nos opongamos.

En lo jugable, Life is Strange 2 también presenta una serie de pequeños pero significativos cambios: las "fases de exploración" (por llamarlas de alguna manera), tienen ahora lugar en -por lo general- escenarios más grandes. Esto va de la mano con el que sin duda es el cambio que más agradecemos respecto al primer Life is Strange: los objetivos. En estas fases, ligeramente similares al estilo de las aventuras gráficas, tenemos una serie de objetivos que cumplir. Son cosas sencillas, y por lo general no entrañan ninguna complicación, pero tener un objetivo claro significa que sabemos en qué momento la historia va a avanzar.

De esta forma, podemos explorar e interactuar sin miedo a perdernos algo. Y vais a querer hacerlo, porque los escenarios están repletos de pequeñas interacciones opcionales que nos permiten conocer mejor a los personajes, en especial a Sean, o incluso obtener conocimientos que nos vendrán bien más tarde Y tampoco faltan una serie de objetos coleccionables escondidos en cada capítulo que sirven para decorar la mochila.

Al abrir la mochila, además de todo lo que vamos recogiendo por el camino, podemos consultar el cuaderno de Sean. El mayor de los Díaz es un apasionado del dibujo, afición que actúa como las fotografías de Max en el primer Life is Strange. Pese a ser una mecánica sencilla, es un recurso perfecto para meternos en el personaje, especialmente a partir de los sucesos del Episodio 4: Faith. Además de los dibujos que podemos realizar, Sean actualiza el cuaderno de forma periódica. Es una ingeniosa forma de permitirnos saber cómo se siente frente a determinadas situaciones, o de ponernos al día cuando se produce un salto de tiempo entre episodio y episodio.

Hay que destacar los pequeños minijuegos: aunque no son muchos, todos son exclusivos de cada capítulo. Y hay algunos verdederamente... Curiosos.

Para terminar, toca hablar del apartado audiovisual. En general hay una notable mejora respecto al primer Life is Strange, pero sigue siendo evidente que no se trata de un juego con el presupuesto de un AAA. Hay animaciones muy mejorables y gestos faciales que pueden estropear los momentos más dramáticos. Pese a todo, Life is Strange 2 es un juego muy bonito, con una gran dirección artística. Aunque las texturas acusen cierta falta de detalle, los escenarios (especialmente los interiores) los tienen a rebosar. Y la iluminación en exteriores nos deja estampas preciosas.

La banda sonora es quizás el único aspecto en el que consideramos que Life is Strange 2 se queda un peldaño por debajo del primero. La original, compuesta de nuevo por Jonathan Morali, mantiene ese estilo de película independiente que tanto nos gustó del primero, y el tema principal es bastante reconocible. Son las canciones licenciadas las que no terminan de convencernos. Es decir, su uso está muy bien integrado con los momentos en los que suenan, pero su número ha descendido bastante. Dicho de otro modo: si en el primero nos apuntábamos los nombres de muchos temas para volver a escucharlos después, de este no podemos decir lo mismo.

Las actuaciones de los dos hermanos están a un buen nivel, aunque creemos que cuando se trata de momentos dramáticos son mejorables (especialmente en el caso de Daniel). Pero hay que agradecer que se haya contado con actores latinoamericanos para algunos de los roles principales, como el de Sean, pues recurre al español en muchas ocasiones (empezando por el término "enano" con el que se refiere cariñosamente a su hermano). Las voces están en inglés, pero Life is Strange 2 llega con textos y subtítulos en castellano. Y hay que reconocer que se ha hecho un gran trabajo a la hora de adaptar algunos de los términos más complicados.

Parecía difícil, pero nos vamos con la sensación de que Dontnod ha conseguido superarse con Life is Strange 2. La historia de los hermanos lobo va a acompañarnos durante mucho, mucho tiempo. Seguiremos aullando.