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Análisis de Tomodachi Life

Laura Gómez

Análisis de Tomodachi Life
Las comparaciones son odiosas y Tomodachi Life ya se había catalogado como el nuevo Animal Crossing New Leaf + Sims mucho antes de su lanzamiento. Para el goce de sus futuros compradores: es cierto que, como simulador vital, comparte forma con ellos, pero tras las primeras horas de juego no podemos evitar pensar en una referencia de los años 90. Una mascota muy japonesa con fonética similar a la del juego que nos ocupa... La franquicia Tomodachi está bien establecida en Japón, y solo el tiempo nos dirá si echa raíces igual de bien en la audiencia occidental. 

La premisa es sencilla: coges a tu yo virtual y lo instalas en un apartamento de una isla muy lejana. Una vez creado ese primerMii, tú mismo llenarás el edificio con los personajes que te apetezcan, ya sea a través de los Miis guardados en la3DS, decódigos QRo capturando caras desde la cámara de la consola. Después le asignamos a cada residente una personalidad (lento o rápido, alegre o triste, reservado o directo, expresivo o no, peculiar o normal) y una voz deliberadamente robótica. Empieza la fiesta.

En este “Imagina ser… Dios” el jugador es el encargado de satisfacer las necesidades de cada vecino, y sus demandas suelen ser sencillas, pero bastante constantes. Darles de comer, cambiarles de ropa, conseguirles una nueva decoración y, lo que ha demostrado ser más divertido, guiarles en sus relaciones sociales. A medida que avanza la partida empezaremos a ver a los residentes del edificio trabajando a tiempo parcial en el resto de escenarios de la isla (mudarse a una vida virtual con empleo cada vez es más apetecible), pero en el resto de aspectos de sus vidas no son nada autosuficientes: es mejor pensar en ellos como nuestros Tamagotchis. Mascotas virtuales que nos piden comidas un tanto especiales, gorros estrafalarios y jugar con ellos. ¿Lo más aburrido de estos Tamagotchis? Si lo hacemos mal (o les fastidiamos adrede) solo se ponen tristes, pero no acaban con pico de pato y cola de rata.

Análisis de Tomodachi Life
Análisis de Tomodachi Life

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Análisis de Tomodachi Life

Miinijuegos

Cuando alguno de nuestros vecinos quiere jugar, en su ventana aparece una silueta de color verde. Los minijuegos que compartimos con ellos van desde el típico “encuentra las parejas iguales” hasta luchas a puño limpio con los personajes como muñecos de plástico. Un pequeño contra: tanto si ganamos como si perdemos, el Mii contra el que jugamos nos regala algún ítem (medicinas para el catarro, pañuelos, tintes de pelo, cajas de música, cestas de baño…), así que después de repetir los mismos minijuegos varias veces perdemos las ganas de competición. Lo mismo pasa con las acciones de nuestros residentes: en Animal Crossing New Leaf podíamos escarbar en la arena y desenterrar fósiles, y en Tomodachi podemos encontrar a alguno de los vecinos cavando en mitad de la playa, pero no podremos controlarlo.

Sin embargo, una de las mayores carencias de ACNL adquiere todo su potencial en Tomodachi. El juego genera unos cuadros de personalidad en los que coloca a cada vecino , y a raíz de su afinidad empieza a proponernos posibles amistades o amoríos que generalmente son una locura. Imagina que has creado alter egos para tus dos mejores amigos, tus padres y alguno de tus profesores, y por otro lado tienes a Beyoncé, Lara Croft, Edgar Allan Poe, Sheldon Cooper y Cristiano Ronaldo conviviendo con ellos. Las combinaciones aleatorias que se crean (y que tú puedes empujar o cortar) dan para días y días de amigos curiosos sobre lo que están haciendo sus yo virtuales. Los Miis te pedirán ayuda para hacer nuevos amigos, declararse o pedir matrimonio, y aunque suene cruel, también es divertido truncar sus deseos.

 

Análisis de Tomodachi Life
Análisis de Tomodachi Life

Análisis de Tomodachi Life
Análisis de Tomodachi Life

Escenarios interactivos

Algunos eventos interactivos de la isla mejoran la experiencia de juego, como la sala de conciertos en la que podemos cantar canciones en grupo y modificar las letras predefinidas o el parque de atracciones, en el que una vez al día podemos jugar a Tomodachi Quest, un minijuego muy breve estilo RPG de estética 8 bits. Bastante chulo, pero poco trascendente. La falta de cosas que hacer es el mayor defecto del juego, y aunque la posibilidad de crear y eliminar inquilinos (solo cuesta 21 euros del juego deshacerse de los vecinos aburridos) es tremendamente llamativa y bastante exprimible, las cosas que haremos con ellos se convertirán en monótonas pasadas unas cuantas horas.

 

En resumidas cuentas: Tomodachi Life es genial en pequeñas dosis. Encender la consola y echarle quince o veinte minutos al día es el tiempo perfecto para disfrutar sus virtudes y no acabar cansado con sus taras.

En algún punto del juego pude colarme en los sueños de Scarlett Johansson (uno de los grandes puntazos), y aparecía rodeada de Miis con pelucas decimonónicas; en los sueños de Walter White no había ni rastro de Heisenberg, pero sí de un llavero de esqueleto con su cara colgado de una mochila; y en los de Bayonetta no había tacones-pistola, pero sí una fábrica de pintura que tiñe personas de colores. Cualquier “frikada” puede pasar en Tomodachi, y ese humor surrealista es un encanto irresistible. Está claro que encantará a los niños, y aunque los chistes sean bastante inocentes, hay alguna que otra pulla que, junto con la personalización de los inquilinos y sus líos sociales, hará que los más mayores se lo pasen tan bien como lo he hecho yo.

Análisis de Tomodachi Life
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Análisis de Tomodachi Life
Análisis de Tomodachi Life

Captúralo todo

Sin meternos en la polémica sobre la unión entre personas del mismo sexo dentro del juego (que esperemos que Nintendo modifique en siguientes entregas), sí echamos en falta mayor variedad de situaciones en los 23 escenarios (supermercado, tienda de ropa, sala de conciertos, parque de atracciones, playa...) que componen la isla. Tomodachi es bastante limitado en cuestiones de gameplay, restrictivo en movimientos y está lleno de menús un poco cansinos, pero tiene un encanto muy potente: que nuestra colección de Miis se convierta en un vecindario de ciudadanos interactivos con personalidad propia es suficiente recompensa. Los robos de pareja también ayudan, no vamos a engañaros.

 
Lo social es, evidentemente, una cuestión clave en el título. Podemos capturar en cualquier punto con los botones X e Y (pantallas superior e inferior), uno de los escenarios es la publicación de imágenes de 3DS en redes y, lo mejor de todo: la versión de bienvenida del juego, versión reducida para catar las sensaciones de éste, incluye dos códigos de descarga gratuitos para compartir con amigos que tengan una 3DS o una 2DS. Una mayor diversidad y menor restricción en futuras entregas y nos tendrán a todos en el bolsillo… Y ahora, si me disculpáis, tengo que avivar una pelea entre Elvis y Jennifer Lawrence.

VALORACIÓN:

Un juego con muchos encantos que utiliza la figura de los Miis mejor que nunca. Falla en su carencia de acciones y en la restricción de movimiento de los personajes. El foco de la diversión son las relaciones sociales, y eso es refrescante.

LO MEJOR:

Jugar en pequeñas dosis, futuro prometedor, su humor surrealista, la personalización de los Miis.

LO PEOR:

La poca variedad en las misiones, el no poder manejar directamente a los personajes.

Plataformas:

3DS

Versión comentada: 3DS

Hobby

88

Muy bueno

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