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Crítica de 1917, una verdadera obra maestra imprescindible

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1917
Crítica de 1917, la película bélica filmada por Sam Mendes con la que se corona creando una verdadera obra maestra del cine. En carteleras españolas a partir del 10 de enero de 2020.

A veces el trabajo no es trabajo sino puro deleite: hoy vamos a hablaros de 1917, la nueva película de Sam Mendes, el responsable de títulos como American Beauty, cinta con la que obtuvo el Oscar a la mejor dirección, Camino a la perdición o de dos de las entregas de las aventuras cinematográficas de Bond recientes como son Skyfally Spectre.

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Independientemente de su trayectoria anterior, esta película supone un antes y un después en su filmografía, en la forma de narrar una película de cine bélico y, más allá de su género, de contar una historia con imágenes. Sienta por tanto un precedente inaudito en la Historia del Cine como una película que trasciende más allá de lo que quiere contar, algo que, por cierto, hace con límpida brillantez.

Vayamos por partes y empecemos, con el "qué" antes de pasar al "cómo". 1917 se inspira parcialmente en las vivencias del abuelo paterno del director, Alfred Mendes, mostrando el periplo de dos jóvenes soldados británicos que durante la primavera del nombrado año reciben un letal encargo: trasladar un mensaje a la avanzadilla de las tropas para evitar un ataque que les haría caer en una emboscada.

Poco después de la simulada retirada de las tropas alemanas de la Línea Hindenburg durante la Operación Alberich, el plan era pillar por sorpresa a los atacantes para fulminarlos en una carnicería sin precedentes. Cuando desde la retaguardia reciben las nuevas instrucciones, su misión parece suicida. Para empezar, ellos no saben que los alemanes se han movido, de modo que tienen que atravesar la línea enemiga con suma precaución, ya que está llena de trampas dejadas para mermar lo máximo posible sus fuerzas, antes de alcanzar a las tropas, dispuestas a un combate que no saben que van a perder de forma irremediable.

Como queda patente, el argumento es sencillo, o lo parece en principio, lo que no lo es en absoluto es la impecable puesta en escena y la planificación del rodaje, que al 90% se desarrolla en exteriores y que tiene los cortes justos. Que se puedan percibir en un primer visionado, solo tres, aunque a buen seguro habrá algún trucaje más casi imperceptible. Esto implica que la mayor parte de la luz que vemos en la película es natural y que, en gran medida, los larguísimos y complejísimos planos secuencia que articulan la historia dependen por completo de elementos externos como la climatología. Trabajazo para el director de Roger Deakins (Blade Runner 2049) que vuelve a bordarlo sin que se perciban errores de raccord ni se pierda calidad en la luz.

A los operadores de cámara de esta película, habría que hacerles un monumento, porque su esfuerzo es titánico, sobrehumano y mucho más que sobresaliente, es prácticamente impecable. ¿Cómo percibe esto el espectador? Si está mínimamente versado en lenguaje cinematográfico con una mezcla de estupor (es inevitable estar preguntándote constantemente cómo se han podido filmar determinadas partes de la película) y goce estético brutal porque la sensación de inmersión es total.

La cámara persigue a los personajes, los rodea, los sitúa en campo abierto, los acompaña entre el barro, la sangre y el sudor, se mete con ellos en trincheras que vuelan por los aires, los acompaña cuando se sumergen en el agua, se los come con primeros planos...  todo eso sin apenas solución de continuidad. 1917 no te suelta en ningún momento, manteniendo la atención y los nervios de la audiencia a flor de piel en cada instante de la vida de los protagonistas... En este sentido, puede recordaros a Dunkerque, la cinta de Nolan. Pero es que además no pierde un solo encuadre ni el sonido directo. A pesar de la dureza de la temática que aborda es una película bellísima.

Respecto a la narrativa, Mendes ha sabido recoger elementos de películas tan aplaudidas como Gravity, Birdman, El renacido Roma y elevar la apuesta aún más, con una película de estructura circular que nos deja tan exhaustos como asombrados.

Sumamos más elementos, porque todos contribuyen a que el conjunto resulte tan excelente: la música de Thomas Newman, colaborador habitual de Mendes, que te pone la piel de gallina, y los papeles secundarios de grandísimos intérpretes que son como pequeñas pepitas de oro que vamos encontrando por el camino. Desfilan por la pantalla Colin Firth, Andrew Scott, Mark Strong, Benedict Cumberbatch, Richard Madden... cada nueva inclusión es un pequeño festín.

El diseño de producción, la dirección artística y la labor de documentación en todo lo que atañe a la verosimilitud y la aproximación a la época, es también de traca.

1917 solo puede hacer que nos deshagamos en elogios: es tan inmersiva, tan épica y humana a la vez, que consigue, tal y como comenta el entregado protagonista George MacKay (Captain Fantastic) atrapar un pedazo de tiempo y es por ello que se convierte en una pieza para enmarcar y para enseñar que se estudiará en las aulas de cine. Aplausos para una obra maestra.

VALORACIÓN:

Sam Mendes filma una obra maestra absoluta e incontestable: una joya para el cine bélico con una narrativa ejemplar que se estudiará en las escuelas de cine y que marca un antes y un después en la forma de hacer cine, recogiendo toda una tradición que han seguido películas magníficas anteriores como Gravity, Birdman o Roma. Maravilla.

LO MEJOR:

El fondo y la forma, los pequeños papeles secundarios, la interpretación de un entregadísimo George MacKay, que no pierda un solo encuadre, el sonido.

LO PEOR:

El único pero que se le puede poner es que la historia es sencilla, aunque está llena de capas que aportan muchísima información.
Hobby

99

Obra maestra

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